Las nominaciones de 2022 provocan debate sobre el voto ‘de oídas’ y la imagen de diversidad del cine español
¿Es necesario cambiar el sistema de votación de los Goya para dar más oportunidades?

¿El sistema de voto de los Goya perjudica al cine independiente, o más bien, favorece a “los mismos de siempre”? Prácticamente con cada entrega de premios, sean los de la Academia de Cine o cualquier otros, aparece la misma polémica, ya que es inevitable que el corte que suponen las nominaciones satisfaga a todos. Pero en las de estos Goya 2022 una queja se elevó por contraste al 2021 en que el cine llamado independiente se hizo con grandes premios: su ausencia.
Las 20 nominaciones de récord de El buen patrón subrayaban el movimiento pendular de la pandemia. La ausencia de grandes estrenos en 2020, que se reservaron para el final de las restricciones o pospusieron sus rodajes, dio la oportunidad de brillar a películas como Las niñas, Ane, El año del descubrimiento o Akelarre. Pero su regreso en masa en un 2021 en el que, aún así, la mayoría de académicos no han tenido la oportunidad de ver todos los estrenos porque muchas restricciones seguían en pie, ha hecho efecto embudo invisibilizando las propuestas alejadas de los grandes nombres -León de Aranoa, Bollaín, Almodóvar- o las grandes productoras -Movistar+, Atresmedia-.
El pasado fin de semana el productor Enrique López Lavigne (Apache Films), que fue candidato a Mejor Película en los Goya en 2002 por Lucía y el sexo y en 2013 por Lo imposible, publicada en la revista El Cultural una tribuna en la que hacía autocrítica y lamentaba la dinámica de concentrar premios y nominaciones en media docena de películas, que hacía extensiva también a los Óscar de Hollywood (es académico a ambos lados del Atlántico).
En su caso, lamentaba la ausencia de títulos como Espíritu sagrado, Seis días corrientes, Destello bravío o El vientre del mar y que Quién lo impide quede restringida a la categoría de Documental (una barrera que el año pasado tampoco rompió El año del descubrimiento, aunque sí consiguió el Goya a Mejor Montaje). Llama la atención que sean títulos, en algunos casos, sí reconocidos en los Premios Feroz… donde, por otro lado, las premiadas principales suelen coincidir con los Goya: este año lo han sido El buen patrón y Maixabel.
Una alternativa para el voto de los Goya

En el momento de las nominaciones, el guionista David Pulido -ganador de Goya al Mejor Guión Original junto a Raúl Arévalo en 2017 por Tarde para la ira– se hizo relativamente viral en redes con un hilo en el que atribuía el efecto embudo en las nominaciones a la mecánica de las votaciones y la mezcla pereza e imposibilidad de visionar todo lo que se estrena, en un diagnóstico no muy alejado del que hace Lavigne. De la reflexión del escritor surgió una propuesta de reforma del sistema de voto de los Goya que él mismo ha llegado a proponer ante la Academia.
Pulido ha explicado a Cine con Ñ que lo presentado es “solo un borrador” y que seguro “tiene problemas que subsanar”. La idea parte de que “ahora mismo es inviable muchas veces ver 160 películas en tan poco plazo”. De ahí que, según el escritor, “al final hay un efecto arrastre y acaban predominando las más favoritas”.
La solución sería un sistema de doble vuelta, de manera que hubiera ocho finalistas “que ya se visibilizarían de cara al público”, casi al estilo de las shortlists de los Óscar. “Entre esas ocho se podría votar de manera más acertada y con más criterio, y cabría un cine más diverso e independiente y que recogería votos de las descartadas en primera vuelta”. El principal escollo, explica Pulido, sería “la fórmula para ver cómo se hace la primera vuelta, quién la vota (todos o por categoría), qué plazos habría, etc”.
Desde la Academia de Cine, en cualquier caso, han aclarado a Cine con Ñ que se trata de una simple propuesta que se estudiará en algún momento de este año, pero que no hay nada seguro al respecto más que se ha recibido como muchas otras propuestas de cambio en el sistema de voto o en diferentes categorías, que se han ido incorporando o no con los años.
Además los votos por tramos o por gremios se han probado ya, como recordaba Lavigne en su tribuna, e incluso los mismos Goya o los mencionados Feroz, además de los Óscar, tienen galardones que se deciden o seleccionan mediante comisiones. Ninguna de las soluciones evita, per se, algún tipo de sesgo, aunque sí que están pensadas para pulirlos en la medida de lo posible, no tanto favoreciendo un tipo de cine como intentando que los que se consideran menos visibles tengan la oportunidad.
Los premios y la legitimidad autoinducida

En parte lo que está en discusión es la utilidad de los premios y su misma legitimidad. Los galardones son, en última instancia, visibilidad o publicidad “gratis” y una proyección de la imagen que el sector quiere dar de sí mismo, pero también necesitan legitimarse a sí mismos como representantes de dicho sector. Es decir: con cada galardón se está legitimando una determinada idea de buen cine, pero también a quién quiere representar y a quién no la misma Academia, aunque nadie esté planteándose ese dilema filosófico a la hora de votar.
No hay más que ver la debacle reciente de los Globos de Oro o los equilibrios de los Feroz para seguir reconociendo los títulos menos mainstream sin descuidar a las estrellas. También el nacimiento de premios como los Carmen de la Academia de Cine de Andalucía, que se podría han optado por unos premios muy repartidos y en principio a nombres ya consagrados precisamente para subrayar su carácter “institucional” respecto a la misma idea de “cine andaluz”.
En este 2022, por haber, incluso existe una película explícitamente rodada para ‘hackear’ ese sistema, la descacharrante Gora Automatikoa, que se ríe de la misma idea del prestigio que otorgarían los Goya y las aspiraciones, personales y profesionales, que se asocian a los mismos. Un chiste dentro de la misma, sin mencionarla y sin saberlo, recuerda la exclusión de D’Artacan y los tres mosqueperros de las nominaciones de este año por sus porcentajes de coproducción, que impiden que el salto al largometraje del clásico de Claudio Biern Boyd se considera una película “española”.
David Pulido nos comenta que, en su opinión, “casi todos coincidimos en las causas del problema y eso y es un avance”. Otros cineastas se muestran menos optimistas, pero en todo caso demuestran que se mantiene vigente la principal función de los premios, incluso cuando se gestiona sus propio sistema -y eso que aquí no hay jurado demoscópico-: que el cine español forme parte de la conversación.
Imagen de portada: El buen patrón – The Mediapro Studio
