Ainhoa Rodríguez dirige a un elenco de actrices no profesionales que subvierten los discursos sobre el rural o el feminismo desde sus mismas entrañas
Destello bravío cuenta la vida en un pueblo anónimo de la Extremadura interior en el que sus vecinas se preparan para la desaparición de su modo de vida tradicional al mismo tiempo que se rebelan contra la opresión en la que el machismo intrínseco del mismo las ha mantenido. Con un pie en la realidad y otro en el sueño, las protagonistas intentan huir de las jaulas impuestas por su entorno o superarlas con el arma más poderosa de la que disponen: contar historias.
La película de Ainhoa Rodríguez se presenta como el gran hito independiente de la temporada en el cine español, adornada por su potencia visual, su lenguaje cercano al surrealismo y la capacidad de expresar a través de ellos dos de los grandes temas de nuestro momento: el destino de la España vaciada y el feminismo. No es una película que aspire a ser de masas pero sí a que la entiendan y disfruten todos los públicos, con el giro que la sitúa a los dos lados de la pantalla de estar interpretada por actrices no profesionales que son vecinas del mismo pueblo donde se rodó.
Destello bravío tiene la virtud de que plantea temas que están muy sobados en el ensayo y la intelectualidad de salón pero poco en la ficción y casi nunca con voces que surgen desde dentro del propio escenario. Las actrices de esta cinta participaron en su elaboración y dotan con la fuerza de su naturalidad a las escenas más impactantes y en la que sus personajes muestran su verdadero rostro.
Frente a tanto discurso vacío sobre la España vacía o los deseos de las mujeres y los cuerpos no normativos, Destello bravío quiere y puede presentarnos el abandono, las opresiones o los anhelos por boca de las propias interesadas y sin modificar el escenario, más bien amoldándose a él para que película, pueblo, actrices y público puedan fundirse en un todo, tan melancólico como, al mismo tiempo, violento y demandante de reacciones en su representación.
Crítica de Destello bravío sin spoilers

Lo primero que hay que saber, en realidad, es que es complicado hacer spoilers de Destello bravío, aunque es mejor llegar a ella con la mirada más limpia posible de previsiones. No es una película que deba entenderse en un sentido narrativo convencional, aunque hay un argumento central que le da cohesión y no es difícil de captar. Sin embargo, sus conclusiones generales quieren llegar por la vía del impacto emocional o estético.
Destello bravío encaja en esa expresión de critiquillo que se cree autor, la de ser una experiencia cinematográfica, que merece la pena vivir en la sala de cine, aunque probablemente algunas de sus escenas más señaladas no pierdan fuerza al saltar al streaming. Las experiencias de sus protagonistas se nos transmiten más por contexto que por acción y sus reacciones y decisiones no necesitan ser explicadas directamente para que las comprendamos.
Hay en Destello bravío sucesos que rozan el surrealismo pero que tienen su sentido completamente realista, un juego con la realidad y el sueño, que pivota tanto sobre las fábulas tradicionales de la España interior como por su filtro a través de la vida de las mujeres, al mismo tiempo depositarias de la solidaridad intrínseca de ese modo de vida como encerradas por los prejuicios y las pobrezas del mismo.
En resumen, la ópera prima de Rodríguez es una película interesante que exige al espectador comprometerse con lo que le cuenta pero que lo recompensa con grandes hallazgos tanto visuales como temáticos. Probablemente, con permiso de El vientre del mar que ya le «ganó» en Málaga, la gran película independiente de este 2021 y la puerta abierta a otra forma de abordar puntos de vista, como el de las mujeres de la España interior y la representación del deseo no normativo, abandonados por nuestro cine pero muy presentes en la discusión pública.
Imágenes: Cine con Ñ – Destello bravío
