La comedia dirigida por Víctor García León solventa lo raquítico de su argumento porque se cree de verdad su reivindicación gerontocéntrica
En ¡Vaya vacaciones! los protagonistas son mayores: Manuela (Gracia Olayo) y José (Tito Valverde). Ambos son dos jubilados que cuidan encantados de sus nietos cuando los padres (Ernesto Sevilla y Toni Acosta) trabajan. Pero en verano se ven obligados a renunciar a un viaje especial con amigos para volver a ejercer de abuelos por un compromiso laboral de sus padres. Cuando Manuela y José descubren que es todo una farsa para endosarles a los hijos, deciden llevarlo todo al extremo para lograr su ansiado viaje.
El cine familiar vuelve en forma de reconocimiento a la figura de los abuelos, piezas clave de cualquier núcleo familiar. La bienvenida novedad de la película dirigida por Víctor García León (Vete de mí, Selfie, Los europeos) es que nuestros mayores dejan de ser un apéndice en la comedia popular española de nuestra querida década y se convierten en los verdaderos protagonistas. La historia de ¡Vaya vacaciones! es la de dos abuelos que se niegan a que la vejez se limite a su posición, necesaria pero subalterna, en el núcleo familiar.
La película de Mediaset se ve con simpatía porque se cree de verdad esta reivindicación gerontocéntrica y la defiende, sobre todo gracias a dos actores como Olayo y Valverde. García León dirige al dueto (se le dan mejor los mayores que los niños, visto el resultado) con sus toques y un saber hacer que maquilla lo suficiente una trama más bien raquítica a la hora de ofrecer un enredo consistente.
Queridas y secundarias Herminias

Sí, lo mejor de ¡Vaya vacaciones! es que le da un poco de aire y experiencia a nuestro cine familiar. Ya que los niños vienen ya casi por decreto, por lo menos que la réplica no la den siempre los mismos: véase padres y madres, tíos y tía (sagas Padre no hay más que uno y A todo tren, Mamá o papá) o simplemente un grupo de tontos random (El hotel de los líos). Lo más habitual, de hecho, es que sean una mezcla de padres y tontos, llevado al extremo en esta película en alguien que invariablemente hace de tonto como Ernesto Sevilla.
Tradicionalmente, los abuelos han sido más bien un apéndice o un descargo en las comedias españolas. Una fuente distinta de risas (normalmente a su costa) o de sabiduría. Solo quizás el arquetipo que representó Paco Martínez Soria tuvo realmente protagonismo, el resto ha estado más bien relegado a un espacio secundario, tanto en películas (Pepe Isbert, Chus Lampreave, Rafaela Aparicio, Fernando Fernán-Gómez…) como en series de televisión (el caso de Herminia, de Cuéntame, es paradigmático en ese sentido). Los abuelos están siempre ahí cuando se les necesita, pero la historia “de verdad” la tienen que llevar otros personajes.
¡Vaya vacaciones! y la revolución de los jubilados

Pero, quizá porque España es un país cada vez más envejecido y el culto a la juventud tiene otros cauces audiovisuales, parece que estamos empezando a cambiar esta dinámica. Tenemos nuestra particular “revolución de los jubilados”: ¡Vaya vacaciones! se suma a una pequeña tendencia últimamente dentro del cine español de poner en valor a nuestros mayores dándoles roles protagonistas. Desde la comedia (Los buenos modales), el terror (La abuela, Viejos) o la no ficción (100 días con la Tata, Toda una vida). Hasta tenemos una serie de abuelos en Sentimos las molestias (Movistar Plus+).
Es por eso que se agradece que la película de Víctor García León sea tan consciente de que está metiéndose en esa tradición para darle un poco la vuelta. De repente ver a estos abuelos protagonistas, con sus vidas y miserias más allá de ser abuelos, nos parece algo nuevo. Los personajes de Manuela y José no están abocados a un único rol, también follan y tienen sus problemas que van más allá de sus nietos o sus hijos. Tanto el guion de Josep Gatell y Manuel Burque como la dirección de García León lo interiorizan y lo transforman en el motor cómico de la historia, que siempre tiene un lado un poco dramático.
Con esta idea más o menos bien llevada es suficiente para que ¡Vaya vacaciones! resulte una comedia comercial más que resultona cuando, si se escarba un poco en su guión (argumento principal y uso y cierre de actos, especialmente el último), se ve que en el fondo no hay mucho que rascar. Es mejor no ponerse a decidir si esto es Bali o Alemania; mejor, ya que estamos aquí, dejarse conquistar por este extraño descubrimiento: nuestros abuelos también son personas.
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