TV3 emite desde este 28 de marzo esta miniserie de cinco episodios secuela del largo ‘La vida sense la Sara Amat’ pero de tono mucho más oscuro
Cucut: Adolescencia de género negro

La historia de Cucut se remonta a la Semana Santa de 1985. En el municipio de Trinquet, en la Cataluña interior, aparece el cuerpo de una adolescente asesinada que parece ser el de Sara Amat, una joven del pueblo que desapareció dos años atrás. Pero Pep, uno de sus vecinos, sabe que sigue viva, así que decide localizarla a partir de sus dibujos. Cuando la encuentre, comenzará una carrera por no ser localizados que irá en paralelo a la investigación sobre la identidad del cadáver. Inevitablemente, esta desvelará tanto los secretos más oscuros del pueblo como las razones de la huida de Sara.
En el Festival de Málaga se pudieron ver los dos primeros episodios de esta miniserie de cinco, que emitirá semanal TV3 a partir de este lunes 28 de marzo. Producida por Isona Passola (Pa Negre) y dirigida por Laura Jou y Fernando Trullols, las dos primeras ya fueron responsables de La vida sense la Sara Amat, largometraje de 2019 que adapta la novela del mismo título de Pep Puig y sirve de precuela y comparte reparto con esta serie. Sin embargo, si la película era un drama juvenil de tono poético, Cucut es más un thriller, también con su toque de historia de fin de la infancia, pero básicamente una historia de suspense.
Por otra parte, la serie es un ejemplo del compromiso de TV3 con la ficción, más cerca de los estilizados noir recientes de EiTB -Massa d’Or Produccions, la firma de Passola, coprodujo Altsasu– que de otras ficciones de la cadena catalana, con la excepción quizás de Moebius, que a nivel de thriller es más convencional que este. Cucut, si acaso, sería un cruce entre Hondar Ahoak, La caza o la inminente Rapa con La edad de la ira o el largometraje nominado a los Gaudí el año pasado Les dues nits d’ahir, que logra mantener un tono equilibrado entre el género negro y la historia de madurez.
Crítica de Cucut sin spoilers

El punto fuerte de Cucut es, sin duda, la ambientación, tanto a nivel de serie de época, aunque esa época sea 1985, como del ambiente opresivo y propio del suspense rural que pretende crear. Su atmósfera camina entre lo ingenuo y lo sórdido, como el punto de vista de sus protagonistas adolescentes, algo que se nota aún más en la acción en el pueblo cuando la filtra el ya plenamente adulto inspector Monteagudo. Trinquet, por cierto, el nombre del municipio ficticio, hace referencia al recinto cerrado en el que se juega la pelota valenciana, variante local del frontón.
El tono de la serie está muy medido y no se pierde en ningún momento, marcando los contrastes que necesita e introduciéndonos en su mundo. Aunque “chavales madurando en los 80” se haya convertido en un subgénero de la ficción internacional, Cucut no está interesada en idealizar nada. Antes bien su mismo título, que significa “cuco” en catalán, está jugando a dar a un componente en principio inocente y casi infantil un significado terrible.
El reparto, por cierto, no solo está muy bien elegido sino que además ha tenido la oportunidad de madurar con sus papeles. Biel Rossell compone aquí un Pep ya en plena adolescencia y mucho más oscuro, dentro de su inexperiencia, que el niño enamorado de la película. Y María Morera, que llega de protagonizar Libertad, de Clara Roquet, tiene el más difícil todavía de interpretar unas veces a una joven con el trauma que acarrea y otras veces cómo la ven los hombres o los chicos de su edad, que es lo mismo pero no es igual. Esa incómoda losa de la mirada masculina que en Cucut se solventa con un equipo creativo mayoritariamente femenino y que es algo, por otra parte, habitual en ficciones muchos más torpes cuando tocan los mismos temas que esta, como puedan ser La caza. Tramuntana o Feria: La luz más oscura.
La tragedia de madurar

A nivel de los giros de guión sobre las relaciones entre los personajes y los secretos del pueblo de últimas Cucut es un poco típica, que no exactamente previsible, explicitando cuestiones que La vida sense la Sara Amat, la película, no explicaba del todo, pero la novela, aunque filtradas por el punto de vista infantil del personaje de Pep, sí exploraba más. Quizás esto es así: lo tópico o perezoso de la pata argumental del thriller que tan logrado está a nivel ambiental. Realmente a la serie no le interesa tanto la historia negra en sí como utilizarla para subrayar la oscuridad que implica crecer y comprender todos las cosas malas que existen en el mundo y no se comprenden de niño.
Sobre todo porque el secreto tras la huida de Sara se revela en el primer episodio y en cualquier caso no hacía falta ser Sherlock Holmes para intuirlo: es el recurso que se utiliza siempre y que se camufla con una leve capa de denuncia social. El personaje de Sara Amat, presunta protagonista de Cucut, está filtrado el 90% del tiempo por la percepción, torpe y un poco egoísta, de Pep, para el cual no ser capaz de abarcar los verdaderos problemas de adulta de su amiga forma parte en realidad del misterio que la vuelve atractiva y se relaciona, con perdón, más con sus picores que con otros elementos de la trama. Por otro parte el uso y abuso de los guardias civiles de pueblo como torpes, abusones, cuñados y aquí casi que corruptos empieza a resultar ridículo.
Como balance diremos, en fin, que Cucut comete algunas torpezas como serie de suspense que se compensan por su despliegue de medios, reparto y ambientación. Combina bien sus dos caras, la del género negro y las de la historia de madurez, consiguiendo que se combinen temáticamente. Y aún así sigue chirriando en algunos aspectos, no sabemos si herencia de un original con un tono mucho más nostálgico que su derivado o porque hay tics que pertenecen ya a algunos géneros de ficción concretos y se repiten como memes allá donde estos llegan.
Imágenes: Fotogramas de Cucut – Massa d’Or Produccions
