La ópera prima de Alberto Martín Menacho no es ni ficción ni documental, sino la voluntad de detenerse a fijar la vida de un pueblo extremeño para poder explicar de dónde venimos y a dónde podemos ir
‘Antier noche’ captura un pueblo extremeño para explicar el mundo

Hace unos días, en una entrevista con motivo de su regreso al largo convencional con Cerrar los ojos, Víctor Erice lamentaba que el cine actual ya no busca capturar imágenes hermosas o impactantes de la realidad, sino crearlas. Una idea chocante, pero probablemente equivocada, o no existirían películas como Antier noche, de Alberto Martín Menacho, y tantas otras de eso que hemos llamado la ola del ‘neorrural’. Esa en las que algunas beben claramente del cine de Erice y su El espíritu de la colmena (1973), aunque otras, como esta, bien podrían estar rodadas por los nietos de El Sur (1983), criados ya con un desarraigo mucho mayor de sus viejos pueblos, pero con el deseo de volver a ellos, entenderlos, y, sobre todo, capturarlos.
También tiene mucho que ver todo este cine extremeño, manchego o canario, estos Destello bravío, Tierras de nuestras madres, Los saldos, Secaderos, Alcarràs o la más deudora explícitamente de Erice, 20.000 especies de abejas, con lo que explica Carlos Saura en su última y casi póstuma película, Las paredes hablan (2022). En ella, a través de artistas urbanos, Atapuerca o directamente con la participación de Miquel Barceló, el aragonés reflexiona sobre su oficio y deja una idea potente: la del hombre primitivo que pinta su mano, y por tanto a sí mismo, en una pared, por ese deseo de explicarse y entenderse, y al mismo tiempo, gracias a ello, explica el mundo.
Antier noche se estrenó en España este lunes 25 de septiembre dentro de la sección Zabaltegi-Tabakalera de San Sebastián. Antes estuvo en el Visions du Réel de Nyon, donde tuvo su premiere mundial. La sala en Donostia estaba llena de extremeños, empezando por los protagonistas de la película, de los que solo Pepa Gracia (Te estoy amando locamente, Fatum) es actriz profesional, y siguiendo por sus familiares, prensa y algún exiliado por tierras vascas. Como el pase de Tierras nuestras madres se llenó de paisanos en Málaga, por ejemplo, que hasta cantaron el himno de La Mancha.
Capturar el acento

Antier noche, por cierto, es un apócope de ‘”antes de ayer por la noche”, una expresión pacense que tampoco es extraña en Andalucía occidental que Martín Menacho relaciona con su abuela —que aparece en un cameo en el filme comentando las migraciones de sus tiempos, cuando los hombres se iban por expediciones a Alemania y no les querían pagar lo prometido—. Un título, explicó en Tabakalera, que tiene que ver con el ahora proyectado en las raíces del pasado, como el pelo de Juanfran, el niño protagonista, que se ha dejado el pelo largo para donarlo para pelucas para enfermos de cáncer porque su abuela acaba de morir de esas enfermedad.
Esto es curioso porque esta edición de San Sebastián, como todo en la vida, se ha contaminado de actualidad, y en un festival que normalmente se celebra mínimo en trilingüe —euskera, castellano e inglés— se han colado muchas bromas con los pinganillos y los traductores del Congreso, desde las extemporáneas del ministro Iceta mientras Carla Simón recogía el Premio Nacional hasta las de las presentaciones de Mientras seas tú o Saben aquell a cuenta del catalán. En esta última comentaba Carolina Yuste, natural de Badajoz, que no se obsesionó con sonar sin acento porque su personaje era de Huelva. En la misma medida, Martín Menacho se sintió obligado a aclarar el significado de las palabras “antier noche”
Pero volvamos a la captura. Antier noche cuenta con fotografía de Sara Gallego (Matar cangrejos, El año del descubrimiento, Las chicas están bien) y Sergio Garot, colaborador habitual de la anterior y que en solitario se encargó de este aspecto en el videoclip María José Llergo: Mi nombre, que hasta viene a cuento. Y esa fotografía, o el sonido de Luis Cotallo, por ejemplo, buscan que podamos oler la niebla del amanecer en la dehesa cuando un joven pastor saca el rebaño, escuchar el ruido de los marranos antes de salir en tromba a comer o ver el aire alrededor de Juanfran cuando contempla una imagen terrible que lo introduce en la edad adulta.
Explicar el mundo

Antier noche abarca un año entero en la vida del pueblo de Salvaleón, en la provincia de Badajoz. Un año en el que pasa de todo y no pasa nada, en el que lo importante es capturar la esencia de la vida en ese lugar, donde se cuelan vídeos grabado con el móvil de los incendios de 2022 en la zona, pero donde todo está guionizado, cada encuadre estudiado, solo que con los elementos que se encuentran a su disposición. Tanto es así que, aunque en la ficción es el mismo pueblo, el tramo final del verano está rodada en Garganta de la Olla, Cáceres, a unos 250 kilómetros más al norte.
Cabe aclarar que aunque Antier noche se estrenó en el Visions du Réel y que este, sobre el papel, es un certamen reservado a documentales, la película no es exactamente un documental, pero tampoco deja de serlo, como en varias de las mencionadas, al estilo de Los saldos. Lo que ocurre, ocurre, pero está guionizado y compuesto para el plano. Las corcheras de los alcornoques dejan un margen ridículo a los currelas que hacen el trabajo duro, los galgos son los animales más sensibles y se cuidan con mimo para que un día persiguiendo una liebre los pobres animalitos se espanzurren por accidente (o cosas peores, que no deben decirse) y las jornaleras siguen existiendo y empalmando trabajos de temporada entre el matadero y la recogida de la fruta de hueso.
Otra cuestión es que Antier noche existe porque Alberto Martín Menacho, en realidad, no es estrictamente “de Salvaleón”, aunque sí lo sea, ni tiene un acento extremeño muy marcado. Se crio en Alcalá de Henares y se graduó en Artes Visuales en Ginebra y ha expuesto en el Museum de Lausanne o en la Académie des Beaux-Arts de Paris. Este proyecto se pudo desarrollar en la propia Tabakalera o la Incubadora ECAM. Él no emigró, como su abuelo, por expediciones, ni ha vuelto sin que le pagasen lo prometido (o si le ha pasado, habrá sido en otro estilo). Es un nieto de El Sur, que rueda la parte de la película que nunca pudo terminar Erice, la del regreso. Que pinta su mano en la pared, intentando explicarse y entenderse a sí mismo, y por eso mismo, explica el mundo.
Imágenes: Antier noche
