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Todo lo otro: Lo mismo de siempre mejor hecho

Abril Zamora ha parido una serie tan bien hecha y eficaz como repetitiva frente a los tópicos que se supone que quiere impugnar

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Todo lo otro sigue a Dafne, una chica de 36 años precaria y sin rumbo en la vida que comparte piso con su mejor amigo en el Madrid actual. Ella y su grupo de amigos viven dramas propios de la soltería intermitente, unos trabajos exigentes y mal pagados que los aplastan y sus contradicciones a la hora de afrontar las relaciones adultas. La mayor de todas la de la propia Dafne, que se ha enamorado de su mejor amigo aunque sabe que nunca será correspondida.

Esta es una serie sobre treintañeros incapaces de encontrarse el culo con las dos manos que deambulan por Madrid entre trabajos basura, líos de cama y dramas vitales más o menos serios. Que se desenvuelve bien en el equilibrio entre drama, comedia y chistes meta sin creerse mucho ninguno de los tres. Mejor escrita, dirigida, actuada, ambientada, iluminada y todo en general que el resto de series de este tipo, pero básicamente es eso. Trentolescencia autoirónica en la que ser de Valencia es exótico aunque la mitad de los actores -que no sus personajes- también lo sean.

Todo lo otro, no se confundan, cumple con su trabajo. Entre otros, darle libertad artística total a Abril Zamora, que por confesión propia ha contado con un elenco de intérpretes que son amigos -de ella y entre ellos-, contribuyendo a darle naturalidad a las relaciones de sus personajes. La serie es graciosa, tiene golpes originales, Madrid está sucia -aunque sea un «sucio de la tele», no «sucio-sucio»- y las reacciones de los protagonistas no son de psicópatas. Pero sigue siendo lo mismo de siempre, solo que Max. No sé si me explico.

Crítica de Todo lo otro sin muchos spoilers

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En los tres episodios vistos en la premiere de Todo lo otro en el Serielizados Fest lo que tenemos es una trama de folleteos deluxe, con la enésima parodia de Tinder, pero formas de actuar de los protagonistas que no los convierte en peligrosos psicóticos a ojos del público, sino en personas más o menos normales con un cacao de narices -menos una escena, que por mucho que la voz en off la relativice, canta La Traviata-. El ritmo cómico es muy bueno y el salto a la parte dramática más que orgánico, y además sin cargar las tintas en ninguno de los dos, lo que facilita las cosas.

El narrador, gracias a Chicho, no es otro intento de plagio de Fleabag, sino directamente el propio público -aunque no lo sepa- por la vía de la voz cargada de ironía cansada de Alberto Casado (sí, el de Pantomima Full), y la cámara, cuando se coloca en un sitio o en otro, no solo busca contarte lo que pasa, también explicarte cosas sobre los personajes y su forma de relacionarse entre sí. Dafne es una protagonista lo suficientemente simpática e irritante a la vez, y el resto, aunque un par son tópicos extremos, más o menos tiran adelante.

En el mencionado festival, por cierto, el público que se acumulaba era muy parecido a los personajes de la serie y al perfil que uno espera que se suscriba a HBO Max o Filmin antes que a Netflix, Disney+ o Prime Video. Que se raya con que a Alba Recio en La que se avecina la interprete un actor cis travestido pero no lo dice por no admitir que ve La que se avecina sin ironía. Un público que viendo Todo lo otro comenta con los colegas que la serie «destila mucha verdad». Como hace un mes en la presentación de Cardo, de Ana Rujas y Claudia Costafreda, en San Sebastián.

Tinder en el radio de Madrid Central

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No me entiendan mal. La distancia que hay entre esta serie -o la susodicha Cardo– y otras del mismo tipo se nota, por ejemplo, en la iluminación y el vestuario. Como no va a ser esto más «verdad» que el ejemplo que no debe ser nombrado si la gente viste con lo que puede, come en tupper en callejones infectos y está todo bien iluminado, no quemando foco como si esto fuesen los 90 y/o en Madrid siempre estuviesen a las 12 de mediodía en primavera o con filtro beauty nocturno. Gracias, HBO y Abril Zamora.

La principal crítica que se le puede hacer a Todo lo otro, en fin, es que los pisazos, aunque vengan bien para que la cámara se mueva, siguen siendo incompatibles con los trabajitos precarios que aquí se ven, que la trama amorosa le provocaría un ictus a Ana Iris Simón y que casi todos los personajes que no son Dafne se acercan peligrosamente a ser plantillas. Una subtrama apunta a ser muy similar a otra de Fuimos canciones, solo que como en estos primeros episodios está en elipsis, igual no. Así que, aunque aquí vaya a estar mejor ejecutado, seré prudente.

Por ir recogiendo los legos, resumiremos que Todo lo otro es una muy buena serie, que dentro de su formato mejora de largo lo habitual, entretenida, graciosa, realista a su manera y con el estándar de calidad artística que usted pueda esperar de HBO Max. Ahora bien, recomendable es para quien se identifique, literal o aspiracionalmente, con el mundo que refleja. Un nicho que si no es el que más consume el audiovisual, al menos sí es el que lo prescribe, así que difunde «su verdad». Pero a una de las autoras de Señoras del (h)AMPA se le puede pedir más vitriolo.

Imágenes: Fotogramas de Todo lo otro – HBO Max.

Pues ver Todo lo otro online aquí.

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