La docuserie de Arnaiz y Ortega recorre la vida de Raphael analizando tanto su contexto como su condición de icono POP de forma entretenida
Raphaelismo: Honestidad demente

Raphaelismo recorre a lo largo de cuatro episodios la trayectoria profesional del cantante Raphael, ídolo juvenil en los 60 y 70, superéxito a lo largo de las décadas y posterior icono popular en la actualidad. El artista explica su propia vida en primera persona mientras personalidades de cada momento, expertos y sus allegados comentan tanto la evolución de la carrera de Raphael como aspectos de su vida, y de la Historia de España, con los que se ha ido relacionando.
Movistar+ ya presume de cierta trayectoria en docuseries que sirven de biopic amable pero en profundidad sobre grandes figuras de la música española. Esto no es exactamente Lola, casi que a veces tiene más de Palomares, y eso es muy bueno, ya que no trata del todo su tema como algo aislado y no teme a las aristas del personaje, aunque no abadone un tono amable que roza a veces la alabanza. La principal diferencia es que Raphael está vivo, claro, y puede corregirse, explicarse e incluso pedir no hablar más de algo porque le afecta.
El documental se recrea, sobre todo, en su calidad de icono pop que ha conseguido trascender generaciones, lo cual consigue que conforme avance lo visto en los primeros episodios incluso tenga otro filtro. Para los nacidos de los 70 en adelante que tienen más en la cabeza al Raphael pachanguero de Escándalo o el que abrió un Sonorama, lo que se cuenta de sus principios no es tanto nostalgia como una especie de reflexión sobre el lugar del que viene la cultura en la que nos movemos.
Una crítica de Raphaelismo digan lo que digan

Es fácil leer esta docuserie de Charlie Arnaiz y Alberto Ortega en función de su exitoso y nominado a todo anterior documental, Anatomía de un dandy, dedicado a una figura casi contemporánea a Raphael, el escritor Francisco Umbral. Es tan fácil que no lo voy a evitar: hay paralelismos evidentes a la hora de abordar ambas figuras, con la única ventaja, o desventaja, de que el cantante sigue con vida y en plena forma para sus casi 80 años, de manera que puede enmendar la plana a la interpretaciones que se sugieran sobre su trabajo.
Aún así, el discurso es muy similar. Si en el documental sobre Umbral se explicaba la construcción del personaje para llegar al éxito y al mismo tiempo proteger a la persona debajo, en esta serie se trabaja sobre la base de que Raphael -al fin y al cabo otro pseudónimo- es también una máscara. Una que se parece mucho a Rafael Martos pero no es exactamente él, porque una idea que se repite es que Raphael no es tanto un cantante como, en un sentido muy amplio, un intérprete de canciones. Alguien que sabe representar un papel para el público al que se debe.
Esto tiene la virtud de no evitar algunos asuntos, digamos, poco cómodos, aunque se mantenga el punto de vista del cantante y su familia como el principal todo el tiempo. Su supuesta condición de “niño bien del Franquismo” -Carmen Polo iba a sus conciertos… pero también alguna vez Brézhnev-, las insinuaciones de homosexualidad -basadas en su gestualidad y que hoy deberían resultar ridículas- o el alcoholismo que lo llevó a desarrollar una enfermedad del hígado.
Qué sabe nadie

En cuanto a la parte, digamos, histórica, Raphaelismo empieza con un bebé cuya familia se muda a Carabanchel desde Linares, pasa por la época en la que un premio de canción daba para pagar la entrada de una casa, explora la radio como medio hegemónico de la España de Franco y llega hasta un documental en el streaming. Para que se hagan una idea del despliegue, aquí el contexto histórico lo explica Iñaki Gabilondo. Y te comenta que la primera gran gira de Raphael por las carreteras de las Españas él mismo la sigue llamando “la tournée del hambre”.
A un nivel más humano, ante la cantidad de material audiovisual que ha generado el cantante, Raphaelismo nos permite observar la evolución de una persona desde la juventud hasta la ancianidad -que nos perdoné el maestro, pero es que peina ya unas cuantas canas-. Cómo cambia la forma de hablar, de mirar o de expresarse. Algo que subraya el retrato del icono más que la persona: nos parece que Raphael es una caricatura, cuando sus formas se han adaptado a las épocas y a sus propios cambios de sensibilidad.
Por el camino quedan los momentos personales como su viaje a Estados Unidos acompañado de su madre, que lo abroncaba por calavera en Las Vegas, o el día que su padre pudo verlo actuar en el Teatro Olimpia de París. También, regresando a lo profesional, el papel del compositor Manuel Alejandro en su carrera, al que Raphael describe como “el 50% de mi éxito” o llega a decir que “no existiría” de no ser por él. Una simbiosis artística de más de 40 años en la que Alejandro ponía las palabras y el cantante se centraba en la actuación para transmitirlas.
Es un escándalo

Porque al final esta es la historia de un tipo al que llegaron a hacerle portadas en revistas de EEUU bautizándolo como “Bob Dylan, Elvis Presyler y Tom Jones combinados”. El repaso a la carrera lo enfrenta al momento en que, en plenos años 80, se lo empezó a considerar en el discurso popular como “pasado de moda” mientras batía sus propios récords de ventas, alcanzando el mítico disco de uranio -de diamante en la actualidad- y llega hasta su resurrección como icono ya en los 2000.
Por eso el documental guarda un apartado para los “raphaelistas”, creadores actuales y de generaciones muy anteriores al del primer boom del cantante que son rendidos admiradores. Es el caso de Carlos Areces, coleccionista de objetos relacionados con la música de Raphael, o de Álex de la Iglesia, que lo bautiza como un artista de una “honestidad demente”. Un discurso que enfrenta al espectador a su propia percepción de la figura del cantante, que es tanto como la de diferentes épocas de la historia reciente del país.
Raphaelismo, en fin, es una serie que se mueve en el equilibrio entre decir todo lo que pueda del personaje sin que este deje de sentirse cómodo ante la cámara en ningún momento. Apta para fans del mismo, pero también para quien se interese por este estudio casi involuntario de cómo se crea un icono de la cultura popular. Y finalmente, una obra muy entretenida que aprovecha bien el archivo y los medios a su favor.
Imágenes: Fotogramas de Raphaelismo – Movistar+
Puedes ver Raphaelismo completa online aquí.