Se atreve a un retrato crudo y complejo del personaje con la virtud poco habitual de conseguir que a través de sus partes menos nobles se comprenda mejor las que lo hicieron importante
Terenci: la fabulación infinita: Si vas a hacer un biopic, hazlo así

Terenci: la fabulación infinita cuenta la vida del escritor y presentador de televisión Terenci Moix, intelectual de referencia en la España de la Transición y hasta los 90, fallecido con apenas 61 años en 2003. El documental repasa su trayectoria como personaje mediático y la retroalimentación de esta con su obra y su vida personal, de manera que se recorre desde la vida de la Barcelona de la posguerra, cuando el futuro Barrio Chino de Barcelona no era precisamente glamouroso, hasta la España del papel couché de finales de siglo.
Segundo experimento de Filmin en esto de estrenar un mismo título montado como largo y como serie en streaming, que debió salir bien con Oswald. El falsificador, de Kike Maíllo, no solo a nivel artístico, como así fue, sino también de público. Desde luego, mejor que el pinchazo de Libertad, de Enrique Urbizu, para Movistar Plus+, en aquel caso una ficción y que no acabó de ganarse el favor de público y crítica en ningún formato. Dirige Marta Lallana, directora aragonesa con experiencia en ficción naturalista de nuevo cuño (Ojos negros, 2019) e incluso en videoclip, pero inédita en el documental, en el cual se estrena con solvencia pero sin alardes.
Es curioso que esta película llegue por el 20 aniversario del fallecimiento del escritor pero en un momento en el que, por desgracia, su figura está algo diluida, casi olvidada, cuando podría ser perfectamente un referente para las nuevas generaciones más concienciadas con las identidades no normativas. Quizás, como se especula en el tercio final del formato largometraje que se estrena en cines, por su ambivalencia, que ya pagó en vida, entre intelectual —de una densidad que se echa de menos, de hecho— y figura popular, que acaba provocando que pese más lo segundo en los manuales al uso.
Terenci Moix, el último intelectual

Terenci: la fabulación infinita es un documental de personas hablando a cámara montadas en paralelo al archivo, sí, pero uno que hace muy bien su trabajo. En la versión largo cada fuente está enmarcada en un espacio que o bien dice algo de ella o de su relación con el personaje central, y muchas están retratadas en momentos en los que no dicen nada, solo hacen algo que, de alguna manera, las caracteriza, como es el caso de la hipnótica presencia de la fotógrafa Colita. También algunas intervenciones tienen la virtud de, sin subrayarlo, dialogar con la imagen heredada de Moix, como las de Boris Izaguirre, en el fondo otro tipo de una cultura, sobre todo cinematográfica, vastísima al que la ignorancia del público reduce a personaje televisivo (aunque menos brillante que su fallecido amigo y mentor).
Las comparaciones son odiosas, pero Izaguirre ejercía hace poco de guionista y busto parlante en otro documental biográfico, también estrenado como serie en streaming pero con el protagonista vivo: Bosé Renacido. Si en estas páginas nos cebamos con aquel por entender que no aportaba nada más allá del chafardeo de la vida del cantante, Terenci: la fabulación infinita es todo lo contrario. Cuenta cosas del contexto de la España que lo vio crecer a través de la vida de Moix, se atreve sin tapujos con todas las aristas personales del personaje y establece vasos comunicantes entre estas y su obra, dejando perfectamente clara la influencia de la misma, aunque a veces no se profundice demasiado en ella.
Porque hablemos del uso del archivo. Igual que de otros personajes de los 80 y 90, con España volviéndose loca de resaca del franquismo, de Moix hay toneladas de material. Pero aquí está muy bien seleccionado, no solo para ayudar a la narración de la gente hablando a cámara, sino para que hagan avanzar lo que se cuenta por sí solos. A eso ayuda que el propio protagonista era un animal audiovisual muy consciente de la imagen que daba y la que quería dar, y de hecho víctima de eso mismo, de manera que tampoco cuesta mucho trabajo rescatar momentos en los que se dirige directamente al espectador con frases lapidarias que encajar fácilmente en el montaje.
La fabulación de Truman Capote

Además, si por algo destaca Terenci: la fabulación infinita es por su escasa piedad con el protagonista. Aunque es en todo momento retratado como un genio y un hombre generoso con sus allegados, que hablan de él en términos de admiración, no se hurtan aspectos de su vida que lo dejan decididamente mal. El caso más destacado, el de su relación de pareja con el actor Enric Majó, en la que por momentos es retratado como un manipulador emocional y que tuvo una ruptura de índole casi pública y bastante traumática que el intérprete casi paga con el fin de su carrera y por la que necesitó terapia durante años.
Lo mismo para la dicotomía entre el erudito cinéfilo y autor de una literatura densa desde lo popular y el tipo empeñado en, como se llega a decir, “ser Truman Capote”, es decir, un personaje POP más que un intelectual al uso. En parte lo consiguió, sobre todo en su Cataluña natal, y de ahí el contraste con su relativa irrelevancia actual salvo para sus admiradores o amigos. Pero también se plantea desde el punto de vista de analizar un ego herido y necesitado de atención, que de alguna manera refleja la situación de las identidades LGTBI en la época: o son extraordinarias y llamativas o son invisibles y estigmatizadas.
Cerrando el volumen, Terenci: la fabulación infinita es un documental más que logrado sobre Terenci Moix, que consigue superar el peligro de convertirse en el enésimo largometraje con gente hablando a cámara. Sobre todo porque se atreve a un retrato crudo y complejo del personaje con la virtud poco habitual de conseguir que a través de sus partes menos nobles se comprenda mejor las que lo hicieron importante.
Imágenes: Terenci: la fabulación infinita – Filmin (Montaje de portada: Cine con Ñ)
