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Las cintas de Rosa Peral: Todo es mentira, salvo alguna cosa

Propone una revisión del juicio mediático a la condenada por el ‘Crimen de la Guardia Urbana’, pero se queda en la superficie del análisis de todas las aristas del caso

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Las cintas de Rosa Peral es el documental sobre el ‘Crimen de la Guardia Urbana‘ con el punto de vista dominante de la principal condenada, Rosa Peral, pareja de la víctima, Pedro Rodríguez, en el momento de los hechos, 2017. Su abogada y algunos periodistas que cubrieron el caso ponen en cuestión que la agente de policía sufrió un juicio mediático moralista por su vida sexual y sentimental, y sus conclusiones son contrastadas con las del fiscal y un abogado de la acusación particular, que defienden su estrategia en el juicio, celebrado en 2020.

Esta película documental se estrena al mismo tiempo y en la misma plataforma que su versión ficcionada, la serie El cuerpo en llamas, aunque sin denuncia (fallida) de la implicada para intentar detener su emisión. Es curioso, y ver las dos seguidas las vuelve de alguna manera complementarias, porque se acaban comentando la una a la otra, es de suponer que de forma involuntaria. Por la naturaleza eminentemente neutra de la serie, casi recomiendo verla en primer lugar, de manera que se entiendan mejor las interpretaciones más o menos subjetivas que aparecen aquí.

La novedad, testimonio inédito, nuevas pruebas y etcétera que todo true crime de rigor debe presentar son, en este caso, una serie de videollamadas a los periodistas de Peral desde prisión, en las que esta defiende su versión: que ayudó a encubrir la muerte de su pareja por miedo a su examante y compañero de trabajo, Albert López, autor material e intelectual de la misma. Y que fue víctima de un juicio mediático, machista y reaccionario, previo al legal, que influyó en el jurado y provocó su condena. Como un Dolores: La verdad sobre el caso Wanninkhof (2021), pero con la protagonista aún en prisión, sin pruebas exculpatorias.

Videollamadas desde mi celda

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Si el objetivo de Las cintas de Rosa Peral es que al terminar uno piense que, sea esta mujer culpable o no, los casos tan mediáticos no deberían pasar por manos de jurados populares, la verdad es que lo consigue. Parece más bien que busca plantear la duda razonable sobre la inocencia de Peral, aunque cuidándose de presentar los indicios (escasos) u opiniones al respecto matizados por la posición que aún mantienen las personas responsables de acusarla en el juicio. En este aspecto destaca que el fiscal del caso explique su estrategia tan pormenorizadamente, subrayando la sensación de que un juicio con jurado se parece un poco a cómo los muestra la ficción gringa.

Así que, bueno. A nivel de documental se le puede reprochar que igual supone un conocimiento previo del caso bastante grande y tarda bastante en resumirlo al detalle para que el espectador ajeno a los detalles entienda algunas polémicas. Por lo demás, acaba siendo uno más de estos true crime de imágenes de archivo encadenándose sobre bustos parlantes, en el que solo destacan las intervenciones de Peral, que a veces aportan poco ya que van en la línea de la estrategia evidente que presenta su abogada, solo que de su propia boca y más sentidas.

Como comentaba en la crítica de El cuerpo en llamas, es curioso que la versión de ficción quiera ser más neutra que la versión documental, y algo debe indicar sobre la actual hornada de true crime, fabricados para una audiencia que los consume casi como un producto basura aunque sus responsables se esfuercen en cargarlos de rigor y minimizar (como es lógico) las consecuencias legales que puedan derivarse. Las cintas de Rosa Peral se cuida mucho de reabrir una reapertura del caso, pero sí que pide cierto examen de conciencia sobre la manera en la que se juzga socialmente a las mujeres. La serie deja también en esa conclusión, pero para que la recojas tú solo.

Quizás porque este documental sobre el crimen de la policía sería muy fácilmente politizable en esta época de criminalización del feminismo y demagogias baratas varias, pero no lo ha sido porque no encaja en ningún relato establecido previamente de ningún propagandista, que necesitan historias fácilmente simplificables y sin aristas. Desde luego el documental que nos ocupa lo sabe muy bien y se cuida mucho de ello.

Opinión e información

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Más irónico es que dentro del documental el análisis sobre las diferencias entre ficción y realidad lo haga, de nuevo, el fiscal del caso, Félix Martín. Este viene a decir que las personas tendemos a analizar los crímenes como relatos y les exigimos que tengan sentido, pero que eso legalmente no es siempre posible ni necesario. Lo que pasa que no es lo que está haciendo él, que a partir de los indicios levantó como trama probable la que acabó sentenciando el tribunal, ni tampoco esta película, que intenta subrayar que todo lo recogido en la condena fue eso, un relato, pero no la verdad, o al menos la verdad de Peral.

Se agradece, eso sí, que aparezcan periodistas como Mayka Navarro y Carlos Quílez revisando su trabajo de hace apenas cinco o tres años (este caso no es Alcàsser, la sentencia salió justo prepandemia, no es tan fácil hacer autocrítica), e incluso este último se descuelga con una frase que debería escucharse más en los true crime: “Yo no sé si lo hizo. Yo solo soy un periodista”. Como comentaba más arriba, el mundo al revés: los juristas usan adjetivos como “diabólico” para describir el presunto y considerado probado acuerdo entre Peral y López para matar a su pareja, y los periodistas se cuidan de dar nada por sentado. Hay cierto humor implícito en el montaje de todo ello.

Dejándolo visto para sentencia, Las cintas de Rosa Peral es interesante vista junto a la serie de ficción de Netflix por esa inversión de roles, quizás no tan inesperada como me lo ha parecido a mi y más habitual de lo que debería en el audiovisual actual. También es un documental frustrante, como la serie, puesto que las restricciones legales de lo que cuenta, evidentemente inevitables y quizás necesarias, impiden que el análisis soterrado de los vicios de la prensa, el sistema judicial o la policía barcelonesa y catalana que los dos productos insinúan.

Imágenes: Las cintas de Rosa Peral – Netflix (Montaje de portada: Cine con Ñ)
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