La dirección de cine ha sido -y es- una profesión dominada por hombres en España. Una realidad global que, por evidente, no hay que dejar de repetir. En más de la mitad de la historia del cinematógrafo español, sólo podemos contar cinco directoras de cine españolas: Elena Jordi y Helena Cortesina en el cine mudo de los años 20, la importante Rosario Pi en el primer sonoro republicano y, en el franquismo, Margarita Alexandre y, sobre todo, Ana Mariscal. 70 años de posibles directoras españolas reducidos a cinco pioneras.
No fue hasta después de la muerte del dictador y la vuelta de la democracia que empezaron a hacerse hueco más voces femeninas en la dirección. Eran casos aislados, pero abrieron camino. Hablamos de Josefina Molina, primera diplomada en dirección en la Escuela Oficial de Cine (EOC), Cecilia Bartolomé, rehabilitada en los últimos años, y de Pilar Miró, que fue la mujer con más poder en el sector tanto por sus películas como por su labor en la Dirección General de Cinematografía y, después, de RTVE.
Pero la primera incorporación real de directoras se produjo en los años 90 y principios de los 2000. En esos años empezaron su carrera un grupo de mujeres que sí han podido, en mayor o menor medida, dirigir películas de forma periódica hasta nuestros días en España. Algunos nombres destacados de esta generación: Isabel Coixet, Iciar Bollaín, Gracia Querejeta, Helena Taberna, Patricia Ferreira, Inés París, Judith Colell, Dunia Ayaso, Arantxa Aguirre, Ana Murugarren o María Ripoll.
En los últimos años, pese a que la desigualdad de género en dirección sigue siendo abrumadora –solo el 12% de las películas las firman ellas en 2021- se ha producido un avance de directoras que se han puesto al frente del cine español. Clara Simón, Paula Ortiz, Nely Reguera, Leticia Dolera, Elena Martín, Arantxa Echevarría, Mar Coll, Andrea Jaurrieta, Belén Funes, Celia Rico, Elena Trapé, Neus Ballús, Iratxe Fresneda, Laura Hojman, Meritxell Colell, Clara Roquet… y la lista de directoras de cine españolas seguiría.
Aquí una pequeña selección de cinco grandes películas dirigidas por españolas, seleccionadas y ponderadas desde distintas décadas y épocas de nuestra historia: una dentro del cine bajo el franquismo, una en los años 80 y las últimas tres del siglo XXI.
EL CAMINO (1963), de Ana Mariscal

Película destacada de una de las primeras directoras españolas: Ana Mariscal. Primero actriz en los 40, Mariscal dirigió un buen puñado de películas en los 50 y 60, convirtiéndose en la primera mujer española con una carrera destacada, solvente y reconocida en el sector. Una de las películas que dirigió fue este filme que fue seleccionado en Cannes Classics en 2021, la sección de películas antiguas del certamen francés.
El camino es la adaptación de la tercera y famosa novela de Miguel Delibes. Mariscal retrata con gracia, tristeza e inocencia natural la vida en la España rural de la época sobre la que escribía el autor de Los santos inocentes. La historia de Daniel, el Mochuelo, que deberá dejar el campo e ir a la ciudad para “progresar” es la forma que tiene la directora para retratar la religión, la moral, las creencias, la censura o el rol de la mujer en aquellos tiempos. Y, aunque leída desde hoy parezca muy lejana, Mariscal demuestra, desde el herrero hasta el cura, capacidad costumbrista y espíritu de comedia.
FUNCIÓN DE NOCHE (1981), de Josefina Molina

Curiosamente, más de diez años después de El camino, otra mujer recogía la obra para hacer de ella una serie en la televisión pública: Josefina Molina. Ella fue la primera mujer que salió de una escuela de cine en España, obteniendo el título de directora/realizadora en la Escuela Oficial de Cine en 1969. Tras una década de trabajo, la confirmación definitiva y más importante de su talento -más intelectual y reflejo del “nuevo” país- viene con Función de noche, un innovador docudrama.
Esta película es, de concepto, rompedora y una verdadera rareza todavía hoy por forma y fondo. Lleva a la ficción el momento vital real de la actriz Lola Herrera mientras protagoniza en teatro Cinco horas con Mario (otra obra de Miguel Delibes que dirigía en teatro la propia Molina). En Función de noche se mezclan guion y realidad, centrándose en las penetrantes conversaciones con su exmarido y también actor, Daniel Dicenta, sobre su relación rota y vida en común pasada. Dolorosa, provocadora, inteligente, también reflexiona sobre las aspiraciones y los roles de las mujeres en una España que empezaba a cambiar.
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MI VIDA SIN MI (2003), de Isabel Coixet

Forjada en la publicidad durante los 90, la barcelonesa Isabel Coixet es la mejor directora española de la historia; por número de buenas películas y trayectoria profesional sólo Icíar Bollaín puede hacerle sombra (aunque Carla Simón se empieza a acercarse). El mejor ejemplo de sus méritos -que son, sobre todo, cuatro- es esta película de 2003, con la que Coixet dio un salto en visibilidad y reconocimiento internacional.
Mi vida sin mi se inspira libremente en un relato de Nanci Sinkaid, y se centra en Ann (Sarah Polley), una mujer que se entera que va a morir y quiere hacer cosas antes de que eso pase. Aquí Coixet desplegó sus mejores armas, en su máximo de inspiración y emoción: la sensibilidad de los diálogos sostiene una estructura perfectamente conectada a través de la dolorosa interpretación de Polley.
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TAMBIÉN LA LLUVIA (2010), de Iciar Bollaín

La otra gran directora española de los 2000 es, como decíamos, Icíar Bollaín. También actriz en sus inicios -su papel protagonista en la icónica El sur-, de su época como intérprete es clave su colaboración con el cineasta Ken Loach, con el que rodó Tierra y libertad. Fruto del cine social que aprendió con el británico -y el trabajo conjunto con su mismo guionista, Paul Laverty- es precisamente También la lluvia, seguramente la más redonda de la carrera de Bollaín.
La película cuenta la historia del rodaje de una película desmitificadora sobre el descubrimiento de América en Bolivia. La experiencia, con la tensión entre el director y su productor, empieza a complicarse por la implicación de uno de los actores locales en la lucha del pueblo para que no se privatice su agua. Oscura y cruda, las metalecturas y referencias de También la lluvia son potentes e inteligentes, criticando con fuerza lo establecido sin olvidar trascender en los dilemas que plantean.
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VERANO 1993 (2017), de Carla Simón

Carla Simón es una de las representantes de la nueva generación de directoras que están irrumpiendo con fuerza en los últimos tiempos en el cine español. Seguramente, se ha convertido en la gran representante de la misma. En 2017 triunfó con su autobiográfica Verano 1993, que fue la baza de España para los Óscar y fue una de las protagonistas de la gala de los Goya de ese año y en 2022 se ha consagrado con su histórico Oso de Oro en Berlín por Alcarràs.
En su primer largo cuenta la historia de Frida, una niña que pasa su primer verano junto a sus tíos y su prima en su casa del campo tras la muerte de su madre. El significado de este hecho en una niña de seis años es Verano 1993. Simón capta el proceso por el que pasa Frida sin florituras, de forma transparente, casi siempre desde su punto de vista. La mirada de Simón es limpia, delicada y honesta con su propia experiencia sin tener que subrayar nada. Uno de los inicios de carrera más prometedores en mucho tiempo para una de las directoras españolas del futuro.
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Imagen de portada directoras de cine españolas: Mi vida sin mí (Isabel Coixet, 2003)
