Se cumplen 25 años de la muerte del productor de ‘Viridiana’, que dio nombre a los prestigiosos premios de la Academia a la investigación histórica sobre cine español
Ricardo Muñoz Suay, el hombre que estuvo allí

Este 2 de agosto se cumplen 25 años del fallecimiento de Ricardo Muñoz Suay, al que hoy recordamos como «el productor de Viridiana» pero fue una de las figuras claves del cine español de la segunda mitad del siglo XX. Durante dos décadas su nombre ha bautizado los célebres premios a la investigación historiográfica sobre nuestro cine, al tiempo que se convertía en parte de más y más trabajos que forman parte de la misma, ya que aparece con su trabajo una y otra vez asociado a sus grandes títulos.
Como relaciones públicas y hombre para todo de la Unión Industrial Cinematográfica, SA, la mítica UNINCI, Muñoz Suay estuvo presente de una manera u otra en ocho años clave para el cine español dentro y contra el Franquismo, los que van desde ¡Bienvenido Mr. Marshall! (1953), donde ejerce de ayudante de dirección, hasta la propia Viridiana (1961), en la que a veces se le atribuye la iniciativa de enviar una sinopsis edulcorada al Ministerio de Información y Turismo.
La cinta de Buñuel, en cuyas muy locas peripecias para burlar a la censura participó siempre directamente, fue su primer trabajo como productor ejecutivo, pero no el último. Si con Bardem y Berlanga trabaja también en Esa pareja feliz, su rol de director asistente lo lleva a participar en coproducciones muy propias de la época como Los amantes del desierto (1957) o La máscara de Scaramouche (1963).
También ejerció como uno de los padrinos de la Escuela de Barcelona produciendo algunas de las cintas de Jacinto Esteva, como Después del diluvio (1966) y el Nuevo Cine Español, ejerciendo de nuevo de director asistente en la ópera prima de Basilio Martín Patiño, Nueva cartas a Berta (1965). Igualmente trabajó con Joaquín Romero Marchent, en Fulano y Mengano (1957), y no se le cayeron los anillos de participar en el explotation produciendo a León Klimovsky en La saga de los Drácula (1973) y La rebelión de las muertas (1973) o a Amando de Ossorio en La noche de los brujos (1974).
Cineastas tan diferentes como José Luis Berlanga, Gonzalo Suárez y Jaime Camino lo consideraban un apoyo fundamental en sus carreras. Fue miembro fundador de la Academia del Cine y el primer director de la Filmoteca de la Generalitat Valenciana. El Instituto Valenciano de Cinematografía lleva su nombre. Podemos considerarlo un pionero en la conservación del audiovisual como memoria porque, de alguna manera, a pesar de que se resistió a escribir unas memorias, el cine había servido para conservar las suyas sobre la represión.
Ricardo Muñoz Suay, de «topo» a relaciones públicas
Siguen siendo polémicas sus diferencias con la dirección PCE, del que fue militante, y el grado de «brazo cultural» del mismo que pudiese tener UNINCI, a la que las multas por los pases de Viridiana alrededor del mundo acabaron por hundir, como subrayaba la historiadora Alicia Salvador en un libro que se tituló, precisamente, De ¡Bienvenido, Mister Marsall! a Viridiana (2006) sobre la revolución que supuso la productora en su momento.
Muñoz Suay había perdido la Guerra Civil del lado republicano y luego fue uno de los célebres «topos», permaneciendo escondido seis años en un zulo en casa de su madre en Valencia a mitad de los años 40, lo que inspiraría la película El hombre oculto (1971), de Alfonso Ungría. Más tarde pasó dos años y medio en las cárceles franquistas, de las que salió en 1949.
Capaz de relacionarse igual con la gauche divine barcelonesa que con la más castiza industria madrileña, comunista de pro pero que, según Juan Antonio Bardem, no se soportaba con Carrillo y al mismo tiempo el ‘arreglatodo’ de UNINCI que sabía cómo moverse entre las autoridades franquista a pesar de su expediente carcelario, Ricardo Muñoz Suay estuvo, de una manera u otra, relacionado con todos los momentos clave del cine español entre los 50 y los 80.
Esteve Riambau le dedicó un libro financiado por la Filmoteca de Valencia en 2007 titulado Ricardo Muñoz Suay. Una vida en sombras, aunque en 2017 otro texto de aniversario lo recordaba como El hombre visible. El «topo» que supo hacer relevantes a los demás desde un discreto segundo plano pero siempre estuvo ahí.
Imagen: Ricardo Muñoz Suay con Buñuel en una foto de archivo – Filmoteca Valenciana
