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Loli Tormenta: Villaronga se despide sin brillar

La película póstuma del director mallorquín es una ‘feel-good movie’ que no encuentra su tono entre el carisma de su protagonista y los vericuetos del cine familiar

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Un tiempo conocida como Loli Tormenta, estrella del atletismo, Lola (Susi Sánchez) es hoy una señora mayor que se encarga de cuidar de sus nietos, que han perdido a su madre. Vive con el agua al cuello, tanto que necesita pedir dinero para que el banco no les quite la casa. De un día para otro, los niños descubren que su abuela tiene Alzheimer. Para que no les separen de ella, los chavales deberán esconder a Lola de otros adultos.

Loli Tormenta es la película póstuma de un director especial como Agustí Villaronga, que falleció hace solo dos meses. Seguramente consciente de que iba a ser lo último que hiciese en cine, el director ha dejado la primera nota abiertamente positiva y cómica de su carrera como cierre. Una película en tono feel-good y con voluntad de acercarse al cine familiar pese a que asome por todos lados el peso de la enfermedad y la decadencia que marca el final.

Como ya pasó el año pasado con Lugares a los que nunca hemos ido (Roberto Pérez Toledo, 2022), es muy difícil mantener el análisis separado del adiós de Villaronga, con toda la carga emocional que conlleva. Más si se tiene en cuenta ese carácter luminoso y también triste que tiene esta última película. Asumiendo esas interferencias, esta película de buenas intenciones se queda a medias en sus objetivos y bastante lejos de las mejores películas del mallorquín.

Susi Sánchez, la brújula de Loli Tormenta

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La película, a priori, tiene mimbres y hechuras para que sea «la película que te va a hacer sentir bien» del año: una actriz carismática entregada a la causa (Susi Sánchez), varios temas duros (la enfermedad, la pobreza) tratados desde la humanidad y un buen director a los mandos. De hecho, en un inicio, cuando Sánchez asume el peso de la película y asienta el tono, Loli Tormenta funciona como el mejor Daniel Sánchez Arévalo.

Pero según se apaga la presencia de su personaje, la película pierde también su brújula humorística y dramática. Y se apaga demasiado pronto. Una vez que los niños asumen el mando, se deja de percibir el hilo que da una verdadera sensación uniforme a la película. Sin decidirse entre el tono abiertamente infantil o la dramedia adulta, el filme quiere ser a ratos Solo en casa (Chris Columbus, 1990) y otros El hijo de la novia (Juan José Campanella, 2001). Y la mezcla no funciona.

Los niños perdidos

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Al final, el problema de Loli Tormenta es muy parecido al de otras tantas películas españolas —y extranjeras— obsesionadas con llegar al público familiar: dar un protagonismo a los niños que no pega con la propuesta inicial. Temas como la educación, la dependencia, el tratamiento del Alzheimer o el deporte parten desde un punto de referencia adulto, que configura el universo lógico del filme, hasta que se quiere cambiarlo para hablar de los niños, infantilizándolo todo pero sin realmente abandonar una perspectiva adulta.

Si se quería hacer una película familiar que respetase de verdad la identidad y la forma de ver el mundo de los niños, podrían haberse fijado en lo que hace Llenos de gracia (Roberto Bueso, 2022), que lo tiene dentro de su ADN. En la última película de Agustí Villaronga se entiende que los niños son los portadores de ese mensaje de ilusión y esperanza hacia el futuro, pero lo acaban haciendo de una forma vacía. Asumiendo un papel que no les corresponde en su vida, terminan cogiendo ese rol perdido también dentro del filme.

Ya sea cosa del montaje, una dirección con una presencia más limitada o de puro concepto de guión, el caso es que Loli Tormenta no termina de encontrar la unidad de tonos dramáticos y humorísticos que debería para que sea esa feel-good que deseábamos que Villaronga nos hubiese regalado como despedida. La película aguanta el envite por el saber hacer de Susi Sánchez, pero, desgraciadamente, no da mucho más que eso.

Imágenes: :Loli Tormenta – Caramel Films (Montaje de portada: CINE CON Ñ)
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