El nuevo policial de RTVE tiene apariencia convencional pero suficientes elementos propios para merecer la oportunidad de distinguirse
Una sequía especialmente virulenta desciende el nivel de un pantano en Extremadura lo suficiente para que aparezca el pueblo sumergido hace décadas en él y, de paso, dos cadáveres cuya identidad se desconoce. La investigación la dirigirá una detective natural de la zona pero acaba de regresar tras pasar fuera un tiempo y que se enfrenta por ello a varios conflictos personales. Intereses políticos a uno y otro lado de la frontera con Portugal irán complicando el caso.
La España Vaciada como tema se mezcla aquí con las urgencias climáticas en un thriller que, si algunos están comparando ya con Bron/Broen a la hispanolusa -habría tenido más gracia llamar a algo así ‘La Raya’, hasta hay un chiste dentro de la serie con eso- es por su naturaleza fronteriza, pero que tiene su tema principal en la familia, la memoria y sus herencias. Aderezado, además, con los callejones sin salida que nos aguardan en «provincias», tanto a nivel personal como político, y las consecuencias de todo lo anterior combinadas.
De paso, ya que la aparente villana con dinero y poder de turno es propietaria de centrales hidroeléctricas, dadas ciertas prácticas de Iberdola&Co recientes, la serie dialoga con la crisis energética en la que nadamos alegremente. Está bien que una serie de RTVE se meta en semejantes jardines, por supuesto, aunque el nivel de frustración que provoque dependerá de si se limita a utilizarlos como mera excusa para el suspense o, al contrario, es la trama criminal la que sirve de vaselina para envolverlos.
Crítica de Sequía, capítulo 1, sin spoilers

El tono se la juega entre el thriller rural ‘a la nórdica’, más propio de tiempos recientes, y el internacional de conspiraciones ‘a la Bourne‘, con la fotografía olvidándose del naturalismo y pasando del sucio True Detective al excesivamente limpio de la trilogía de Batman de Nolan según le conviene (funciona bastante mejor lo primero). Cáceres y Lisboa aparecen preciosas pero sin refregar demasiado la estampa. La cosa política habrá que verla según avance la trama, si se queda en adorno para darle cosas que hacer a la protagonista o se profundiza en ella. Ahí estará, probablemente, lo que haga de Sequía una serie más o ese policial brillante que siempre esperamos de TVE y nunca acaba de darnos.
En cuanto a Elena Rivera, como cabeza de lo que solo aparentemente es un relato coral, hay que destacar el cambio de dicción y expresión corporal que opera para meterse en un papel que tampoco es que parezca, por el momento, el colmo de la innovación, pero al que tratan de darle al menos cierta credibilidad. Miguel Ángel Muñoz hace su papel de chuleta de siempre pero un poco más espabilado que de costumbre -y el tópico de periodista ratita que hace existe, háganme caso, aunque no estemos tan buenos-. Miryam Gallego y Juan Gea parecen ahí para despistar: relacionamos a los actores con un determinado arquetipo esperando que lo cumplan cuando está claro que sus personajes tienen truco.
Hay algún momento donde la juegan, como en la presentación del personaje de Rodolfo Sancho, que roza el larguero de hacer un poco el ridículo. Lo mismo con la persecución que presenta al detective portugués de Marco D’Almeida, metida para lucir las localizaciones lisboetas pero que cuando el maleante de turno empieza a tirar fruta al suelo para entorpecer recuerda de golpe a los tópicos que parodia en sus monólogos Goyo Jiménez. Y finalmente, ¿la Policía en España usa ‘caucásico’ para identificar la etnia de un cuerpo? ¿En serio?
Con un episodio apenas, digamos que Sequía se presenta como un policial efectivo, con unos intérpretes más seguros de sus personajes que el propio guión, sobre todo la protagonista, y una intriga que sin ser el colmo de originalidad tiene los suficientes elementos poco habituales como para ser interesante. Si opta por un suspense vamos a llamar neorrural, una trama culebronesca o un thriller más convencional, lo dirán los próximos capítulos. El despliegue de su piloto merece, al menos, una oportunidad.
Imágenes: Sequía – RTVE
Puedes ver Sequía, capítulo 1, aquí.
