La serie parodia sobre los modernos es un chiste tan interno que no puede interesarle a nadie que no esté en su burbuja, y se convierte en una especie de metaparodia que trasciende su propia condición de colección de sketches a lo José Mota
Putos Modernos retrata las formas de vida de «los modernos», subespecie de homínido preponderante sobre todo en los barrios de alquileres más caros de las grandes ciudades y cuya competencia interna por tener las costumbres más exclusivas y originales la lleva a refocilarse en el más sonrojante de los ridículos. La serie está basada en la parodia vía redes del colectivo PutosModernos y se compone de minisodios de 2 a 4 minutos. Es decir, son sketches a lo José Mota o Los Morancos, pero sobre gente moderna. Y todo es, como resultará previsible, muy moderno.
Que me perdone Filmin, a cuyos policiales británicos y su catálogo de cine y series del año de la Polka soy adicto como los modernos de esta serie a la kombucha, pero esta serie solo podían estrenarla ellos. Atresplayer podría tener la sensibilidad necesaria para notar que aquí hay dineros y que puede tener gracia, pero la plataforma de Antena 3, hogar de las series turcas y eso, carece de pedigrí elitista. Y es verdad que Movistar Plus+ o FlixOlé no las vemos tanta gente, pero de una se habla mucho y en la otra la estrella es Mariano Ozores. Y eso sí que no. Noli me tangere.
En fin, que la cosa de Putos Modernos es que no está claro hasta qué punto verla es, en sí misma, un ejercicio de modernos. Más que nada porque esta misma crítica la han hecho mejor y más entretenida Por H o por B, por decir una en una plataforma que vería un moderno, Riders o Grasa —encima con la lectura de clase muchísimo más explícita y como motor de la trama— o cualquier serie de los hermanos Caballero. Pero claro, ver La que se avecina o reírse con Machos alfa no es exclusivo. No es una lixiviación.
Gente con clase y clases de gente

Y claro, al final la serie cuenta más por existir que por el contenido. Los capitulitos son básicamente chistes alargados, para que encajen con un post de Instagram de @putosmodernos. Los cuatro primeros episodios subidos a la plataforma se ven en 10 minutos, cosa que servidor de ustedes agradece, pero precisamente por eso se nota que están hechos para ser comentados en los saraos de los círculos en que se mueve esta gente. Ya saben. Los modernos.
Putos Modernos es como si Pep Guardiola hiciese un chiste. Que les digo yo, en plan, «ay, es verdad, ganamos siempre en posesión. Es que, qué buenos somos. Pero además tenemos sentido del humor, porque lo de la posesión lo acabo de decir yo, o sea, soy invulnerable». ¿Me siguen? Como aquel tuit de Errejón del núcleo irradiador. Nos reímos de nosotros mismos como nadie más se ríe de sí mismo, esto es megamoderno. O sea. Quicir.
Esperen, que he dicho lo de la clase social. En al menos dos de los cuatro episodios a un chiste acerca del clasismo implícito de la condición de moderno, en la que seres humanos empeñados en ser los más sanos o los más ecológicos abusan de un tercero precarizado. Una de las invitadas que ejerce de precarizada es la humorista y presentadora Inés Hernand, protagonista de un reciente enésimo debate ‘chorras’ en redes.
La aludida se quejó, probablemente con razón, de que a sus compañeros copresentadores en el Benidorm Fest les pagaron más del triple que a ella: 50.000 euros frente a sus 15.000. Como pidiendo solidaridad a las redes por la inyustisia. Y claro, aunque lo de que le paguen menos por el mismo curro está feo, muchos de sus seguidores, aunque sea por edad, no cobran esa cantidad en un año, no digamos ya en tres o cuatro días, o una semana. Y se le echaron al cuello. Pues ese tipo de denuncia de clase, tan cara a nuestra izquierda española, hace esta serie.
Putos Modernos, más que una serie

Hay que reconocerle el mérito a Putos Modernos, en realidad. Es la metaparodia. Su formato, su reparto y su misma existencia dejan más en evidencia la modernez y sus taras que los sketches de especial de Nochevieja que contiene. Es imposible que sus creadores no sean conscientes, y desde aquí les aplaudimos por haber logrado dar vida a la cuadratura del círculo, la piedra filosofal, el producto perfecto. Como el chiste del tipo que corrió tan rápido alrededor de un árbol que se dio por culo a sí mismo, digamos.
Bueno, que ya saben. Que si son ustedes modernos, vean Putos Modernos ensayando su risa de suficiencia y el gesto de menear en el aire una copa de vino. Si no, si quieren reírse de los pijos y los clasistas, pues pónganse Grasa o El Pueblo. En Filmin está también Doctor en Alaska, que aunque se lo intenten apropiar los modernos, en realidad era de indies de hace 30 años y serie de confort de esas. De no pensar, pero siendo consciente de que no estás pensando, no sé si me explico.
Imágenes: Putos Modernos – Filmin
