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‘Upon entry’ explica cómo de difícil puede ser entrar en Estados Unidos

La película que le ha validado la Biznaga de Plata a Alberto Ammann encierra a una pareja en un aeropuerto de Nueva York

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Alejandro Rojas y Juan Sebastián Vásquez son dos cineastas venezolanos que ahora viven en Barcelona, pero que han recorrido mucho mundo. Ahora cuentan y expanden sus experiencias personales como extranjeros desde un país latinoamericano en Upon entry (La llegada), una milimetrada película española que se acerca a la agresividad de las políticas migratorias de Estados Unidos y que le ha validado a Alberto Ammann la Biznaga de Plata a la Mejor Interpretación Masculina en el Festival de Málaga 2023.

La viven en primera persona una pareja (interpretada por Bruna Cusí y Ammann) que, de un momento a otro y sin información, se ve encerrada en la zona de inmigración del aeropuerto de Nueva York. Ella es española, él, como los cineastas, venezolano. Rojas y Vásquez recogen la dureza de los controles fronterizos en Norteamérica mientras plantan la duda o el prejuicio de qué está pasando exactamente o si ocultan algo cada una de las partes implicadas.

Después de ser reconocida por la crítica (Premio FIPRESCI) en el prestigioso Tallinn Black Nights Film Festival, Upon entry ha llegado a España con premio bajo el brazo en el Festival de Málaga. Así aterriza en casa la película española, que propone un tour de force psicológico a partir de un problema real: la dureza de los controles fronterizos en Norteamérica, especialmente si pretendes quedarte en el país cuando eres ciudadano sudamericano.

“Estados Unidos tiene un grave problema, de odio profundo”

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Juan Sebastián Vásquez y Alejandro Rojas, directores de ‘Upon entry’, en el photocall del Festival de Málaga 2023. Foto: Álex Zea/Festival de Málaga

Con la misma precisión que en la película, los directores comentan a Cine con Ñ las que consideran algunas de las claves de lectura de Upon entry desde Málaga: “Habla de las migraciones, de lo injusto que son las fronteras y los procesos del cruce, que una persona pueda o no acceder a un territorio. Y todo esto no tiene sentido si no ves las consecuencias de lo que le pasa a una persona o, en el caso de la película, de una pareja”, comenta Juan Sebastian Vászquez. Una Cusí y un Ammann que entran en un aeropuerto, “un limbo, porque no estás ni dentro ni fuera de ningún lugar” o “una boca del lobo de la que no pueden salir”, define Rojas.

Preguntados sobre si las condiciones para entrar en Estados Unidos habían empeorado en los últimos años, ambos directores coinciden en que sí, pero también aseguran que “este tema de maltrato migratorio viene de mucho atrás”, dice Rojas. El director cree que hay una xenofobia latente: “Es un grave problema que tiene Estados Unidos, de odio profundo: ahí sí que están los blancos supremacistas”. El director siente que el país es “muy complejo y se ha vuelto muy violento”.

Vásquez insiste en las profundas raíces del problema asegurando que, por ejemplo, Obama, “que tiene tan buena imagen internacionalmente”, “luego ves las estadísticas y ya tenía políticas migratorias terribles, nefastas. Se popularizaron con Trump estas películas, pero venían de mucho antes. Lo que hizo Trump fue darles mucho poder al discurso y el espacio público, y casi institucional”.

Las capas de Upon entry y cómo captarlas con la cámara

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Upon entry no pretende ofrecer solo una crítica general al sistema migratorio en Estados Unidos, sino también matizarlo y darle otra capa de desigualdad: no es lo mismo ser inmigrante europeo que sudamericano. Cusí interpreta a Elena, una española, mientras que el premiado personaje de Ammann, Diego, es de Venezuela. “Ahí queríamos mostrar la vulnerabilidad de lo que puede sentir un venezolano en el extranjero”, dice Vászquez, frente a ella, que “tiene la vida hecha, con muchos privilegios en ese proceso. Aunque entiende que esos privilegios se pueden resquebrajar”, avisa Rojas.

A su vez, tanto con Diego como con el del personaje de la policía interpretada por Laura Gómez, la película se mete en otra capa extra: la del migrante desfavorecido que, a su vez, también puede disfrutar de ciertos privilegios. Ambos afincados en España, Alejandro Rojas y Juan Sebastián Vásquez, detallan que con la historia de Diego buscaban plasmar una historia “muy cercana a la nuestra”, comenta Rojas, y así poder llegar a saber “quién es Diego y los privilegios que ha tenido a su vez”. Vásquez especifica que su personaje lo ha pasado muy mal, pero “ha migrado en avión. Ha tenido el privilegio de entender cómo se mueve en el mundo y es universitario”.

La película se cuida así mucho de administrar todas estas dimensiones y lo que sabe o no sabe el público, normalmente tan desorientado como sus protagonistas: “Vas conociendo a los personajes a través del interrogatorio. Alberto y Bruna hacen que muy poco ya lo veas. Y solo a partir de un cierto momento tienes más información”, dice Rojas que cree que “a veces, cuando expones demasiado en películas, te saca. Aquí buscamos a exponer a cuentagotas, pero siempre haciendo que la historia avance”.

Vásquez, que también ha sido director de fotografía de la película, ha explicado que este planteamiento se hizo con mucha preparación previa y con dos cámaras para no perderse detalle. “Había que hacer que la cámara capturara todo: lo que se dice, pero también lo que dan a entender los gestos. También de los policías”. Con esa intención usaron planos que “van acompañando las emociones, pero en segundo plano, sin estar demasiado encima”. El director ha asegurado que si hubieran tenido mucho más presupuesto “no habríamos hecho algo muy diferente”.

Imágenes: Upon entry – Karma Films
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