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Fronteras fugaces de una Venezuela en crisis

Álvaro F. Pulpeiro estrena ‘Un cielo tan turbio’, película que se acerca a la crisis industrial del crudo en Venezuela explorando sus paisajes

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Mientras el precio del barril de petróleo sigue creciendo y Estados Unidos maniobra para que la empresa petrolera Chevron opere en Venezuela, en España se estrena en cines Un cielo tan turbio, película de Álvaro F. Pulpeiro que se acerca a la crisis industrial del crudo que ha estado viviendo el país sudamericano desde el histórico embargo económico estadounidense. Pulpeiro propone un lírico viaje al país latinoamericano visitando sus desconocidos y decadentes espacios fronterizos, donde se mueven como fantasmas refugiados, piratas y contrabandistas que sobreviven al margen del funcionamiento del estado venezolano.

Después de pasar por CPH:DOX o el Festival Europeo de Sevilla, Begin Again Films estrena el 25 de marzo en cines esta película que se rodó antes de la llegada de Joe Biden a la Casa Blanca, de la pandemia y de la decisiva guerra Ucrania-Rusia, pero que hoy aparece como poético contexto a todo lo que está pasando. Pulpeiro se acerca a los ‘pimpineros’, esas personas que se ganan la vida vendiendo la gasolina de contrabando, parias de la tierra captados en la calle durante la “hora mágica”.

De Nostromo a la frontera “fugaz y efímera” de Un cielo tan turbio

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En conversación telefónica con Cine con Ñ, el director de Un cielo tan turbio explica que cuando empezó la última gran crisis en Venezuela, con el embargo y el bloqueo económico impuesto por los EEUU de Trump, la actividad de los ‘pimpineros’ “se empezó a volver algo más delicado a nivel geopolítico, porque estaban desafiando medidas de bloqueo al petróleo venezolano y sacándolo por la frontera con Colombia. Se volvió una forma de pirateo, de irreverencia”.

Pulpeiro relaciona esas acciones de venta furtiva, ajenas al funcionamiento del Estado, con Nostromo, la famosa novela de Joseph Conrad. Fue la primera inspiración para la película: “La línea central de la novela son realmente una serie de sujetos, un poco díscolos y apátridas, contrabandeando los lingotes de plata, producto bruto del pulmón económico del Estado. En este caso es el petróleo”. Para el director, “Nostromo abrió un canal para poder enfrentarme con realidades múltiples, ambiguas, irreverentes y, sobre todo, indomables”.

A partir de ahí nació la idea de “una historia que narrase el concepto de habitar un paisaje, una frontera, de forma fugaz y efímera”. El director de la película define a estas personas que la pueblan como “criaturas de la medianoche” que no llegan “a ser personajes, sino casi presencias incadescentes, que te van llevando con cada imagen pero que no las puedes poseer”. Pulpeiro consiguió finalmente acceso a la zona por una amistad que hizo allí y rodaron Un cielo tan turbio “en períodos muy cortos, con precisión y mucha investigación detrás”.

La pluralidad de crisis y el discurso político en Venezuela

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Un cielo tan turbio registra esos paisajes durante la hora mágica, cuando “no hay sol, ni sombra y por tanto tampoco tiempo” y descubre en el crepúsculo los efectos de la crisis venezolana en su heterogeneidad. “Desde Occidente tendemos a pensar en las crisis de una forma homogénea, pero en Venezuela puedes hablar de una pluralidad de crisis. Ahí en un nivel muy grande ambigüedad en los niveles de esas crisis. Sobre todo si estás en esas zonas petroleras, las más afectadas por el embargo” y cita las zonas de Maracaibo o zonas de Punto Fijo como las más golpeadas por tener toda esa infraestructra industrial.

Para Pulpeiro, acercarse a esos parajes no podía ser “con ideas fijas. Si vas con el propósito de que vas a descubrir algo acabas absolutamente derrotado. Es lo que me pasó: hoy a lo mejor estoy más confundido sobre Venezuela que cuando llegué. Creo que esa confusión es parte de la naturaleza de la crisis, que no opera de una forma total y única, sino como una ramificación que se empieza a contradecir y crecer encima de sí misma, retraerse y volver a empezar”. Según el director, eso sucede porque “hay una desconexión total entre instituciones y una corrupción y una putrefacción que lo carcome todo”.

Sobre la dificultad de entender lo que sucede en el país, el director asegura que en la película tiene “un lenguaje en el que intenta mediar con esos matices y con mi propia inhabilidad de entender, comprender y asimilar una imagen clara y precisa”. Por eso en la película el discurso político solo se oye y no se ve, en las voces de Maduro, Trump o Guaidó en la radio: “Llega desde una lejanía, de una forma tan abismal y vertiginosa, que se acaba convirtiendo en fluido, en un Frankenstein de cuerpos incoherentes que al final crean una figura casi monstruosa. El ciudadano está asumiendo y escuchando, pero el significado que está creando es a partir de mensajes contradictorios que empiezan a solaparse y ahogarlo, dentro de ese no-signficado”.

Finalmente, si Pulpeiro tuviera que posicionarse, se posiciona del lado “de los piratas”, de esos sin tierra que habitan las zonas fronterizas de la película. Y para apoyar su posición cita a Jean Genet: “Decía que la traición es la forma suprema de liberación. La traición nacional, la traición a los valores y a los símbolos que en cierta forma te definen antes de nacer y después de haber muerto”. Para Pulpeiro, “hay una potencia en esa traición. Hay un realismo un poco hardcore donde esas personas no son súbditos de ningún estado ni imponen una narrativa sobre ellos sino que hacen nación al andar de forma anárquica y absolutamente transgresora”.

Imágenes: Un cielo tan turbio – Begin Again Films


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