Rubin Stein desactiva el terror con niños a base ambigüedad religiosa pese a no conectar del todo su discurso histórico
Tin & Tina: Hay que tener fe

Tin & Tina cuenta la historia de Lola y Adolfo (Milena Smit y Jaime Lorente), un matrimonio español de principios de los 80. Tras casarse, ella sufre un aborto y cae en una profunda depresión. Como forma de recuperar a su mujer, Adolfo decide que podrían adoptar a algún niño en un convento cercano. Allí, Lola se encariña de dos niños de apariencia angelical llamados Tin y Tina, que finalmente acaban en la casa. Pero la obsesión cristiana de los pequeños empieza a chocar con la falta de fe de su nueva madre.
Rubin Stein hace su primera película en largo desplegando este misterio infantil que extiende su trilogía de cortometrajes bautizada como Luz & Oscuridad (entera disponible en Filmin), y en concreto lo que se veía en su corto del mismo nombre de 2014. Aunque pueda parecer otra cosa,Tin & Tina no juega tanto en la extensa liga del “terror con niños” —aunque sean claras sus rubias referencias a clásicos como El pueblo de los malditos (Wolf Rilla, 1960)— sino más bien a la de la tensión a base de ambigüedad y pequeños clímax thrillerescos.
La película es así un tira y afloja sobre la milenaria y temible presencia de lo religioso y, a la vez, una recreación de los “grandes éxitos” de la España de principios de los 80, en lo que ocurre entre el 23-F y la victoria del PSOE en las elecciones de octubre e 1982. Tin&Tina es seguramente más válida como lo primero: un ejercicio casi demodé sobre la fe (o la falta de ella). Así, lo esencial, los puntos ciegos que quiere mantener Stein se preservan hasta el final dentro de una apuesta que no quiere complicarse mucho la vida.
Los caminos del Señor

Es cierto que Tin & Tina no empieza especialmente bien. Su arranque es demasiado genérico, lastrado por automatismos narrativos que simplifican las explicaciones de lo que ocurre y asfixian al máximo los diálogos —ya de por sí demasiado expositivos a lo largo de toda la película—. Pero, a medida que la dinámica entre los niños y el personaje de Lola se va asentando, encuentra la forma de desarrollar una tensión moral y divina que guía la película hasta el final.
En el fondo, Stein sí que consigue plantear un discurso que no por poco original deja de tener sentido: la fe en Dios puede representar, como la trilogía de cortos del director, luz y oscuridad al mismo tiempo. Puede ser una liberación o la peor de las cárceles. Más que elaborar un planteamiento intelectual al respecto, Stein se queda en esa doble interpretación de lo religioso como forma de cebar el juego de la película.
Sin recrearse demasiado en su iconografía, el director y su equipo demuestran tener talento para andar por la cuerda sin caerse. Stein cambia ágilmente el tono y la lectura de una escena en cuestión de segundos. Ahí se cuelan todo tipo de referencias cinematográficas, aunque seguramente la que más influencie su planteamiento sobre el contradictorio cristianismo sea la de Buñuel. Claro, en Tin & Tina se pasa por agua a Buñuel para dar con una versión de género menos retorcida, que solo adquiere verdadero peso específico en el rostro de la felizmente recuperada Teresa Rabal.
Esta España nuestra en Tin & Tina

Donde la película sí que no consigue pasar de anécdota es en su diálogo con su contexto histórico. Esta crítica no pasaría de comentario a pie de página en otros casos, pero es que en el planteamiento de Tin & Tina hay un empeño específico e intencionado a la hora de situar la película entre el período que pasa entre el golpe de estado del 23F y la llegada del gobierno socialista. Stein quiere hacer un claro paralelismo entre la situación política y social en la España de entonces con la historia del matrimonio y los niños adoptados. Y las Transiciones no funcionan.
El director y guionista quiere casar el particular con lo general, básicamente, a través de un elemento cultural colocado a conveniencia: la televisión. Aunque Stein acierta al introducir un medio que estaba en su momento de máximo apogeo, en Tin & Tina se insiste en colocarlo como marcador de avisos externo sin integrarlo realmente en un discurso que, en realidad, podría haber profundizado aún más con la aún omnipresente presencia del catolicismo en los ordenes sociales de entonces. Eso si de verdad se quería relacionar directamente con la época y así ponerle un lazo al todo.
Con todo,Tin & Tina es una película potable, que salva sus irritantes cesiones comerciales con buenas ideas de disposición y ejecución cinematográfica. Es evidente que Stein tiene capacidades como director y las usa cuando quiere contrastar distintos acercamientos a la religión o estirar la agonía temporal de determinadas escenas. El todo podría haber estado algo mas a la altura de la ambición de la propuesta si se hubiese integrado de verdad con un insistente marco social y cultural. Pero aquí no estamos para elegir entre ángeles o demonios.
La puedes ver online en
Imágenes: Tin & Tina – Filmax (Montaje de portada: Cine con Ñ)
