La serie de Prime y RTVE cumple su objetivo de transmitir la hazaña que supuso el hecho histórico original y al mismo tiempo entretener con una historia de gañanes encallecidos en alta mar
Sin límites: Maravillosa revertada épica

Con Sin límites nos subimos a los barcos de Fernando de Magallanes y Juan Sebastián Elcano en su vuelta al mundo, desde el proyecto del primero rechazado por los reyes de Portugal hasta las dificultades de la expedición para encontrar el ambicionado paso a los mares del Sur y finalmente el regreso a España. En seis episodios, se recorren los principales hitos del viaje, las motivaciones de sus personajes y las relaciones entre los marineros conforme los peligros aumentan.
Es difícil esto de hacer series sobre las hazañas de la era de los descubrimientos porque hay que combinar la épica con la que queremos verlas con la realidad de que muchos viajes fueron procesos de desgaste de meses que ponían a prueba la resistencia humana. Hernán quiso caerle bien a todo el mundo y pinchó, El corazón del océano tenía demasiados problemas de falta de medios para lograrlo y apenas Inés del alma mía, tirando de lógicas de culebrón más que de épica histórica, se acercó. Sin límites es lo más parecido a ese equilibrio que hemos tenido recientemente.
Simon West ha dirigido un blockbuster, o lo más cerca que se puede quedar una producción española de serlo, que en su tramo final se revela como una historia sobre la relación de dos hombres (Magallanes y Elcano) y el contagio de la fe en el progreso, pero que al menos consigue resolver bien las partes de «épica pura». Y, quizás por virtud de la coproducción internacional, Sin límites consigue ser una serie histórica en la época del Imperio español que no es acomplejada en ningún sentido, ni azul -«ay, no digas cosas feas de España, que lloro«- ni rosa -«ay, les marineres del siglo XVII no están deconstruides, qué horreur«-.
Crítica de Sin límites con spoilers

No me entiendan mal. En Sin límites se tira de muchos tópicos de este tipo de historias, con todos los giros de motines, indios buenos, indios malos, batallas y demás. Tiene la disculpa de que todos los episodios son hechos históricos, pero al mismo tiempo hay formas y hay maneras, y aquí muchas veces para presentarlo se va a lo fácil. No es que sea algo «malo», solo que es lo predecible. Con una o dos excepciones que luego comentaremos, la cámara y el montaje de West solo quieren cumplir y contar su historia de la forma más efectiva posible con los recursos a su alcance. Así ha ganado Ancelotti cuatro Copas de Europa.
Lo gracioso es que, con todo este esfuerzo de producción, Sin límites consigue asemejarse a Inés del alma mía en lo que Hernán o El corazón del océano fallaron: ser una serie de personajes. Se pone mucho esfuerzo en la relación entre Elcano y Magallanes para justificar el vínculo emocional necesario para la parte final. Las caracterizaciones de ambos son tan históricas como, bueno, la de cualquier personaje de una serie de este tipo, o sea, cero. Y no está claro que Elcano participase en la batalla de Mactán, en la que murió Magallanes, además de que se intenta justificar su participación en el motín de la invernada un poco de aquella manera. Pero dentro de la historia, todo funciona.
Por eso, Sin límites intenta, con mayor o menor éxito, que nos convirtamos en hombres de la tripulación de Elcano, de manera que juega con su propia energía para incrementar la épica mientras nos cansa. Es un cansancio bueno, digamos. El ritmo narrativo hace que en el capítulo sexto el espectador sea un poco como esos tipos con barbas imposibles, canijos y sucios, doliéndole cada muerto que se dejan por el camino -ojo a los personajes no históricos- y deseando llegar al final de un camino demasiado largo. Perdónenme la revertada, pero es la mejor manera de contar estos episodios históricos, casi la única, antes que la épica impostada o el falso morbo a base de boutades de otras recreaciones. Exacto, tipo El Cid.
Hermanos de sal

Como decíamos, West se viene arriba y se sale del manual solo en dos secuencias, con toda la intención de ajustar la historia al objetivo de que acabemos sintiendo que necesitamos una ducha más que el grumete de a bordo. Una es la muerte de Magallanes, que se espera por simple lógica histórica, pero se resuelve en flashbacks a través de cómo viven el momento sus subordinados, lo cual consigue culminar un trabajo de dos capítulos -desde el motín hasta ahí- para transmitir la sensación de comunidad. Esa bien. La mala es… la última secuencia, en la que los marineros, con Elcano a la cabeza, bajan del barco en fila para lanzar conclusiones históricas al espectador en forma de diálogos un poco forzados.
Aunque claro. El resultado completo, como diría Chicho Ibáñez Serrador, a veces es bueno, pero no óptimo. Tiene un par de patinajes con el melodrama que sacan del tono de pseudorrealismo sucio de otros momentos, la banda sonora hace spoilers en escenas que deberían tener suspense, la política de la época se explica de aquella manera y los portugueses como villanos acaban siendo blanditos. Magallanes era mucho menos heroico y más jeta de lo que se ve aquí y Elcano acaba siendo un Han Solo de las marismas. Pero bueno, en general, casi todo funciona.
Llegando a puerto, diremos que Sin límites por un lado hace justicia a transmitir la enorme dificultad de lo que supuso el hecho histórico que retrata, que podemos decir que es su objetivo divulgativo, y por otro cumple en ser una serie entretenida y con sus momentos épicos sobre un grupo de gañanes encallecidos que deciden cumplir con el sueño de un comandante que ni siquiera sigue con vida, pero había conseguido ganarse su lealtad. No me juzguen, cada uno tiene una debilidad y el mío son las revertadas. Si quieren de eso, aquí se van a hartar.
Imágenes: Sin límites – Prime Video
