En el décimo aniversario de la muerte del actor, recordamos su trayectoria más allá del papel que lo convirtió en un icono popular
Sancho Gracia más allá de Curro Jiménez

Sancho Gracia es Curro Jiménez y Curro Jiménez es Sancho Gracia. La potencia del icono popular creado por Antonio Larreta es tanta que su intérprete no pudo quitarse de encima el aura de héroe maldito, de canalla encantador. Algunos de sus papeles de madurez más destacados, como el de 800 balas (2002), de Álex de la Iglesia, que le valió su única nominación al Goya, bebían precisamente de la imagen del actor de soldado viejo y cansado, de héroe de una épica de otro tiempo.
Sin embargo, a diez años de la muerte de Sancho Gracia, también es justo repasar su trayectoria más allá del bandolero y aventuras similares (protagonizó o participó en versiones de La máscara negra e incluso Los tres mosqueteros gracias a su papel estrella). Al fin y al cabo, el madrileño venía de una larga trayectoria en teatro clásico y se formó en el exilio uruguayo bajo el ala de la actriz Margarita Xirgu en Escuela Municipal de Arte Dramático (EMAD) de Montevideo. De ahí que sus primeros escarceos en la televisión fuesen en Estudio 1.
Su juventud uruguaya se reflejó en uno de sus papeles más personales, el de la miniserie Tango (1992), dirigida por Miguel Hermoso para TVE, donde interpretó a un español que regresa a nuestro país tras décadas de exilio en sudamerica y en la que se reflexiona sobre el desarraigo y la madurez. Fue una producción de prestigio en la que participaron, entre otros, el oscarizado Gil Parrondo como director de producción e intérpretes de la talla de Fiorella Faltoyano, Antonio Ferrandis o un entonces jovencísimo Javier Bardem.
Sancho Gracia, un tipo duro

Con su tío Juan Antonio había trabajado Gracia más de 20 años antes en El último día de la guerra (1970), una de las muchas coproducciones de acción en las que se foguearía y con las que se ganaría los cuartos entre los 60 y 70. Así, tendría pequeños papeles en cintas como Oro maldito (1967), de Giulio Questi; Pampa salvaje (1966), de Hugo Fregonese, o Marco Antonio y Cleopatra (1972), de Charlton Heston.
Hay que recordar que antes de Curro Jiménez (1976-1978) Sancho Gracia ya era una cara conocida de la televisión gracias a Los camioneros (1974-1974), en la que había trabajado a las órdenes de Mario Camus y donde interpretaba a a Paco, un transportista que se veía metido en diferentes problemas reconocibles de la época de los que salía que algo de jeta, buenos sentimientos y gracias a los amigos que hacía por el camino.
Ya convertido en una estrella en España, y con su físico de galán de otra época y el papel de Curro Jiménez como carta de presentación, acabó especializándose en villanos, o al menos, tipos violentos y malencarados, propensos a tomarse como ofensas honor casi cualquier cosa, como si fuesen un negativo de su bandolero fetiche. Así le pasó en Cachito (1995), de Enrique Urbizu; Marbella, un golpe de cinco estrellas (1985), de Miguel Hermoso, o Montoyas y Tarantos (1989), de Vicente Escrivá.
Esta última fue candidata a los Óscar por parte de España sin conseguir la nominación, como tampoco lo logró La hora bruja (1985), de Jaime de Armiñán, en la que también participaba. Los premios le fueron esquivos. Se retiró sin un Goya, quizás por su carrera audiovisual se asociaba mucho más a la televisión y los premios de la Academia también han sido siempre un poco esquivos a lo popular y al thriller, donde él destacaba. El TP si le reconoció su labor en Curro Jiménez y también toda su trayectoria.
Teatro y tele hasta el final

Sí que obtuvo reconocimientos por sus papeles secundarios en El crimen del padre Amaro (2002), de Carlos Carrera, o Entrelobos (2010), de Gerardo Olivares. Pero lo que fue rizar el rizo es la trayectoria de 7 pasos y medio (2009), ópera prima de Lalo García por la que Sancho Gracia obtuvo la Biznaga de Plata al Mejor Actor de Reparto… que por diversos motivos nunca llegó a estrenarse comercialmente, por lo cual permanece desconocida para el gran público.
El gusto teatral no lo perdió y uno de sus trabajos de madurez con TVE fue aparecer en la adaptación de Calígula de 2001, en el penúltimo intento de resucitar Estudio 1, que dirigieron Eloy de la Iglesia y Armando Leal, donde su papel de senador romano calculador, hipócrita y superviviente se alejaba mucho de los personajes honorables o violentos en los que se lo tuvo encasillado.
El legado de Sancho Gracia seguirá siendo Curro Jiménez por muchos años y así lo han sabido leer RTVE reponiendo la serie este verano o los guiños que su hijo Rodolfo le sigue dedicando en muchas producciones. Pero no deben tapar a un actor curtido en las tablas, con mucha capacidad de reírse de sí mismo y que trabajó con la mayoría de grandes directores de su generación y alguna de las siguientes. Un héroe popular por sí mismo y no solo por su personaje.
Portada: Sancho Gracia en 800 balas (2002), de Álex de la Iglesia
