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‘Las últimas horas de Mario Biondo’ demuestra que Netlflix es la nueva tele

Al criticar una práctica habitual del ‘true crime’ como es dar por abiertos casos judicialmente cerrados con prácticas amarillistas, la miniserie revela que el ‘streaming’ ya ha asumido todos los vicios de la televisión tradicional en abierto

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Las últimas horas de Mario Biondo es el resumen en tres episodios del caso de la muerte del susodicho, o más bien del enfrentamiento entre su familia en Italia y su viuda, la conocida presentadora española Raquel Sánchez Silva. Además de explicar lo que se sabe de el caso y reconstruir lo demostrable, la serie explica la versión que pone en duda esos hechos y toda la batalla de los Biondo por intentar desacreditar la tesis del suicidio y demostrar que su muerte fue un asesinato en el que estuvo implicada, de alguna forma, su pareja.

Es curioso porque Netflix, como suelen hacer a veces los canales en abierto, se dedica a impugnarse sin querer. Si ha dado la matraca con docenas de true crimes con “nuevas pruebas” y “revelaciones”, ahora estrena otro que critica precisamente ese tipo de prácticas o dar cabida a testimonios de familias que llevan mal el duelo y bulos diversos. Pero este documental parte de una posición, digamos, un poco sesgada. Lo produce y es testimonio omnipresente en el mismo Guillermo Gómez, representante durante décadas de Sánchez Silva, y se anunció justo tras fichar ella por Netflix para presentar un reality. Eso no quiere decir nada sobre la veracidad de lo que aquí se cuente, claro. Solo es antiestético.

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‘Las últimas horas de Mario Biondo’

Además, el true crime se está convirtiendo en el género dominante del audiovisual en streaming. Incluso en la ficción, con El cuerpo en llamas adaptando el crimen de la Guardia Urbana de Barcelona, solo por poner un ejemplo. Aunque, en el fondo, solo sea una evolución de ciertas tendencias del abierto desde los 80 en adelante —90 en España, con la llegada de las privadas—, como los sucesos morbosos de toda la vida y las técnicas narrativas del amarillismo, en nuestro país aterrizadas por el periodismo “del corazón” vía Mediaset en los primeros 2000, luego adoptadas por los deportes —que nunca fueron muy finos— y al final dominantes hasta en la información política.

El agotamiento del true crime

Ese dominio cultural, casi de encarnación del espíritu histérico de los tiempos, convive con un agotamiento evidente del formato puro del true crime… por falta de casos. Este mismo mes se estrenaban dos casos poco canónicos, Se busca millonario, en HBO Max, sobre el caso del billete de Lotería premiado de La Coruña en 2012, y Operación Brooklyn, en largometraje en el Atlàntida Film Fest y pronto como miniserie en RTVE, sobre la llamada “patera aérea” del aeropuerto de Palma de Mallorca en 2021. No son malos productos, de hecho están por encima de la media, pero anuncian que las plataformas piden más de lo mismo y ya casi no hay.

Las últimas horas de Mario Biondo es un true crime más tradicional, ya que trata sobre una muerte real con el suficiente componente de incertidumbre judicial para que un formato de este tipo pueda calificarla de “por resolver” (esto es: alguno, por pequeño que sea). Su particularidad es, precisamente, que trata de todo lo contrario, de insistir en que el amarillismo de los programas de los que este tipo de miniseries es heredera creó un caso abierto de lo que estaba completamente cerrado. Y con el punto extra de estar “protagonizado”, más o menos contra su voluntad, por una famosa televisiva como Sánchez Silva.

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‘Las últimas horas de Mario Biondo’

Que probablemente su versión sea la más cercana a la verdad que puede existir en un caso de este tipo no quita para que, como producto periodístico, la miniserie sea… pintoresca. Aunque se da mucho espacio a la familia Biondo, casi siempre es para contradecirla o mostrarla como agresiva o enajenada, y la mayoría de las fuentes son de personas, de una manera u otra, cercanas o favorables a Silva, con su antiguo representante como máxima expresión. Eso no invalida lo que defienden —que la muerte de Biondo fue un suicidio accidental y las teorías de la familia son un delirio—, pero precisamente por ello lo vuelve poco fiable, lo hace oler a una revancha de la interesada ahora que tiene un altavoz mundial como la plataforma, que sabe que la miniserie tiene un gran público potencial en España, Italia y América Latina.

Mediaset, Atresmedia, RTVE

Casi más interesante es cómo uno de los expertos explica la vida mediática del caso. Cuando Biondo murió, Sánchez Silva trabajaba para Mediaset, así que este grupo no dio pábulo a las declaraciones de la familia, y Atresmedia tampoco para no “promocionar” a una estrella de la competencia. RTVE, por su parte, y parafraseo al comentarista, tiene un código deontológico más fuerte que impide tratar como abierto un caso judicialmente cerrado. Pero cuando la presentadora fichó por la pública, fue su antigua empresa la que dio entrada en España a los Biondo, convertidos ya en dolientes estrellas en su país de origen… que también es el de la propia Mediaset.

Por el camino se tocan muchos temas, aunque son accesorios al conjunto general. Por ejemplo, el machismo, ya que se afirma que a Raquel se la atacaba por ser la mala perfecta en un relato conservador: mujer empoderada y segura de sí misma que se casa con un hombre más joven, muy guapo, que fallece de forma extraña y ella ha llevado por la “mala vida”, frente a la mamma doliente. Etcétera.

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‘Las últimas horas de Mario Biondo’

En general, el relato de los Biondo, como suele ocurrir en estos casos —es decir, en el 90% de los relatos de los true crime, aunque este en particular los desautorice de manera inconsciente— es muy conservador, hasta el punto de que parece partir del hecho de que los padres creen que el consumo de cocaína o la autoasfixia erótica convertirían a su hijo en “un maniaco sexual” (sic). No defenderemos aquí ninguna de las dos prácticas, poco recomendadas por la Organización Mundial de la Salud, pero difícilmente nadie calificaría al pobre hombre de “monstruo” por llevarlas a cabo en algún momento.

El duelo y los dolientes

Es más, la miniserie incluye a un experto en duelo con doble función. En primer lugar explica por qué quizás Sánchez Silva nunca tuvo la actitud que su familia política o el público esperaba de una viuda doliente —seguir trabajando o saliendo con sus amigos, vaya— pero su comportamiento encaja perfectamente con un duelo. En segundo, insinuar que a la madre de Biondo lo que le ocurre es que sufre un estado de negación del hecho sinsentido de la pérdida de un hijo, un trauma difícil de asumir para cualquier persona, quizás el peor tipo de duelo posible para cualquier ser humano.

Claro, uno podría preguntarse por qué este tipo de experto es tan poco habitual en todos los true crimes en general. Apenas algunos como 800 metros o el anteriormente mencionado Se busca millonario se molestan en pararse a dar explicaciones más o menos complejas y humanas, que no justificadoras, de la conducta de sus protagonistas. Algo muy alejado de la retórica habitual de los sucesos, que se suele resumir en formas elaboradas de “hay gente muy mala por ahí y cuanto más diferentes sean a ti, peor”. Por qué en casos en los que las plataformas se han empeñado en presentar como abiertos no aparece alguien y dice “este familiar lleva mal el duelo y necesita ayuda, no un reality a su alrededor”.

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‘Las últimas horas de Mario Biondo’

Quizás esos detalles revelan lo involuntario del trasfondo subversivo de Las últimas horas de Mario Biondo. No está invalidando, para nada, los marcos amarillistas habituales, sino que intenta dar la vuelta a la historia manteniendo el marco. Sánchez Silva era “la buena”, sintió un duelo real por la pérdida de su marido, y los “malos” son la familia. El mismo regusto que deja cuando se refleja el acoso en redes o los intentos de boicotear su carrera que ha llegado a sufrir —veremos si alguien califica esto de cultura de la cancelación, quizás no porque Sánchez Silva no es el tipo de víctima a los que los conspiranoicos de dicha movida aspiran a defender—, dando la impresión de que el problema es que “no se lo merecía”, en lugar del mordaz análisis de Crímenes online, por ejemplo.

Las últimas horas de Mario Biondo es una buena toma de temperatura a cómo las dinámicas del mercado —formato barato de producir y que se promociona solo si el caso ya era mediático— han banalizado ya todo lo que de positivo hubiese aportado la revolución del streaming —aquellos documentales de Netflix que “había que ver”, ¿se acuerdan?—, y que la llamada Edad de Oro de las Series se está cerrando por la vía de que nos encontramos con el mismo tipo de contenidos, los mismos vicios y los mismos prejuicios que en la televisión privada en abierto de toda la vida.

Imágenes: Las últimas horas de Mario Biondo – Netflix España
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