‘La vida por delante’ y ‘La vida alrededor’: La familia según Fernán Gómez

A mediados de los 50 Fernando Fernán Gómez ya había estrenado tres películas como director (Manicomio, El mensaje y El malvado Carabel) pero aún no había obtenido ningún éxito como cineasta -sí como actor-. Con La vida por delante (1958), su cuarto filme, esperaba conseguir ya el aplauso del público y también de la crítica. No pintaba bien: la censura le dio la puntuación más baja a la película y la distribuidora casi se desentendió del filme. Se estrenó tarde y mal pero, para sorpresa de muchos, funcionó y eso facilitó su continuación: La vida alrededor (1959).
Ya durante la escritura de La vida por delante Fernán Gómez tenía bastante claro que quería escribir la segunda parte sobre la vida de unos personajes perdedores y enamorados (interpretados por él mismo y Analía Gadé) a los que todo, o casi todo, les sale mal. Al mismo tiempo también reflejó, como ya haría en otros filmes posteriores (el mejor ejemplo es El mundo sigue), su moderna visión sobre la familia, alejada de cualquier idealismo y pegada -todo lo que permitía la censura franquista- a la realidad del país.
Un díptico sobre una pareja joven, pobre y enamorada
Antonio (Fernán Gómez) y Josefina (Analía Gadé), los protagonistas de ambos títulos, La vida por delante y La vida alrededor, son dos jóvenes que se conocen y enamoran cuando están estudiando en la universidad (él estudia derecho y ella medicina) y se deben enfrentar a una serie de problemas que dificultan su futuro más próximo.
Analía Gadé y Fernando Fernán Gómez eran pareja en la vida real cuando el segundo dirigió estas dos películas y eso se evidencia muchísimo en la química que desprenden los personajes en todas las escenas, en las más divertidas y en las más tristes. . Un buen entendimiento a la hora de actuar que existía entre el matrimonio y que mostraron también en otros títulos del cineasta.
Junto a Gadé, Fernando Fernán Gómez quería contar esta historia, de jóvenes decepcionados que terminan una carrera y ven que no tienen trabajo, desde una perspectiva lo más realista posible. La visión era bastante pesimista: una pareja de enamorados que deciden casarse, encontrar una vivienda y formar una familia (son los objetivos principales que se contemplan) pero la falta de un trabajo estable les lleva a vivir en un apartamento pequeño y al pluriempleo.
La crítica social que realiza Fernán Gómez es de 1956 pero es totalmente atemporal: la base de la película (la crisis vital y económica) podría contextualizarse sin problema en 2021. Fernán Gómez acertando con el retrato permanente de la juventud ya en los años 50: sin trabajo fijo, sin dinero y con un futuro negro.
Si en la primera parte Fernán Gómez dejaba un final bastante pesimista, pese al vitalismo que irradia la pareja protagonista pase lo que pase, ya en la segunda parte, La vida alrededor, decidió enfocar la historia dentro de una cierta evolución positiva: el matrimonio formado por Antonio y Josefina ya ha prosperado un poco económicamente y han tenido un hijo, con el que forman el deseado núcleo familiar.
Aún así, la incertidumbre laboral les sigue persiguiendo y también la mala suerte. Pese a que los personajes han mejorado su situación, la fina ironía que estaba en cada diálogo de La vida por adelante se repite en La vida alrededor, siempre junto a la hipocresía, clasismo, machismo y también la mala leche característica de Fernán Gómez para retratar la época.
Una propuesta original y moderna
«¿Están ustedes ahí? Metiendo las narices en mis asuntos, ¿eh? Es muy cómodo, claro. Se ahorra un poco de la carne, otro poco de la educación de los niños, y un día a la semana, hala, al cine, a fisgar vidas ajenas. No, pero a pesar de todo no les guardo rencor, ustedes al fin y al cabo no se meten con uno. Le contemplan, sonríen, lloran, se aburren, quién sabe…pero no intervienen«.
Este diálogo tan divertido lo dice el personaje de Fernando Fernán Gómez mirando a cámara en una de las primeras escenas de La vida alrededor y se trata de una de las decisiones más ingeniosas de este díptico: ya en La vida por delante el personaje de Fernán Gómez rompía la cuarta pared para lamentarse de su vida buscando así la compasión del espectador. Se trata de una propuesta de estilo muy original que genera interés por parte del público, además de un recurso nada habitual en nuestro cine.
Con decisiones así Fernán Gómez consigue realizar dos películas frescas, ingeniosas, divertidas, recurriendo a la mirada a cámara cada vez que un personaje quiera lamentarse o quejarse de algo: en La vida alrededor le dio un giro y ese recurso les sirve a cualquier personaje (su mujer, sus padres o sus suegros) para criticar cualquier problema provocado por Antonio (Fernán Gómez).
Aquí hay que hacer mención a la habilidad en el manejo de secundarios: José Isbert haciendo de un adorable tartamudo (de las mejores secuencias de La vida por delante), Gracita Morales siendo alumna de Fernán Gómez (uno de los múltiples trabajos de su personaje es el de profesor), Manolo Morán interpretando a un ladrón que tiene estudiado el Código Civil, Manuel Alexandre como amigo mujeriego, Agustín González como compañero de trabajo de Fernán Gómez o Rafaela Aparicio como la divertida y pasota asistenta en la casa familiar. Una maravilla.
Las dos películas resultan muy originales vistas desde hoy. Salvo algún que otro comportamiento machista, la idea de que para estar juntos deben casarse y que el progreso se basa en tener una buena casa y muchos hijos, se podría decir que han envejecido bastante bien. El personaje de Analía Gadé, Josefina, es bastante relevante: una mujer que quiere tener su propio trabajo y cierta independencia y que no duda en enfrentarse a su marido, bastante pusilánime, por el motivo que sea (muy divertida toda la trama de La vida alrededor donde decide hipnotizarlo).
La vida por delante y La vida alrededor se deberían reivindicar mucho más. Es incomprensible que no estén disponibles en ninguna plataforma digital (puede que sea un tema de derechos): ni en Filmin ni en Flixolé donde, por cierto, hay muy pocos títulos del Fernando Fernán Gómez director. Estamos ante dos joyas del cine español, no hay ninguna duda.
