Es la película maldita de Fernando Fernán Gómez, un documento crudo sobre la trampa de la mediocridad y la pobreza durante la Dictadura
El mundo sigue: Amor y miseria en el Madrid de Franco

Durante los años 60, cuando el régimen de Franco empezaba a abrir la mano levemente, entre otras cosas por la prosperidad económica que trajo abandonar la autarquía y la amistad con el gringo, a actores ya consagrados pero críticos en política se les aplicaba el ‘ninguneo’. Era un castigo muy español pero, en ocasiones, ridículo. Por ejemplo, se prohibía que el nombre del susodicho apareciese en los carteles. Así, en algunas obras de Fernando Fernán Gómez en aquellos años se podía leer: “Fulanita de Tal y actor acompañante”.
El mundo sigue se estrenó en 1965 en el cine Buenos Aires de Bilbao y luego acabó en un cajón del que no fue rescatada hasta 2015, restaurada y convertida poco más o menos que en mito merced al título de “la película maldita de Fernán Gómez”. Le costó varios años conseguir que se aprobase el guion, no recibió ayudas públicas -vitales en la época- para el rodaje y se boicoteó su exhibición hasta el punto de que su estreno fue casi clandestino. Se produjo porque la distribuidora necesitaba justificar que pasaba películas españolas para que le permitiesen estrenar también títulos estadounidenses.
Los detalles los contó en su momento El País cuando la restauración rescató a El mundo sigue de ser una película de filmoteca o cineclub y la reestrenó en cines. Aunque Fernán Gómez muriese sin verla distribuida, Gemma Cuervo sí pudo quitarse la espinita de poder contemplar su primer protagonista en pantalla grande. La película llega ahora al streaming -de la mano de FlixOlé-, que es la forma que tenemos en la actualidad de darles lustre y alcance popular a los títulos, y también la emite La 2 dentro del programa Historia de nuestro cine.
Barrio de Maravillas
Eloisa (Lina Canalejas) y Luisita (Gemma Cuervo) son las dos hijas de una familia modesta del barrio de Maravillas de Madrid (actuales Malasaña y Chueca), con los clásicos madre abnegada y padre autoritario que pega más de una bofetada. La primera está casada con Faustino (Fernando Fernán Gómez), el cual sobrevive de camarero y rellena quinielas soñado con salir de la miseria ocupándose muy poco de su familia. Las dos hermanas se ven empujadas a utilizar su belleza para salir de la precariedad vital, y cada una tomará una decisión al respecto.
Presuntamente el régimen andaba de aperturismo en 1963, utilizando el llamado Nuevo Cine Español como una forma de ganar prestigio internacional paseándolo por festivales mientras se estrenaba mutilado en territorio nacional. En cualquier caso la adaptación de Fernán Gómez de la novela de Juan Antonio Zunzunegui, que databa de 1954, presentaba una visión demasiado cruda de la miseria material y moral de la España de la época como para ser tragable por los censores.
De la estupidez de la censura da testimonio que en El mundo sigue apenas hay política y mucho menos explícita. La entidad que recibe la película, más allá de su por su evidente calidad cinematográfica y su interés documental, acaba residiendo precisamente en esa censura melindrosa que no puede soportar que le recuerden que en la España de la época una mujer que quisiese salir adelante económicamente sin casarse debía elegir entre el servicio doméstico o algún grado de prostitución.
El mundo sigue igual
Fernán Gómez se arriesga formalmente, para lo que era normal en la época, con flashbacks y montajes paralelos, sin dejar de abandonar nunca un tono frío y realista. La influencia del neorrealismo italiano es evidente, pero al mismo tiempo hay un algo de Pérez Galdós en todo lo que se cuenta, una impugnación de cierto de valores medievales demasiado presentes en la vida española al tiempo que se hace defensa del pasar la vida de las modestas aspiraciones burguesas.
Como en Nada de Carmen Laforet o en Tiempo de Silencio de Luis Martín de Santos, el discurrir de la vida bajo la opresión de la dictadura es una huida constante de los callejones sin salida de la moral pacata y la miseria económica. Incluso el crítico de teatro (y trasunto de Zunzunegui, como testigo de los hechos) que interpreta Agustín González a su manera también está atrapado. “Los hijos de los consejeros tienen siempre muchísimo talento”, le advierte su director. “No sea usted Quijote”.
Dice la leyenda que la película supuso el debut en cine de Pilar Bardem, con un pequeño papel interpretando a una modelo. Tan concienzuda fue que aunque sabía que apenas tenía frases, se preparó la audición leyéndose la novela. Cuando Fernán Gómez la entrevistaba, él ya entonces muy consciente de que tenía a la censura encima, Bardem mencionó a Zunzunegui. La reacción de él fue tajante: “Nunca estrenaremos. Ese que has nombrado es gafe”.