Dani de la Torre y Alberto Marini plantean un viaje «al origen del terrorismo yihadista» en la tercera temporada de la serie presentada en Málaga
‘La Unidad Kabul’ vuelve a los orígenes de la serie marchándose a Afganistán

La Unidad Kabul es la tercera temporada y el más difícil todavía de la serie de Dani de la Torre y Alberto Marini. Más grande, más fuerte, más alto… y esto último literalmente, es posible que en anteriores entregas no hubiese tantos planos aéreos como en solo el primer capítulo de la nueva, lo cual ya indica un poco el aumento significativo de recursos. Al mismo tiempo, es un regreso a los orígenes en la tensión en la que vive la serie desde que finalizó su primera y brillante temporada: entre transmitir una realidad con recursos de ficción o cebar un thriller brillante, pero artificial.
De la Torre y Marini pasaron por la sección Pantalla TV del Festival de Málaga para estrenar el primer episodio de La Unidad Kabul flanqueados por el elenco principal de la temporada: Nathalie Poza —de resaca de ganar el premio de la Unión de Actores y Actrices por su trabajo en la temporada anterior—, Marian Álvarez, Michel Noher, Fariba Sheikhan, Shabnam Rahimi y Mehdi Regragui. El director confesó que le resultaba extrañó presentar solo un episodio y comentar en el coloquio un producto que no ha visto entero, pero es que sus anteriores visitas al certamen fueron con largos: El desconocido (2015), La sombra de la Ley (2018) y Live is life (2021).
El coloquio, más que sobre lo visto en la serie —serán seis episodios y solo se proyectó uno, «el más tranquilo», a decir de sus creadores, con solo tres o cuatro tiroteos, una persecución por el desierto y un secuestro—, sobre la visibilidad de la situación afgana, la lucha de sus mujeres por unos derechos mínimos y el trabajo de documentación de los autores. Fue, en fin, un momento paralelo al de la primera temporada, cuando los personajes se desdibujaron por un segundo y la realidad material de lo que se retrataba tomó protagonismo.
Ver Kabul y morir

La temporada empieza en Afganistán en agosto de 2021, unos días antes de que los talibanes entren en el Kabul que abandonan las tropas de la OTAN, con la mayoría de países occidentales y el propio gobierno afgano huyendo del país. Tres agentes de la unidad antiterrorista tras la pista de un envío de armas a Europa quedan atrapados tras las líneas talibanes, no está claro si secuestrados por estos o por cualquiera de las facciones presentes en el país. Carla Torres, ahora en el sector privado, regresa para coordinar su rescate sin salpicar al CNI.
Shabnam Rahimi, boxeadora profesional y refugiada afgana en España que en La Unidad Kabul debuta como actriz, explicó en un español de guerrilla su experiencia en el país, la de su familia y la de sus hermanas, en uno de esos raros momentos en los que la sala guarda un silencio respetuoso con los artistas y las preguntas guardan un mínimo de relación con lo que ocurre.
Marian Álvarez también habló del momento en que otra mujer afgana, la madre de una de las actrices infantiles que participan en la serie y que ayudó como asesora en el rodaje, la ayudó a ponerse un burka, echándose a llorar. «¿Puedes respirar? ¿Te puedes mover bien? Ahora imagínate ir así por la calle con un bebé en brazos y una niña de dos años de la mano».
De la Torre y Marini explicaron el largo proceso de escritura y documentación, que prácticamente empezó mientras veían por las noticias los hechos reales en agosto de 2021. Han contado para ello con efectivos de la Policía Nacional y el Ejército que participaron en las labores de evacuación del personal español en Kabul y con periodistas como Luis de Vega, de El País, que cubrieron los hechos. Es, de alguna manera, la temporada más política de una serie que intentaba ser tan neutral como debe resultar la gente que hace el trabajo que ficcionan, puesto que De la Torre lamentó que hechos como los que se viven en Afganistán «se usen contra las personas que vienen buscando refugio aquí».
Hacia atrás para seguir vivos

Los autores de La Unidad Kabul insistieron en esta idea: después de una primera temporada sobre cómo trabajan las unidades antiterroristas y otra en la que sus personajes se convertían en objetivo, han querido viajar «al origen de ese terrorismo yihadista». La búsqueda de la verdad por medio de herramientas del thriller y la ficción más comercial se encuentra en su núcleo. El atentado de la temporada uno lograba transmitir el pánico y la impotencia hacia cierto terrorismo casi como lo lograría verlo por las noticias, jugando hábilmente pero con respeto con los ejemplos recientes vividos en España.
La tercera temporada se lo juega mezclando aquello con el giro un poco tramposo de la segunda. Para reflejar las vivencias de los objetivos del terrorismo, La Unidad convirtió a sus protagonistas en estos, pero de formas poco verosímiles e incluso maquiavélicas, recogiendo el caso real del imán de Ripoll —informante del CNI que inspira o incluso organiza un atentado real— para transformarlo en un supervillano de James Bond.
Era un thriller excelentemente ejecutado, pero menos interesante en sus ambiciones. En La Unidad Kabul los agentes a rescatar no son traductores o colaboradores de la embajada, sino nuestros protagonistas, además con el tópico de la veterana que vuelve al ruedo por una cuestión personal e incluso va por libre por la cobardía de sus superiores.
Así que, en esos cinco capítulos que quedan, la cuestión va a estar en cómo los han utilizado De la Torre y Marini. Si sirven de excusa para que conozcamos a los personajes afganos —una familia distribuida por el azar en diferentes escenarios de un país en colapso y cuyo rescate, intuimos, moverá la trama— y vuelven a transmitir esa mezcla de profesionalismo, impotencia y locura de los primeros episodios, o nos deslizamos hacia una de acción muy efectiva y bien documentada donde los protagonistas deben pasar duras pruebas pero son simples tipos duros haciendo su trabajo. Ambas opciones son buenas, pero solo una es mucho mejor que la mayoría.
Imagen de portada: Nathalie Poza, Dani de la Torre y Marian Álvarez, en la presentación de ‘La Unidad Kabul’ en el Festival de Málaga – Álex Zea
