Javier Macipe presenta en el Festival de San Sebastián la ficción sobre el destino y ritmo de Mauricio Aznar, mítico líder del grupo de rock Más Birras y fallecido a los 36 años
‘La estrella azul’: cómo el viaje del ‘Sugar Man’ español se convirtió en película

Hacer una película sobre el líder de uno de lo míticos grupos de rock zaragozanos de los 90. Hacer una película sobre su hijo. Era el encargo que la madre de Mauricio Aznar, conocido por su grupo Más Birras, le hizo a Javier Macipe, un joven estudiante de cine de 18 años y fan de la música de Aznar, con el que se puso en contacto porque había incluido música del autor en su primer corto. Una vida entera después, a los 36, Macipe presenta en el Festival de San Sebastián (New Directors) este proyecto vital, un antibiopic sobre el músico: La estrella azul.
La idea de hacer una película sobre la historia de Mauricio Aznar, que dejó Más Birras en plena escalada a la fama y se fue a Argentina para después fallecer a los 36 años semiolvidado, la tuvo primero Carlos Saura, confirma Javier Macipe en entrevista a Cine con Ñ desde el certamen donostiarra. Finalmente, ha acabado haciéndola otro cineasta aragonés como Macipe, que no empezó realmente el proyecto —de una dimensión y condiciones inabarcables cuando se lo propuso la madre de Aznar— hasta hace 10 años, cuando arrancó la escritura del guión de esta historia “cocida a fuego lentísimo” que incluso tuvo que parar su rodaje tres años por la pandemia.
La estrella azul cuenta el viaje de ida y vuelta del artista desde Zaragoza a Santiago del Estero, en Argentina, donde la versión del músico de Macipe, interpretada por Pepe Lorente, viaja para huir del ambiente tóxico en la escena musical de su ciudad y volver a conectar con la música y consigo mismo. Allí, el ídolo rockabilly, creador de la única canción (Apuesta por el rock’n’roll) que ha versionado nunca Héroes del Silencio, descubre una familia y un ritmo sobre el que encontrar su propia armonía.
El misterio de Mauricio Aznar, el ídolo local que se marchó
El enigma y atracción de la figura de Aznar, talentoso joven que falleció dejando atrás una potencial carrera artística, es el centro sobre el que pivota La estrella azul. “Me preguntaba muchas veces qué es ese duende, dónde está el ángel de esas personas que crean música que, por lo que sea, trasciende y pervive. Aunque Mauricio (Aznar) no fue muy conocido por mucha gente, su música perdura”, dice Macipe.

La película va construyendo la senda imaginada de este particular ‘Sugar Man’ español, uno de esos personajes que “tienden puentes para que otros los crucen”, “que brillan con mucha intensidad” y que “por eso normalmente su vida es más corta”, dice Macipe. Así, La estrella azul va indagando en el misterio, casi espiritual, de cómo y por qué el músico inició un viaje que lo alejaba del camino de las baldosas amarillas del éxito. Para el director, Mauricio Aznar simplemente pertenecía a esa categoría de personas “visionarias, que tienes la sensación que veía un plano por encima de los demás”.
A través del talento de Aznar, la película tiene como contexto sinuoso el entorno de ebullición musical que se vivía en Zaragoza por aquel entonces: “Se dio un caldo de cultivo muy extraño. Salieron de aquí bandas buenísimas y muy distintas en esos años y posteriores: Radio Futura, Héroes del Silencio, Más Birras, Amaral, Violadores del Verso… y, al mismo tiempo, surgió una submovida con mucho sentido del humor (con grupos como los Berzas), y pasaban de la movida madrileña que se sentía muy importante y moderna”. “Con el tiempo nos hemos ido dando cuenta que todo formaba parte de una época muy bonita donde todos se respetaban”, dice el director.

Finalmente, escapando de sus problemas amorosos y familiares, las drogas y la industria musical, Mauricio lo dejó todo y se fue a Argentina. Un camino que también recorrió el propio Macipe para encontrar al sentido de fondo de su película: “Ha sido un guía para que yo reviva ese viaje y conozca a otros mundos”. El destino de Aznar y Macipe fue Santiago del Estero, la ciudad más antigua de Argentina, capital de una de las provincias del norte y cuna de la chacarera, estilo y danza tradicional del folclore y de los pueblos originarios argentinos. Con Atahualpa Yupanqui como guía filosófico de otra forma de ver la vida y la música, viajan hasta ese lugar.
La estrella azul , Realidad y ficción musical
Allí, músico y cineasta descubren una nueva relación con la música que trasciende las notas y la guitarra. Macipe: “A veces digo que la música en esta película es como la fuerza en La guerra de las galaxias. Hay dos fuerzas: la unión y la división, una que intenta crear una fraternidad universal y otra que intenta dividir y crear miedo. En esa parte de Argentina la música sigue teniendo esa función original de la música que es hacer comunidad. Eso es lo más llamativo, cuando llegas a un concierto en un patio y está bailando desde el niño hasta el anciano. El nieto canta los mismos amores que canta el abuelo, estructura la familia”. El director cree que eso aquí en España “lo hemos perdido”.
La familia que acogió a Mauricio y a Javier es la misma: la de los Carabajal, una saga de músicos de Santiago que, explica el director, son en Argentina “lo que sería aquí la familia Flores. La película plantea, de alguna manera, qué pasaría si un japonés se plantara en casa de los Flores a aprender flamenco”. Finalmente, toda la familia actúa en La estrella azul, con la guía de todo un Yoda, guía espiritual, del folclore argentino: Cuti Carabajal, que conoció realmente a Mauricio en los 90 y que interpreta a su hermano Carlos, conocido como “el padre de la chacarera” y que fue la verdadera referencia de Aznar. El propio título de la película está prestado de una canción de uno de los Carabajal.

Una andanza compartida entre ficción y realidad, un homenaje al poder de la música para desdibujar cualquier frontera, que tiene reservadas algunas sorpresas en La estrella azul. Un planteamiento y un giro que le terminó de convencer a Macipe “que seguro que tenía que hacer esta película”. El director encontró su propio sentido en las huellas de Mauricio Aznar para darse cuenta de que “esto no es una historia biográfica, sino una sobre la trascendencia que tienen las cosas que se hacen con el corazón”.