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José Luis Ozores: el tigre de la comedia que se comió la pantalla

FlixOlé celebra el centenario del nacimiento del mayor de los Ozores con, entre otras, ‘El tigre de Chamberí’, su mayor éxito de taquilla

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En El tigre de Chamberí (1958), Miguel (José Luis Ozores), un buscavidas que lo mismo repara cañerías en el bloque donde su madre es portera que se disfraza de robot extraterrestre para repartir folletos por la calle, está entrenando para su combate contra Molina, el campeón de boxeo de España, tras un enredo en el que no sabe como se ha metido. Su amigo Manolo (Tony Leblanc), para darle empaque, lo ha bautizado como ‘el tigre de Chamberí’, aunque el pobre Miguel no sabe dar ni medio directo de derecha. Destrozado por el entrenamiento, ya que su forma física es entre lamentable e inexistente, le pregunta a su hermano pequeño: “Oye, ¿yo a ti te parezco un tigre?”. “Hombre, no sé. Hay tigres de muchas maneras”, responde el niño.

José Luis Ozores es el mayor de los hermanos Ozores y el menos recordado, quizás debido a su temprana muerte, por una esclerosis múltiple apenas con 44 años, en 1968. Este 2023 se cumplen 100 años del nacimiento de este actor e hijo de actores que es uno de los pocos que ha recibido el Goya de Honor a título póstumo, recogido en 2016 por su hermano Mariano y conjunto con su hermano Antonio (fallecido en 2010). Historia del cine español de los 50 y 60, intérprete teatral por vocación y pionero de la televisión, aprovechamos la colección que le dedica FlixOlé para recordar su mayor éxito de taquilla.

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En 1957, cuando rodó El tigre de Chamberí, José Luis Ozores se encontraba en su momento de máxima popularidad, con apenas 33 años. Su nombre encabezaba los créditos antes incluso de que apareciese el título de la película, como prueba de su buena sintonía con la taquilla. Y venía de rodar con Luis García Berlanga en Calabuch (1956), además de estrenar Los ángeles del volante (1957), de Ignacio Iquino, y venir del que había sido el gran éxito que lo convirtió en estrella, Recluta con niño (1955), del mismo Pedro L. Ramírez para el que protagonizaba la comedia de boxeo.

El tigre de Chamberí y la España de los 50

La historia es una comedia familiar y bienintencionada típica de la posguerra, con protagonistas con mucha jeta pero buenazos y un enredo inverosímil que sirve para que finalmente el ‘héroe’ vuelva al redil y se convierta en cabeza de familia o similar. Miguel, un ganapán que se cuela en el fútbol fingiendo estar en silla de ruedas y empalma trabajitos para contribuir a la economía familiar derriba por casualidad en una discusión al Campeón de España de boxeo. El espabilado de su amigo Manolo aprovecha para montar una estafa en la que fingen que Miguel es un consumado repartidor de estopa, ‘el tigre de Chamberí’, a lo que él accede porque de repente descubre que le hace Marisa, la hija del dueño del bar del que son parroquianos.

Eso sí, dentro de ese esquema previsible y algo buenista, funciona como un tiro gracias al carisma de su elenco, encabezado por un Ozores en su salsa como torpe aspirante a boxeador y peor galán y un Tony Leblanc que no solo era amante del boxeo en la vida real, también un consumado especialista en el papel de caradura encantador. El que cuando se cuela en un club exclusivo del centro, indica a sus compadres: “Vamos por orden: primero merendar. Así que a las feas, que son las que convidan”.

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Una película que demuestra que eso de grabar Madrid estilizada para invitar al turismo no es un invento de Netflix. Las calles de la capital lucen más bonitas, bulliciosas y festivas que nunca en una segunda mitad de los 50 en la que ya empezaban a olvidarse las crujías de los 40 y se pretendía vender una ciudad viva y siempre en movimiento, en la que podía prosperar mucho migrante interior si era convenientemente honrado. Eso sí, aderezado con el sentido del humor de la época, que arranca riéndose de las exageraciones que ya provocaban los fichajes estrella del fútbol entonces.

El ritmo cómico es irregular para el gusto actual o la locura posterior que llegaría en los 60 y 70 con el landismo y el Destape, pero se sostiene sobre unos diálogos ocurrentes y sinvergüenzas recitados a toda velocidad por Leblanc, el mismo Ozores —especialista en el tartamudeo en el momento clave, algo que elevaría a la categoría de arte su hermano Antonio— o Antonio Garisa, que interpreta al entrenador de boxeo real que participa en la estafa y cuya gestualidad particular consigue arrancar comicidad de escenas que en otras manos habrían acabado siendo casi trágicas. Por el camino se dejan un par de cameos que nos recuerdan el enorme peso de la radio en la España de la época, como el de Matías Prats padre como entrevistador del Tigre que lidia con la escasa capacidad como orador de Miguel y su tartamudeo intermitente. 

Ozores y Ramírez, sospechosos habituales

Hay que recordar que el tipo de personaje de José Luis Ozores aquí o en la mencionada Recluta con niño lo acabaría heredando otro picapedrero de la comedia familiar, Alfredo Landa, y que estas películas de los 50 y primeros 60 tendrían tanta influencia que serían remakeadas varias veces. La del recluta en un título tan emblemático como Cateto a babor (1970), de Ramón Fernández. El tigre de Chamberí, por su parte, tendría una reformulación mucho más rijosa y faltona de esta historia en manos del mismísimo Marinos Ozores, donde el par de mataos buscándose la vida en el boxeo son Pajares y Esteso y con el título Yo hice a Roque III, exploitation de Rocky (John G. Avildsen, 1976). 

Pedro L. Ramírez, por su parte, era un director típico de aquellos años, que había ido subiendo escalones en la industria desde meritorio o ayudante en diversas tareas de rodaje hasta que le empezaron a confiar proyectos más grandes detrás de la cámara. Muy centrado en productos de entretenimiento y con amor por las historias de picaresca típicas de la comedia del momento, acabaría dirigiendo en 1962 un pequeño hito del cine patrio: Los guerrilleros, el debut como actor del mismísimo Manolo Escobar. Como buen currito, Ramírez se reconvertiría en realizador de series de televisión y pasaría 10 años lejos de los platós de cine, aunque regresaría en los 70 con un curioso eurowéstern: Judas… ¡toma tus monedas! (1972).

La carrera de José Luis Ozores tiene poco hitos a los agarrarse por lo antinaturalmente corta que la convirtió la esclerosis, y empieza a languidecer a mitad de los 60 lastrada por sus problemas de salud. Curiosamente uno de los pocos galardones de su muy popular carrera aunque breve carrera lo recibió en 1964, ya postrado en una silla de ruedas: el Premio del Sindicato Nacional del Espectáculo, por su papel en La hora incógnita (1963), la obra maestra maldita de ciencia-ficción de su hermano Mariano, en la que también tenía un papel Antonio.

Puedes disfrutar de El tigre de Chamberí y otros títulos de José Luis Ozores en FlixOlé
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