El productor Carlos Pardo Ros debuta tras la cámara con un cruce entre documental y ficción en el que cuatro intérpretes recrean la muerte de su tío en el San Fermín de 1969
La violencia de la fiesta de San Fermín pone a prueba al público en ‘H’

H nace de un trauma familia de su director, Carlos Pardo Ros. Un 12 de julio de 1969, durante los encierros de San Fermín, un toro mató a uno de sus tíos, siendo este muy joven, de una cornada en el pecho. En el momento de la cogida se encontraba solo, sin identificaciones, y vestido de azul, al contrario que la masa que iba de blanco como es tradición. No se sabe qué hizo durante sus últimas horas de fiesta, en que sus amigos le perdieron la pista, y solo llevaba un llavero con la letra H.
Más de 50 años después, Pardo Ros estrena una mezcla de filme experimental, documental y catarsis, en la que cuatro intérpretes encarnan a una suerte de fantasma del fallecido, invocado en las fiestas de 2016 -durante las que se rodó la cinta- y recreando los excesos y la violencia implícita de una celebración brutal. Itsaso Arana, Pedro Ladroga, Leonard Plattner y Julio Carlos Ramos, vestidos de azul y rodeados cada uno por su grupo de acompañantes, se pasean por las calles de una Pamplona en llamas, a su manera.
Las imágenes se deforman en todos los estilos posibles mientras a veces el sonido las acompaña y a veces no, introduciendo sonidos de trenes o un pasodoble hiperralentizado. Mensajes de audio por whatsapp a deshoras y confesiones de borracho se mezclan con los ruidos reales de la fiesta mientras los protagonistas se mezclan con la marabunta y perdemos de vista los límites entre ellos y todo lo demás.
Las ansiedades y excesos de San Fermín

El equipo alquiló una casa en las afueras de Pamplona, “para no estar rodeados por la fiesta cuando no estuviésemos trabajando”, según explicó Pardo Ros en la presentación de la película en Festival de Sevilla, donde compite en Las Nuevas Olas No Ficción. Probaron con varios tipos de cámara y acabaron recurriendo a los móviles. “El primer día quisimos componer el plano y encuadrar, hacer de cineastas, que es lo que somos, pero tras verlo, les dije a los cámaras, mira, estáis de fiesta, haciendo vídeos para el móvil”.
A cada equipo lo seguía un cámara, grababan en días alternos y repasaban lo grabado. Pardo daba instrucciones generales para cada grupo -el de las chicas, el de los chicos jóvenes, el del que iba a solo- de tipos de situaciones que deseaba reflejar, aunque sin restricciones. Luego repasaban y repetían. Por supuesto, no estuvo exento de accidentes, y uno de los móviles acabó robado al final de la noche, perdiendo todo el trabajo de esa jornada.
El director explicó que fueron probando situaciones. “Hubo un momento en que probamos a que los cuatro grupos se encontrasen, pero no funcionaba, porque al estar juntos se rompía esa idea de estar solo en mitad de la fiesta, rodeados de toda esa gente”, comentó. Su propósito era no poner nombres, ni diálogos ni dar explicaciones sobre lo que pasaba: “quería que formasen un ente, los de azul, los fantasmas de H, de alguna manera”.
H, una película sobre lo que falta

En parte la conclusión de Carlos Pardo Ros tras rodar su ópera prima como director (a pesar de una larga carrera como productor), es “no vayáis a San Fermín”, aunque lo dijo entre risas. Afirma que fue a las fiestas de joven “y me lo pasé como en mi vida”, pero que al volver se ha encontrado con esa misma sensación de violencia que se puede ver en la película. Exceso, soledad y, como dice uno de los diálogos ausentes en la misma, algo incorrecto que no se sabe muy bien identificar que es.
La película, en cualquier caso, no abusa del espectador. Las acciones de sus espectadores acaban conllevando cierta lógica, de una noche de fiesta sin fin plena de bromas, alcohol, ligoteo y diversión más o menos superficial, y al mismo tiempo va reflejando la pérdida de rumbo de los personajes, todos el mismo y todos diferentes, y sus ansiedades que se van prolongando. Mensajes sobre dónde anda cada uno que se acaban concretando en uno por ausencia, que parece dirigir su familia, a la que el filme está dedicado, al auténtico H: desearía que estuvieses aquí ahora, conmigo.
