La película de Juan Galiñanes es hábil a la hora de plantear su historia, pero menos capaz a la hora de salirse de los moldes formales del género
Fatum: Los juegos y fatalidades del thriller

En Fatum coinciden dos hombres en tiempo y espacio. Sergio (Luis Tosar) es un ludópata a punto de perder a su familiar por su apuestas deportivas. Pablo (Álex García), un francotirador de la policía. Ambos acaban en el mismo sitio cuando Sergio se ve envuelto como rehén en un atraco en una casa de apuestas deportiva. Pablo, con su hijo enfermo en el hospital, es llamado para encargarse de abatir a los atracadores.
Para saber qué se puede encontrar uno en Fatum viene bien conocer lo que ha venido haciendo su productora, Vaca Films. La compañía gallega ha dado forma a las posibilidades —y los límites— del thriller español contemporáneo desde Celda 211 (2009) hasta la reciente Código Emperador (2022). Con distintos ingredientes y elementos, su fórmula comercial ha ido ganando estándares de calidad y valores de producción en esta década, aunque por el camino se haya perdido algo de espontaneidad y originalidad.
Esta película ambientada en A Coruña es uno más de estos thrillers competentes y sin rodeos, que repite además con la cara del género en la última década, Luis Tosar, al que se le añade un coprotagonista, Álex García, menos dado a que se le suba tanto la tensión. Los dos personajes tienen la suficiente enjundia para que sus conflictos en paralelo confluyan con la carga dramática que se les presupone. Mientras, la trama tiene los alicientes necesarios para sorprenderse por el camino y seguirla hasta el final.
Un guión que se la juega

Lo más estimulante de Fatum está seguramente en su juego y posterior quiebre de expectativas del espectador. Juan Galiñanes y Alberto Marini (La Unidad) lo han planteado bien en el guión, cambiando sin problemas de registro según convenga. Toque drama social, película de atracos o pura acción. En el sentido de adaptación al producto y capacidad de sorpresa, la película está incluso un punto por encima de algunos libretos recientes del totémico Jorge Guerricaechevarría, el otro guionista que ha venido surtiendo de historias a la fábrica de Vaca Films.
Incluso el tema de fondo está metido con suficiente gusto e inteligencia. La película representa una consecuencia llevada al extremo de la lacra social que pueden suponer y suponen las casas de apuestas en España. Galiñanes y Marini han sido hábiles al tratar el asunto: se introduce de una forma muy evidente al principio del filme para después formar parte del drama en un ineludible segundo plano. Es una mancha psicológica que no se quita y encaja con el drama y las relaciones entre los personajes. Un manejo hábil y útil del “mensaje”.
Fatum y el mismo destino

Si el guión de Fatum está por encima de la media, su dirección se mimetiza más con el fondo de pantallas del género. Galiñanes, que venía de la animación antes de sumarse a Vaca, se adapta totalmente a las imágenes de producción que se le piden, sin ideas visuales especialmente reseñables ni un particular aprovechamiento de los espacios. En cualquier caso, no deja de ser una carta de presentación comercial más que buena de cara a la industria para él: competente, sólido, flexible, con buen gusto. Capaz de manejar egos de actores importantes y llevarlos al tono que busca.
Al final, lo mejor y lo peor de Fatum es que se complica lo mínimo. La película llega a ser incluso notable en cuanto a la claridad discursiva y las sorpresas de su historia, pero es menos memorable a la hora de presentar desviaciones formales de una fórmula que solo se ha atrevido a modificar, tímidamente, Quien a hierro mata (Paco Plaza, 2018) en los últimos tiempos. La propuesta está pulida y da espacio a modificaciones, pero es legítimo rebelarse contra la fatalidad del thriller comercial.
La puedes ver online en
Imágenes: Fatum – Universal Pictures España.
