La serie de Plano a Plano mezcla bien suspense, drama humano y personajes en un procedimental clásico muy bien contado
Desaparecidos, temporada 1: El buen policial

Desaparecidos sigue la actividad de la Unidad de personas desaparecidas de la Policía Nacional. La inspectora Ledesma se une al equipo del inspector jefe Santiago Abad y descubre los problemas de este tipo de investigaciones, además del papel decisivo de las asociaciones de familiares. Ella misma, cuyo marido desapareció hace cuatro años, no puede evitar sentirse afectada por los casos en que trabaja.
La serie de Plano a Plano -que en su segunda temporada pasará a ser producida Unicorn Content– es un policial más que correcto que, con algún problema pero ninguno grave, acierta en la mezcla de suspense, el drama humano que pide su tema y caracterización de los personajes. Si acaso sufre el empeño en continuar con los capítulos de 70 minutos de Mediaset, quizás aún estupendos para el prime time en abierto pero desesperantes para un espectador ya acostumbrado a dramas de menos de una hora.
Desaparecidos es, además, una serie muy bien contada. Sus pretensiones son de thriller policial con su poco de culebrón para hacerlo pasar, y probablemente funcione muy bien en abierto y emisión semanal, así que utiliza las armas que tiene y a un reparto muy bien elegido -como siempre, mejor los veteranos que los jóvenes- para contar lo que quiere. Como producto de entretenimiento y que de paso es capaz de concienciar sobre un drama del mundo real no se le puede exigir más.
Crítica de Desaparecidos temporada 1 sin spoilers

Vaya por delante que el modelo de Desaparecidos, aunque tenga sus dos o tres tramas que abarcan toda la temporada, es el de un procedimental estadounidense al uso. Hasta tiene al actor más veterano y de prestigio, Echanove, haciendo de jefe aparentemente duro pero de buen corazón. Así que sobre el papel sus personajes y las relaciones entre ellos son un poco previsibles, sin que moleste, salvo una excepción que comentaremos luego. Se salva por el protagonismo que reciben las asociaciones de familias de desaparecidos, cuya importancia en estos casos en el mundo real es decisiva, y que consigue darle un tono humano desde el principio que si no, no tendría.
Podríamos decir que el primer capítulo, el que se mite este lunes 2 de mayo, como presentación de la serie y sus personajes es perfecto… excepto por largo. Se notará más a lo largo de la serie, porque para llegar a 70 minutos hace falta cebar las tramas secundarias y alguna se hace larga. Pero, en general, se equilibra bien la parte de drama humano con la de suspense. Y conforme avance, como es habitual, veremos que los personajes principales no son todos tan tópicos como parecían.
De hecho, hay que reconocer el trabajo de dirección, en este caso de Inma Torrente, Jacobo Martos y, sobre todo, Miguel Ángel Vivas, cuya mano se nota en el piloto y los dos episodios finales. Desaparecidos se atreve con soluciones poco habituales para este tipo de policiales, sobre todo en las escenas de acción y alguna dramática, con planos secuencias capaces de explicarnos perfectamente lo que pasa con cada personaje y su punto de vista en un espacio con varios niveles y movimientos complejos. Casi que solo por eso merece la pena echarle un vistazo al menos a los dos primeros episodios.
Evitando los peores tópicos del género

En el debe, entre todos los tics del tipo de serie policial en la que se basa Desaparecidos sobrevive el del policía macarrilla, en este caso el personaje de Maxi Iglesias, que hace bien lo que el guión le pide que haga. Aunque conforme pasan los episodios se arregla, chirría un poco con el tono realista que tienen casi todas las tramas que un inspector que haga lo que él hace aquí no termine suspendido de empleo y sueldo de por vida. Sí, vale, el inspector jefe le echa unas broncas de campeonato y él se enmienda, pero es que en la vida real acabaría en la calle y sus casos archivados o sin resolver por su culpa.
Es posible que ahí esté el equilibrio que le cuesta más trabajo a Desaparecidos, el de darle chicha a las tramas para que sean entretenidas sin dejar de respetar los casos reales en los que se inspira. El filtro de la asociación y el coprotagonismo de su presidenta -Elvira Mínguez, robando escenas cada vez que puede- sirve para darle credibilidad a las víctimas y los 13 capítulos acaban siendo un catálogo de tipos de desapariciones. También es de agradecer que el guión trate a los policías como personas que se equivocan sin convertirse en un culebrón, y aunque por supuesto hay un divorciado, una protagonista con traumita del pasado y un caso de corrupción, se ejecutan de forma que encajan en el tono de la serie.
En fin, que Desaparecidos es una serie que tiene claro lo que quiere hacer y lo hace muy bien, fácil de ver para el streaming y probablemente con buen funcionamiento en abierto, entretenida sin tomar por tonto al espectador y que trata con mucha sensibilidad los temas reales que implica su argumento. Cae en algún tópico inevitable de las series de policías y los capítulos se hacen largos, pero son fallos que se le perdonan o al menos que no desmerecen al resto que sí que está bien hecho.
Imágenes: Desaparecidos temporada 1 – Mediaset
