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Sentimos las molestias T2: The last dance

La nueva entrega de la comedia de Movistar Plus+ se mantiene en el mismo registro blanco y anodino de la anterior y fía todo su carisma al de los actores

Sentimos las molestias T2: The last dance 1

La segunda temporada de Sentimos las molestias presenta a Müller y Rafa cohabitando y asumiendo uno la cercanía del retiro y el otro su enfermedad. El director de orquesta ha adoptado en su propia casa al rockero y entre ambos existe cierta convivencia pacífica, pero el primero le está ocultando al segundo que ha empezando a salir con su hija y este, por su parte, desea hacer efectivo un pacto que hicieron en la temporada anterior: si uno de los dos se quedaba «inútil», el otro debía ayudarlo a morir.

Rellán y Resines, Resines y Rellán, regresan en sus papeles de viejos músicos aceptando la vejez en una especie de versión sin poesía pero con mucha guasa deYouth (Paolo Sorrentino, 2015). Está bien, porque Sorrentino es un flipao y porque al fin y al cabo esta comedia es mucho más de nicho de lo que se cree ella misma, como todas las de Movistar Plus+, y ocurre en el mágico mundo pijo de una Madrid de cartón piedra y llena de postales para las visitas.

No es que esté mal, es que se mantiene en el humor más o menos anodino de su primer entrega, con Resines, Rellán y sus secundarios de lujo encabezados por Fiorella Faltoyano haciendo muy bien lo que saben hacer y salidas tiernas y dignas para casi todas las subtramas. Pero es que no consigue salir de un humor blanco sobre la vejez, que hasta para hacer bromas provocadoras se queda en lo previsible y que tampoco tiene giros tan interesantes en la parte dramática, porque todos se ven venir.

La última canción

Segunda temporada de Sentimos las molestias

Que se me entienda bien: la segunda temporada de Sentimos las molestias se ve del tirón, saca alguna sonrisa cuando toca y tiene personajes que consiguen despegarse de ser tópicos con patas. El rockero con mal envejecer de Rellán sigue siendo más gracioso de seguir que su compadre, hasta para suicidarse. Pero parece que las historias con algo de arco o épica o lo que sea quedan todas para el director de orquesta rancio. Bueno. Pero es que ni siquiera la tarea de que uno debe impedir que el otro se mate logra separarse de un costumbrismo demasiado sereno.

Sí, llevan mal estar viejos. Sí, lo acaban aceptando con cierta elegancia tras vivir momentos demasiado surrealistas para sus propio bien. Y sí, el ancianete activo y vitalista que se les ofrece como alternativa tiene sus contraindicaciones. Pero es todo tan acomodaticio que se olvida de un episodio a otro, y mira que durante menos de media hora. Venga, al Imserso, venga, a Torremolinos. Le das este material a Ozores hace 40 años y arde Troya, pero en 2023 ni cuando ligan con señoras marchosas hay girito.

Por lo demás, por mucho que esté Juan Cavestany ahí al pie del cañón detrás de la cámara, no hay ni un gag visual que saque petróleo de todo esto, encajado en un mundo eminentemente pijo de localizaciones que ya se sienten de cartón porque son las que se utilizan para todas las comedias que se ambientan en Madrid o la Costa del Sol. Falta el rótulo de ‘viaje con nosotros’. Es que ni el chiste de que Rafa Jiménez haga un anuncio sobre empoderar ancianos que en realidad los humilla más carga un poquitín las tintas.

Tapón rectal

Segunda temporada de Sentimos las molestias

Hay bromas de achaques que se llevan a la cotidianidad absoluta y que deberían ser el alma de esta serie, sobre todo si las tienen que decir Resines y Rellán convertidos en émulos cañís de Matthau y Lemmon. Pues ni por ahí. Si vas a hacer chistes de caca, no te empeñes en deconstruir el humor ni en quedar como fino y estilizado. Haz el chiste de caca y ya. Porque es eso, un chiste de caca, y los viejos, que no son tontos, también cagan.

En fin, que es difícil, pero le pasa como a Nasdrovia: otra serie de Movistar Plus+ que sobre el papel es comedia pero hace mejor la otra parte, en este caso, en vez de la historia de mafiosos, la de dos hombres que mantienen una amistad férrea y socarrona en su senectud.

La segunda temporada de Sentimos las molestias, por ir cerrando la cartilla, no está mal pero tampoco está bien. Es una serie más, que no se sabe muy bien qué hace aquí, pero aquí está, en la que el carisma del reparto mantiene en pie un texto inane y una narración desganada y que acaba resultando en personajes tiernos por desgaste tras doce capítulos acompañándolos y porque, de nuevo, las caras de los actores les prestan una personalidad que no tienen.

Imágenes: Segunda temporada de Sentimos las molestias – Txuca Pereira/Movistar Plus+ (Montaje de portada: Cine con Ñ)
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