Alberto Vázquez dirige un film bélico que enfrenta a ositos y unicornios, una fábula pacificista y pesimista que se recrea en lo grotesco y la disonancia estética
Unicorn Wars: La guerra es horrible y monísima

Unicorn Wars cuenta la historia de la guerra entre los ositos y los unicornios por el control del bosque mágico. Dos soldados ositos, Azulín y Gordi, formarán parte de un pelotón de reclutas enviados en una misión aparentemente suicida para localizar a parte del ejército desaparecido. Del otro lado, la joven María, una potro de unicornio, busca a su madre mientras sufre terribles pesadillas con un monstruo al que adora la misteriosa tribu de los monos.
La nueva película de Alberto Vázquez recupera la tradicional disonancia entre animalitos parlantes monos propios del formato y las historias terroríficas o tremendistas. En este caso se trata de un relato pacifista con poso ecologista pero cargado de todos los tópicos grotescos del género bélico, en el que se mezclan La princesa Mononoke -homenajeada explícitamente en varios momentos-, Bambi oLos osos amorosos con Platoon o Apocalipsis Now.
La mezcla es efectiva: crea un relato tenso y fascinante en sus contrastes que mantiene el interés, a pesar de todos sus giros y la velocidad de algunos de ellos, durante la hora y media de metraje. La calidad de la animación, casi que sobra decirlo, es bastante alta, mezclando técnicas y diseños que enrarecen aún más el ya enloquecido, pero muy coherente, universo de Unicorn Wars.
Unicorn Wars y un pacifismo grotesco

La “Biblia osito” se narra con recortes y algún toque de stop-motion, el 3D se aplica a los caballos y los osos pasan por animación más o menos convencional, saturada de colores pastel. Al igual que su anterior largo, Psiconautas, los niños olvidados, codirigido junto a Pedro Rivero, Unicorn Wars parte de un cortometraje previo cuyo argumento se expande y enriquece con subtramas. En este caso, de poco menos que una lectura mística sobra la misma esencia de la guerra y la naturaleza humana (o más bien, osezna).
Por debajo de la guerra externa se encuentra la interna entre Azulín y Gordi, los ositos que llevan el pesa de la narración, por el amor de su madre. Una historia narrada en elipsis que va creciendo en importancia conforme se acerca el clímax final y resolviendo sus terroríficos secretos. En cómo evoluciona esa rivalidad familiar, convertida en política y casi en épica o religiosa, hay una lectura no tan lejana de otro clásico de la animación europea, Alfred J. Kwak (Herman van Veen, 1989).
Si los ositos protagonistas son versiones de Los osos amorosos traumatizadas por caer bajo las bombas de los charlies, María, la unicornio adolescente, bebe directamente de Bambi, tanto en su carácter de elegida como el de huérfana intermitante. Miyazaki está, además de en la moraleja, en claros homenajes visuales y de diseño. Pero todas estas metáforas más o menos infantiles sobre la relación entre el hombre y la naturaleza son optimistas, y Unicorn Wars es muy muy pesimista. Más que Psiconautas, los niños olvidados. Que ya es decir.
La disonancia y el diálogo

No revelaremos la solución final a la profecía de la “Biblia de los ositos”, magistralmente narrada en castellano por Ramón Barea, pero baste decir que viene a subrayar el significado último que insinuaban todas las atrocidades a las que Vázquez somete durante la película a sus monísimos personajes. Ni un tropo del cine bélico se deja de tratar pasado por el filtro de este universo de monerías, aunque las diferentes técnicas de ilustración y animación separen claramente el mundo osito del de los unicornios.
El descenso al horror se matiza con momentos de esperanza o de humor inesperado, casi tan perturbadores como los momentos de decadencia bélica directamente extraídos de las obras de referencia del género. Vázquez se permite así que sus criaturas mantengan cierta coherencia con sus referentes animados a los que parodia y, en parte, hace caducar, de manera que su comportamiento ante situaciones fuera de esas lógicas de algodón de azúcar acelera la disonancia estética en la que juegan.
En resumen, Unicorn Wars es una notable evolución del trabajo de Alberto Vázquez, un nuevo hito en la animación española que se atreve a dialogar cara a cara con los clásicos del género y a arriesgarse a ser inaccesible. Un filme tan interesante por su acabado técnico y su cuidada ambientación como por su complejidad temática, sin miedo a las dobles lecturas o los saltos con tirabuzón conceptuales.
Imágenes: Unicorn Wars – Barton Films
