David Trueba dirige un biopic contenido, con un núcleo emocional claro, bien interpretado y con las pausas justas, como la cadencia de un buen chiste
Saben aquell: Eugenio es imperturbable

Saben aquell es la historia del matrimonio entre Conchita Alcaide y Eugenio Jofra, el cómico conocido simplemente como Eugenio y que triunfó en las salas de fiestas y en la televisión en la España de entre los 70 y los 90. La película cuenta como se conocieron, el desarrollo de su relación y la influencia de Alcaide en la creación del personaje de Eugenio, que surgió de una improvisación por un problema familiar y acabó convertido en un pequeño fenómeno social que permitió a la familia salir de la precarierdad.
Nuevo capítulo en el retorno de España a sus historias de la Transición, en este caso uno con un material potente en el que basarse: el libro de Gerard Jofra, hijo mayor del matrimonio, y el documental de RTVE a partir del mismo, que ya abundaba en la trágica vida personal y el carácter introvertido del cómico. Que la figura de Eugenio sigue teniendo relevancia para un par de generaciones de españoles, y alguna posterior gracias al abundante material rescatado en YouTube, por ejemplo, lo prueban que detrás de esto anden Warner y Atresmedia, es decir, que esta película sea una producción ambiciosa cara a taquilla.
Saben aquell es un biopic que decide ser contenido y elimina tanto la infancia del protagonista como su agitada vida personal posterior a su viudez, limando la historia hasta que solo queda lo que David Trueba, en las promociones, bautizó como “la esencia narrativa de la persona”. Tiene también el toque de, que siendo un largometraje con aspiración de popular, se ha rodado casi íntegramente en catalán (o en catalán cuando tenía sentido y en castellano lo mismo), y luego un rosario de cameos bastante graciosos (lo mismo Miriam Díaz Aroca que Sigfrid Monleón… o Mónica Randall y Pedro Ruiz interpretándose a sí mismos hace 50 años).
Entra un esqueleto a un bar

Lo primero en Saben aquell es el acierto en el reparto, con David Verdaguer ante un reto complicado —daba el físico y la voz, pero había que pulirlos, sobre todo para alcanzar el registro tan nasal y la cadencia tan características de Eugenio… y luego diferenciar el personaje de la persona, Jofra en su vida cotidiana— y Carolina Yuste llevando el peso emocional de la película, porque sin ella no hay historia ni hay nada, como sin Conchita Alcaide no había Eugenio. Lo mismo para el guión, muy pulido, sutil y elíptico en sus elementos de cohesión desde lo accesible (las pelucas, el zumo, las risas contagiosas), quizás lo más afinado que ha firmado en su carrera Albert Espinosa,
La película navega a medio camino entre una biografía audiovisual más actual y como se habría enfocado un largo de este tipo hace 30 años o en una serie de televisión comercial. De hecho, los detalles de ambientación de época varían ligeramente de lo que hace poco estábamos acostumbrados para recordar la Transición, demostrando como hasta la memoria colectiva se modula generacionalmente. Los apuntes sobre el negocio del espectáculo de la época u otros artistas muertos prematuramente del momento, como Cecilia o Nino Bravo, ayudan a la credibilidad del conjunto.
En ese sentido vamos a decir que Saben aquell es el primer biopic que consigue aunar todos esos elementos que deberían este tipo de historias: la recreación histórica es efectiva pero no se come a los personajes, los actores no hacen parodia —la interpretación de Verdaguer podría haber degenerado fácilmente en una imitación tontorrona—, el contexto histórico sirve para reforzar los temas de los que habla la historia de los protagonistas, y la narrativa abarca lo que tiene que abarcar. La dirección de David Trueba, muy contenida pero dando chispazos de alegría, acaba imitando en ese sentido la cadencia de un chiste de Eugenio.
I diu, ¿y los búhos tienen buhitos?

Por otra parte, Saben aquell es muy buena pero también… una película normalita. Como tiene claro que el núcleo de lo que está contando es la relación entre Conchita y Jofra y lo que explica eso sobre quién era él (y sobre la sociedad que lo recibía como un ídolo), evita aspectos que se insinúan enseñando la patita apenas y dejarían un poco mal al protagonista. No solo su evidente alcoholismo —es curioso que cuando se fuma mucho haya que poner cartelito de advertencia pero con otras cosas no—, también la evidencia de una vida nocturna poco compatible con sus obligaciones familiares.
La España cañí de las salas de fiestas que se abría a una diversidad inédita hasta la fecha viene a ser un contexto potente que ocasionalmente se desaprovecha, y que habría explicado también ciertas actitudes del propio Eugenio o que recibía. Es un equilibrio complicado, porque se entiende lo que mencionábamos más arriba, que no se quiere tapar a los personajes, y se evitan determinados aspectos de la vida familiar que habría sido fácil retratar desde el morbo. Así que bueno, a veces canta, pero se puede pasar sin esas partes, y se agradece que esto no derive a la enésima historia del “payaso triste”, sino que retrate a Jofra como un ser humano complejo y contradictorio.
La penúltima y nos vamos, que no son horas: Saben aquell es algo muy parecido a lo que debería ser un biopic con aspiraciones de llenar salas (de fiestas y de cines). Una película con un núcleo emocional muy claro y un desarrollo que lo respeta en todo momento, interpretaciones muy buenas y una dirección contenida y adecuada. Una anécdota con cadencia de metrónomo, como explicaba a Eugenio a sus hijos que funcionaba Gila. Sabiendo hacer la pausa antes de comentar que suegra en ruso se dice “estorba”.
Imágenes: Saben aquell – Warner Media (Montaje de portada: Cine con Ñ)
