Un potente terror rural desde el punto de vista de los rechazados y los monstruosos que sería aún mejor de no estar tan empeñado en ser serie B
Y todos arderán: ¿Quién es el monstruo?

En Y todos arderán seguimos a María José, vecina de un pequeño pueblo de la España interior donde se hace pagar la diferencia y que no supera la muerte de su hijo, un joven con acondroplasia que se suicidó por ser víctima de bullying. Cuando una misteriosa niña aparezca en su vida, también acondroplásica y a la que bautiza como Lucía, María José encontrará una razón para seguir adelante y volver a sentirse madre. Pero esta niña parece relacionada con una profecía, una tan vieja como el pueblo, en la que se vaticina el fin de los tiempos.
El segundo largometraje de David Hebrero ha sufrido el parto de los montes para ser visible en algún lugar más allá de su paso por Sitges 2021, lo cuál habla bastante mal de cómo andan la distribución, la promoción y la visibilidad del terror español actual. Quieren los hados que sea la misma semana que se anuncia que La Dalia Films producirá un sello de terror a nivel internacional con dos socios de EEUU y México, impulsados por el éxito crítico más de allá nuestras fronteras de las películas de Raúl Cerezo y Fernando González Gómez, cuyo primer filme, La Pasajera, se estrenó en ese mismo Sitges 2021.
Para colmo no es complicado encontrar puntos en común entre Y todos arderán y 30 monedas, una de las pocas series españolas de género y con director de prestigio adjunto cuya nueva entrega se espera en donde el gringo con ansiedad. Terror rural, elementos religiosos, homenajes explícitos a clásicos de los 70 y a la serie B… incluso Macarena Gómez exprimiendo su inquietante presencia ante la cámara. No le falta de nada, excepto un mínimo de visibilidad, a todo esto que la cantera del género va produciendo anualmente en nuestro audiovisual.
Con la letra B

Claro, Y todos arderán no es la pieza de género definitiva ni perfecta, pero si un artefacto audiovisual de terror muy consciente de lo que quiere ser y de sus propias limitaciones. Alguna autoimpuestas, porque tanto quiere ser de serie B que a veces se pasa, cuando el reparto y los efectos mínimos de los que dispone darían para algún alarde. Además se nota que esos defectos al pasarse de rosca con parecer cutre y caer en lo confuso —que es lo que casi nunca puede ser una narración— son completamente intencionados, porque en otras ocasiones la película es todo lo contrario.
Por ejemplo, Hebrero se atreve con momentos de muertes sobrenaturales silenciosas y cuya aparatosidad o carácter fantasmagórico se logra con el encuadre, no con ninguna clase de montaje loco o ayuda de la banda sonora —que a veces está, pero para enrarecer el ambiente, no para subrayar nada—. Esas secuencias, en la que pone la cámara en sitios que no son los habituales y aporta soluciones a situaciones previsibles que no se suelen ver, como en la discusión a guantazos del entierro, levantan mucho la película.
Para compensar, parece como si Y todos arderán quisiese justificarse con mucho cebar la caracterización de sus dos protagonistas, la María José de una magnífica Macarena Gómez y la “niña” Lucía de la debutante Sofía García, que da miedo solo con saludar. Hay escenas intermedias de la relación de la madre con su ex o con el resto del pueblo que casi que sobran, sobre todo porque menos al final cuando el personaje de Ana Milán se pone a la cabeza de la turba, casi siempre son muy previsibles.
Los monstruos heredarán la tierra

Luego está la parte del terror satánico y la horror movie concebida desde el punto de vista de los monstruos o los rechazados, casi justificando la carnicería previsible en que, la verdad, los del pueblo se lo han ganado un poco. Esa visión del pequeño municipio rural como una marabunta de catetos hijos de mala madre que machacan a cualquiera que sea un poco diferente es, la verdad, muy del género serie B de los 70 en el que se acaba refocilando Y todos arderán en su tramo final, con esa iluminación roja que por momentos resulta cargante aunque venga a cuento.
Gómez, además, se sabe este papel porque lo ha hecho 200 veces y solo tiene que modularlo para adaptarse al giro final, el más “original” de Y todos arderán aunque se vea venir un poco, con la revelación de quién es el verdadero bicho de la profecía y quién está detrás de todo esto. No quiero hacer spoilers, porque está feo, pero un mérito de la película es que por muchas barrabasadas que haga la protagonista, al final es difícil no estar de parte de una madre que echa de menos a su hijo.
Cerrando el libro, la cosa es que Y todos arderán merece la pena si es aficionado al género y las cafradas de serie B, sobre todo en su versión meta y autoconsciente de los últimos tiempos. También es un espectáculo de terror muy competente, quizás un poco lejos de lo que podría haber sido, pero en el que todos sus elementos funcionan y están ahí por una razón. Como siempre, será más valorado en el nicho o fuera que donde debería, pero esto no lo hemos inventado nosotros. Si les pilla cerca alguno de los pocos cines que la pasan, prueben, que en pantalla grande se debe disfrutar más.
Imágenes: Y todos arderán – Filmin
