1. Críticas
  2. 4 estrellas: Nada nuevo bajo el sol

4 estrellas: Nada nuevo bajo el sol

La nueva apuesta de RTVE es un ejercicio de sentido práctico absoluto ejecutado con oficio: quiere ser la serie de confort perfecta. La cuestión es si eso es lo que el público demanda

4 estrellas: Nada nuevo bajo el sol 1

4 estrellas es la historia del Hotel Lasierra, situado en un pequeño municipio de la España interior, y la familia que lo gestiona. Cuando muere, el patriarca, su mujer y sus dos hijas descubren que tienen una cuarta en discordia, Clara, antigua vecina del pueblo que regresa desde Madrid porque ha descubierto que Ricardo Lasierra es también su padre, y por tanto ella es media hermana de sus amigas de la infancia. Con el cuerpo del fallecido en paradero desconocido y enredos de cama varios por medio, la herencia de esta nueva familia extendida se presenta complicada.

Llega 4 estrellas con un estreno por todo lo alto —programación especial multicanal en domingo para quitarle competencia y con fanfarria promocional— de una serie con aire de otros tiempos y con la que La 1 quiere recuperar al público familiar y repetir la jugada de La Promesa. Es una apuesta arriesgada, polémica antes de empezar, cara en teoría —el precio por episodio y unas hipotéticas futuras ventas internacional compensarán— y que se marca el objetivo de competir con dos de los programas más vistos y asentados del abierto.

Culmina así una «semana grande» de RTVE con las series en abierto, quizás involuntaria, en la que el debut de 4 estrellas coincide con el de Los pacientes del doctor García —que ha tenido cifras tímidas, pero no catastróficas— y el final de La Caza. Guadiana —que ha ido peor que sus dos primeras entregas pero suponemos que mejorará números en RTVE Play… o en Netflix—, además de la citada La Promesa. Hay que remontarse muy atrás para recordar la última vez que la publicaba programaba a la vez tanta serie española, e incluso promocionando en serio la mayor parte.

No es que a aquella casa le faltara nada

4 estrellas serie RTVE

¿Y qué es 4 estrellas? Pues está por ver si funciona, aunque es de suponer que si los programadores le tienen paciencia suficiente lo hará, pero es un ejercicio de sentido práctico absoluto. Independientemente de los intereses que influyan en las decisiones de RTVE sobre sus series de ficción, quizás no siempre relacionados con la calidad o el interés público y/o comercial de los mismos, esto es un intento de ir a lo seguro. A la comedia costumbrista amable y familiar con su pizquita de culebrón. Lo de siempre. Las series de confort.

Reparto coral con protagonista teórica encarnada por la actriz más famosa, secundarios de lujo —parece probable que volveremos a ver a Resines—, humor blanco, tramas de abuelos, hijos y nietos, enredos de cama más cómicos que dramáticos, costumbrismo (aparentemente) sin ideología… Con mejores medios que las series de los 90 o 2000 que hacían esto —hay exteriores y localizaciones que no cantan a cartón piedra—, pero sin ninguna vergüenza. Una historia de una familia extendida disfuncional pero bien avenida que desayuna junta, básicamente.

Es evidente que 4 estrellas está pensada con mucho oficio, planteando su docena de tramas y más del doble de personajes de manera que se puedan estirar hasta el infinito sin dañar mucho su credibilidad y especulando un poquito con ellas al principio a ver qué dice el respetable. Es catenaccio puro y es una decisión creativa tan válida como cualquier otra. También es catenaccio «de lujo», ya que una serie diaria de otra época y en este estilo no habría tenido el reparto que tiene ni los medios con los que cuenta, y que elevan su coste por encima de La Promesa, por ejemplo.

Que los hijos, hijos son, igual llegan que se van

4 estrellas serie RTVE

El enredo de base es astracán puro aunque con un filtrito de realismo para que no cante demasiado, del funcionamiento futuro de la serie dependerá que se les vaya de las manos. Ana Gracia, Dafne Fernández y la misma Toni Acosta van en automático, lo que en ellas ya es nota alta, y Marta Aledo le pone algo más de empeño, quizás porque su personaje es el menos esquemático. Por ahí se escapan el alcalde bocachancla de Antonio Molero y el guardia buenazo de David Lorente, que se salen del tópico. Los personajes adolescentes, de momento, indistinguibles. Las abuelas tienen más gracia, pero es que son Rosario Pardo y Francesca Piñón, que tienen tanta mili que levantan cualquier cosa.

Le falta quizás, al menos de momento, y pese a que sus aspiraciones que suenan anticuadas parezcan disruptivas en el momento actual de la industria, un giro algo más provocador, más arriesgado. Algo que no suena a ya visto mil veces, aunque lo sea. A nivel creativo o de entretenimiento, audiencias e hipotéticos problemas contables de RTVE aparte, es su mayor riesgo: querer ser tan de confort que se pase. Y no, los cuernos y el triángulo que se insinúan en los adelantos no escandalizan a nadie, aunque igual si los juegan bien a alguien engancharán con el «a ver qué pasa».

Por ir cerrando la habitación, la verdad es que lejos de quien escribe reprocharle a nadie jugar a defender. Si partimos de la base de que el horario del prime time en España sigue siendo muy loco, por excesivamente tardío —las 22.50, por el amor de Chico, que hay que trabajar al día siguiente—, y que el access es ese momento a la hora de la cena donde el personal, hecho pedazos por el turbocapitalismo en la era del colapso civilizatorio, quiere tener algo de evasión facilona, parece una decisión sensata. Otra cosa es que Pablo Motos o el Wyoming exijan pensar aún menos.

Imágenes: 4 estrellas – RTVE
Menú