Alauda Ruiz de Azúa recompone el núcleo familiar en otro gran acierto para el cine español de 2022
Cinco lobitos sigue en el arco de varios meses a Amaia (Laia Costa), una mujer que acaba de ser madre. Con problemas para que su pareja (Mikel Bustamente) esté presente y para conciliar su reciente maternidad y su trabajo, Amaia acaba por mudarse a casa de sus padres (Susi Sánchez y Ramón Barea) un tiempo para que le echen una mano con la niña. La convivencia y los cambios con la recién llegada ponen a flor de piel las relaciones entre estas cuatro personas.
La película de Alauda Ruiz de Azúa se acerca a un período decisivo en la vida de una treintañera obligada a enfrentarse, muy rápido y en distintos frentes, a grandes cambios que desdibujan todo lo aprendido. Entre la angustia de no saber cómo afrontar la nueva situación, la culpabilidad de no haberlo hecho antes y la sensación de incomprensión de los demás ante su trance, la película se mete de lleno en el vínculo que une y separa a cada miembro de esta familia, en una dinámica que, como en las de muchas familias, se entiende más en lo que no se dice que en lo que se dice.
Desde el tranquilo bienestar y los claroscuros de un pueblo costero, Cinco lobitos se acerca con sensibilidad a las relaciones que, supuestamente, elegimos (las de pareja) y las que nos vienen dadas (las de familia). De ahí aparecen las razones de la resistencia de esos lazos, la mezcla de cariño, responsabilidad y amargura que las llenan. Como una especie de Koreeda de alma vasca, Ruiz de Azúa recompone el núcleo familiar con humanidad.
Cinco lobitos, familia en problemas

Cinco lobitos es una película de bajas revoluciones con pequeños estallidos dramáticos. Está siempre en el borde de los “ya no puedo más” de una maternidad que aparece como un peso abrumador y los de unas relaciones personales que se resquebrajan por incomparecencia. A partir de una millenial entre dos aguas, lo que mejor hace la película es detenerse en las contradicciones de sus personajes cuando aparecen las urgencias de la vida. Unos roles que Alauda Ruiz de Azúa hace que parezcan verdaderamente familiares. Es decir, repartidos mucho antes de que una cámara los recogiese.
Los personajes de Cinco lobitos tienen espacio para explicarse no solo a partir de sí mismos, sino -sobre todo- en su relación con los demás miembros de la familia. Ruiz de Azúa entiende que fijarse en ese intercambio natural es la manera de hacer coexistir de verdad todo lo que quería tratar (maternidad, cuidados, amor, roles de género, relevo generacional…). Si en la reciente Alcarràs la perspectiva familiar y sus temas se articulaban a partir de una amenaza exterior, apelando a su relación con el mundo, a la familia de Cinco lobitos hay que deconstruirla y volver a unirla a partir de sus propios mecanismos internos, que solo funcionan en ese ecosistema.
Carga y descarga

Obligados por las circunstancias, los personajes de Cinco lobitos tienen que encontrar la manera de recolocar las piezas que se han quedado tiradas en el suelo. Aunque es cierto que la película pone, muy convenientemente, dos obstáculos que riman y le dan una justificación a los temas del guion, Ruiz de Azúa compensa de sobra “el truco” con un discurrir armónico y a la vez incómodo entre las elipsis que va eligiendo para contar su historia.
Todo está construido en plano desde la atención a los gestos, a los detalles de los interiores y a las palabras. Con poca contemplación y mucho espacio para los cuerpos y las voces, las interpretaciones llevan mucho peso. Y ahí es imposible no decir lo mucho que lucen Laia Costa, Susi Sánchez, Ramón Barea y Mikel Bustamente.
La forma de la película, que quiere parecer casual, casi invisible, hace naturales los saltos de la comedia al drama, del descargo al desasosiego. Así duelen palabras que parecen dichas sin importancia pero que la tienen y así tocan abrazos que habían tardado demasiado en darse. Cinco lobitos consigue transmitir, en toda su dureza, que es imposible que estemos preparados para lo que venga, pero que seguro que lo haremos mejor si cuidamos de los nuestros. Otro gran acierto para el cine español de 2022.
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