La nueva entrega de la serie pierde la única baza de la primera: ya no engancha
Bienvenidos a Edén T2: El mismo rumbo que ‘Élite’, pero en el paraíso

La segunda temporada de Bienvenidos a Edén recupera su historia en el mismo punto donde la dejó: Zoa intenta escapar aprovechando el barco que trae a la nueva tanda de influencers de la que reclutarán a nuevos jóvenes. De forma inesperada para ella, la protagonista ve que su hermana Gaby se encuentra en ese grupo que acaba de llegar a la isla. La dicotomía a la que se enfrenta la joven se verá acompañada por nuevos personajes y la posibilidad de una batalla por la libertad. Un pretexto, al menos, que esperaba el espectador, pero que solo unos minutos después del primer capítulo se queda en humo.
Tras visionar los cuatro primeros episodios de la nueva entrega de la «distopía» creada por Joaquín Górriz y Guillermo López ya se puede apreciar que la historia deja de enganchar. La tensión se crea sobre aspectos bastante insignificantes teniendo en cuenta que el relato podría tener mucho más potencial que explorar y explotar. La temporada 2 de Bienvenidos a Edén, disponible en Netflix a partir del 21 de abril, desinfla lo poquito que había inflado con su arranque.
La temporada 2 de Bienvenidos a Edén y una historia que no convence

Hubo una época en la que las series adolescentes eran eso: series adolescentes. En este género no había ningún tipo de pretensión, y el espectador sabía a lo que iba al ponerse delante del televisor. No se necesitaban más florituras. Bastaba solo con un puñado de jóvenes normativos que hicieran frente a los supuestos problemas de esa edad y a mil líos entre ellos (a veces, con algún que otro elemento fantástico). Y es que, si bien uno de los fallos de la primera temporada de Bienvenidos a Edén era dejarse ver en sus promos como una producción revolucionaria y no llegar finalmente a ese nivel, con esta nueva tanda se evidencia aún más el ‘quiero y no puedo’.
En estos nuevos capítulos nada está a la altura. De hecho, solo se mantiene la maravillosa y paradisíaca localización en la que se desarrollan los ilógicos hechos. Pese a que tampoco las actuaciones del reparto eran destacables, en la primera tanda esto pasaba más de forma desapercibida con una historia que sondeaba distintos caminos y que podía mantener al espectador atento capítulo tras capítulo. Al no quedar ningún interés vivo, se evidencian más este y otros puntos flacos, como el propio desarrollo de los personajes.
Y precisamente en esta segunda temporada las intenciones son hacer una serie más basada en personajes, pero esto es muy difícil de conseguir si sus tramas no siguen una línea lógica de desarrollo. Por ello, se quedan solo en intenciones. Sin entrar en spoilers, los personajes son moldeados acorde a los giros de la historia, sin mantener ningún tipo de coherencia.
Otro de los problemas que arrastra Bienvenidos a Edén desde la primera tanda es que, pese a querer dejar claro que la comunidad liderada por Amaia Salamanca es una secta, no muestra en sus diálogos una persuasión que pueda convencer o crear ambigüedad al espectador. La dualidad del bien y el mal es tan extrema sin un convencimiento previo que acaba por simplificar al máximo el relato. Así, eso de matar sin ton ni son de la noche a la mañana y con tanta facilidad no es verosímil.
Ya no sirve entonces el reclamo de los actores que forman el elenco como Amaia Salamanca, Belinda o Begoña Vargas, entre otros. La historia ya había arrancado, y pese a no seguir el rumbo que parecía, la curiosidad y la tensión eran evidentes en su temporada de inicio. En su segunda entrega, poco queda a lo que aferrarse. Sí, sigue habiendo misterios, pero no se potencia el interés en descubrirlos.
La influencia de Élite al perder el hilo

Teniendo en cuenta lo apuntado hasta ahora, ¿en qué se basa entonces la segunda temporada de Bienvenidos a Edén? Pues la serie apuesta por la misma línea que utiliza Élite: una historia más o menos bien construida en su primera entrega, para perder el hilo ya en su siguiente tanda. Como he comentado a lo largo de este texto, si bien la historia tan adictiva de la primera era lo que te mantenía frente a la pantalla y te hacía obviar el resto de aspectos no tan bien montados, en la nueva entrega se pierde esa expectación.
El camino que recorre la serie juvenil de una entrega a otra recuerda así a la serie de Carlos Montero y Jaime Vaca, producción que apostó en un primer momento por un thriller rodeado de tramas adolescentes, y fue perdiendo ese enfoque bien construido con cada nueva temporada. Al igual que en la otra serie adolescente con la que comparte catálogo, Bienvenidos a Edén presta un poco más de protagonismo a las escenas íntimas. El amor y el sexo -a veces algo inesperado y sin contexto- están bastante presentes.
Esas relaciones entre personajes hacen dudar en cada capítulo del propósito de los protagonistas, perdiendo, de nuevo, el sentido. Tampoco acompañan las escenas de la detective investigando las desapariciones desde el exterior: lo que era un elemento que mantenía los pies en la tierra y le daba credibilidad a los hechos en la primera tanda, se vuelve algo ausente en los nuevos episodios, convirtiendo Bienvenidos a Edén en algo parecido a una telenovela en la que a veces sobrevives y a veces no, siendo este trágico destino una lotería del guión.
En definitiva, a la espera de ver la temporada completa, la segunda entrega de la serie producida por Brutal Media se distancia al máximo de lo que prometía: una serie revolucionaria. No consigue sacarle provecho a sus fortalezas (una premisa original con muchas posibilidades) y se centra demasiado en sus debilidades (personajes sin un desarrollo lógico). Se torna así en una serie adolescente que, sin intención de desprestigiar el subgénero, sí que es necesario insistir en que nunca fue lo que prometía. Una oportunidad más desaprovechada de meter la cabeza en distopías desde España.
Imágenes: Segunda temporada de Bienvenidos a Edén – Netflix España
