Manuel Lógar ha estrenado en el Atlàntida la crónica de su propio encierro con un grupo de arquitectos internacionales que investigaban sobre ciudades sostenibles
‘Valldaura: A quaratine cabin’, historia de un confinamiento cómico rodado a la fuerza

En marzo de 2020 el director Manuel Lógar acudió a Valldaura Labs, un espacio de investigación y experimentación donde iban a reunirse jóvenes arquitectos de todo el mundo. El Institut d’Arquitectura Avançada de Catalunya (IAAC) lo llamó para hacer un documental sobre el centro tras ver su ópera prima, Entre la ola y la roca, y en principio el cineasta iba a dedicarles un rodaje intermitente durante varios meses, instalándose con ellos en temporadas cortas. Y llegó el confinamiento.
“Acabó por ser un rodaje inmersivo de nueve meses, seis de ellos en completo aislamiento del resto del mundo“, explica Lógar. “Siempre diré que tuve la gran suerte de pasar la crisis del coronavirus en un entorno idílico, rodeado de naturaleza y con un grupo genial de personas. Con el paso de los meses se creó un microcosmos, una aldea de poco más de una docena de millenials rodeados de un vasto bosque, que parecía inacabable. Un caramelo para cualquier etnógrafo, y verdaderamente un gran reto como director”.
Valldaura: A quarantine cabin se acaba de estrenar en el Atlàntida Mallorca Film Fest, celebrado entre los 24 y 31 de julio y aún disponible en Filmin, en la sección ‘Fábulas generacionales y sus realidades’. Los jóvenes protagonistas, en su esperanto mezcla de idiomas y con ansiedades de exilio que se mezclan con el ambiente festivo propio de una especie de vacaciones involuntarias en el campamento, aportan un retrato de la visión del mundo de la generación que ahora se abre paso y esta llamada a resolver nuestras crisis actuales.
Valldaura y estar “fuera del mundo”

Valldaura es una histórica masia entre Barcelona y Cerdanyola, en pleno Parque Natural de Collserola, en la que se han situado tres laboratorios sobre energía, fabricación digital y agricultura. Como Valldaura Lab, un poco aislado incluso de los propios vecinos, reúne a cientos de estudiantes internacionales y seminarios de firmas internacionales. El proyecto al que acudió Lógar era para planificar las ciudades del futuro con arquitectos jóvenes de todo el mundo.
“Cuando la pandemia comienza a ser una realidad, les comunico mis ganas de seguir con la película, suponiendo que sería un tiempo breve, que serán unas semanas y aportarán interés al documental. Ellos aceptan y confían en mí experiencia para poder rodar sin ayuda, a modo de hombre orquesta”, explica el director. El resultado es un documental “no es sobre el COVID, sino que ocurre durante el COVID. Un suceso histórico gana más cuando resulta un contexto, cuando invade una historia en segundo plano”.
La pandemia “es fundamental en esta película, y afortunadamente, los protagonistas no sufrieron pérdidas de familiares, como muchas otras personas en el exterior. Creo que en este sentido, esta sensación de estar fuera de lo que ocurre en el mundo, de encontrarnos en un entorno seguro, alejado de todo, provocó una especie de sentimiento de culpabilidad, de impotencia extraña en todos nosotros”. No se podía ayudar de forma directa, “salvo ayudas como la creación de material sanitario con impresoras 3D”, así que todo “parecía ocurrir en una realidad alternativa, en otro planeta lejano”.
Para su director Valldaura: A quarantine cabin, “además de hablar de las relaciones humanas, del proceso creativo, de las emociones en grupo, confío que refleje ese distanciamiento que resultó tan extraño de vivir, y sobre todo, tan confuso al volver a la realidad”. Las videollamadas, las dificultades para seguir la actualidad de la pandemia en países ajenos o las relaciones que se establecen entre ellos de forma inesperada cuando pasan los meses se mezclan con los proyectos de investigación y esa imaginación sobre las soluciones sostenibles del futuro que se prolongan mucho más allá de lo esperado.
Sabor agridulce y esperanza en el futuro

En este caso, Valldaura: A quarantina cabin “deja un sabor agridulce, sabiendo lo mucho que queda por hacer en el campo de la arquitectura autosuficiente, de la economía circular, y el poco tiempo de reacción que tenemos”, opina Lógar. “Pero también muestra que los objetivos, quizás a trompicones, pueden llegar a cumplirse, no de la forma más idílica y épica, pero sí desde la sencillez y comedia que rodea nuestras vidas”.
Inesperadamente, para su director este documental sobre la COVID19 y la crisis ecológica y social “es una comedia, un humor de retranca galega sobre el ecologismo institucional, que muestra sus errores para hacerlo más humano y por tanto, más posible y realizable”. Además del director han trabajado en ella Lucas Carrillo (Fotografía), Clara Rus (Color), Martí Albert (Sonido) y Vicente Guallart, director del IAAC, como productor. De la distribución se ocupa Cormorán Cinema.
Lógar se pregunta cómo habría sido la película sobre aquel seminario que se prolongó en el tiempo si no llega a irrumpir la pandemia. “Sin duda, fue un excelente catalizador, narrativamente hablando. Sin ella, sería una película distinta… pero no mucho más”. Para el cineasta “los conceptos seguirían siendo los mismos, con cimientos casi idénticos. Variaría la trama, pero es lo normal cuando se trabaja con la realidad. Es lo precioso del cine documental“.
Los personajes “se sobreponen al suceso, y nunca quise ponerlo en primer plano, intercambiable casi como cualquier crisis de una talla similar poco comunes en nuestros tiempos, dejando esta película como un reformulado relato de jóvenes en una isla desierta”. Así, Lógar se felicita porque “lo que pudo acabar siendo un ‘Señor de las Moscas del Vallés’, por suerte acabó de una manera menos trágica, más desenfadada y confío que más identificable con el público”.
Imágenes: Valldaura: A quarantine cabin – Cormorán Cinema
