Irónica y angustiosa, Félix Viscarret ha hecho una ambivalente película sobre un hombre insatisfecho consigo mismo que supera lo generacional
Una vida no tan simple: Todo lo que de verdad importa

Una vida no tan simple sigue la vida de Isaías (Miki Esparbé), un arquitecto que tuvo éxito en los primeros compases de su carrera pero que ahora no consigue sacar adelante el estudio que tiene junto a su socio (Álex García). Mientras gestiona sus frustraciones laborales, lidia también en el día a día con su familia, conviviendo con su mujer (Olaya Caldera) y sus dos hijos pequeños. A diario, Isaías coincide en el parque con la madre (Ana Polvorosa) de un chico de la clase de su hija.
Félix Viscarret (No mires a los ojos) ha hecho una película difícil de catalogar para estos tiempos de catálogos, una tragicomedia que huye deliberadamente de la etiqueta de género y los grandes “temas”, aunque los tenga. Seguramente su principal línea de puntos esté en el de una crisis vital compartida por cuatro personajes distintos que no se ubican del todo en su rutina, ni en sus expectativas laborales o familiares, en una Bilbao crepuscular.
La principal debilidad de Una vida no tan simple a la hora de venderse hacia fuera es quizás su principal virtud cuando decides sentarte a verla. Indeterminada, simpática y con un toque de abstracción, la película te transporta a una frustración y una ansiedad vital sibilina con la dosis de drama justa para no cargar pero no resultar superficial. Presentada en la Sección Oficial del Festival de Málaga, Viscarret sigue demostrando que es un director y guionista atento e inteligente que merece más atención de la que se le viene dando en los últimos tiempos.
De crisis y normalidad

Se podría decir que Una vida no tan simple tiene el “crisis de los 40” pegado en la frente, pero en realidad sus intenciones y, sobre todo, su forma de explicarlas van por otro lado. Aunque es cierto que ciertas hipotecas están asociadas a la edad, Viscarret supera lo generacional y sus propias circunstancias haciendo una película sobre la insatisfacción con uno mismo, que es superficial en sus rutinarias cotidianidades pero profunda en su silencioso martilleo psicológico. Y todo eso desde los espacios de la normalidad que cada uno se ha construido, desde las decisiones que se han ido tomando. La vida nunca es tan simple ni a lo 20, ni a los 40 ni a los 60.
Al final, Viscarret se hace fuerte en el detalle, que es donde no se ubica nunca del todo su personaje protagonista. Lo interpreta un Miki Esparbé en uno de sus mejores trabajos de siempre al exteriorizar todo lo patético, engreído y humano que hay detrás de un hombre —repito lo de hombre— “normal” y del 2023. Desde el desayuno hasta la cena, la película insiste en los espacios de la rutina laboral y familiar de Isaías, a la que poco a poco se le va desmoronando su fachada de éxito entre miedos y sinsabores.
Una vida no tan simple y unos espacios complicados

Una vida no tan simple no se entiende tampoco sin los espacios de una ciudad, Bilbao, captada una y otra vez en los mismos lugares. Una vida no tan simple recoge bien lo plomizo de un martes a las 9 de la noche, del parque nublado a la salida del colegio. Viscarret acierta también a dar respiro a la historia con escenas desde la calle, que tienen un simbolismo que roza lo evidente pero que sí son capaces de crear, por contraste, esa sensación de alienación y abstracción que produce el día a día.
Y, lo más importante de todo, Una vida no tan simple habla de todas estas cosas con sentido del humor pero sin caricaturizar —menos, quizás, en el personaje de Julián Villagrán, claramente el más cómico—. De hecho, lo mejor de su guión es su ambivalencia irónica y angustiosa: casi todo lo que va pasando tiene un lado que es objetivamente gracioso y, por el otro, el fondo de cómo está viviendo el personaje esa situación es, en realidad, más bien trágico.
Por ir desenchufando el microondas: Una vida no tan simple es película bien pensada, una propuesta que habría que celebrar ya solo por lo difícil que es encajarla en este cine español contemporáneo donde cada película busca su nicho. Pero que además Viscarret da con la tecla agridulce que hacía falta, para hacernos llegar al fondo del asunto: todo lo que rodea a la vida puede no ser simple, pero lo es un poco más cuando te das cuenta de lo que de verdad te importa.
La puedes ver online en
Imágenes: Stills de Una vida no tan simple – David Herranz (Montaje de portada: Cine con Ñ)
