FlixOlé recupera los filmes más emblemáticos de la artista manchega, que a finales de los 60 ya era considerada una actriz de culto: recibió un filme de Mario Camus escrito por Antonio Gala para su total lucimiento
Una gran dama de la canción llega a un convento perdido en algún lugar de Galicia y pide ser recibida por la Superiora. La religiosa accede, aunque no entiende qué puede querer de ella. Cuando la recibe, la visitante le pregunta: “¿No me reconoce, madre? ¿Tanto me ha cambiado el mundo?”. Es el diálogo más famoso de Esa mujer (1968), de Mario Camus, una de esas películas de Sara Montiel que fue un éxito en su momento, luego pasó al olvido y ha regresado en los últimos años convertida en título de culto.
Aprovechando la colección que dedica FlixOlé a la protagonista de El último cuplé (1957) en el décimo aniversario de su muerte, que se cumple este 8 de abril, hemos querido rescatar la memoria de una de sus películas quizás no más recordadas, pero que explica muy bien la década, previa a su retirada, en la que la diva dominó la taquilla española… y casi mundial. Dirigida nada menos que por Mario Camus, escrita por Antonio Gala y con aportaciones de Fernando Vizcaíno Casas, Esa mujer mezcla musical, melodrama y casi todas las características que hicieron triunfar para el público al cine de la Montiel.
Esa mujer, inspiración galdosiana

La historia es la de Soledad Romero, una conocida cantante y artista de variedades acusada de asesinar a su amante, un hombre casado. Durante el juicio, en algún momento a finales del siglo XIX, los testigos explican cómo Soledad llegó a la canción por casualidad, pues era monja misionera en el extranjero cuando ella y otras compañeras fueron atacadas por guerrilleros. Embarazadas, regresan a España y dejan los hábitos. Soledad da a luz a una niña cuyo entierro observa por una ventana. Desesperada, deja los hábitos y desempeña varios oficios hasta que un productor descubre su prodigiosa voz y la lleva a los escenarios.Ya convertida en estrella, conocerá a Carlos, un hombre casado y de posición que se obsesiona con ella. Solo que la identidad de la esposa de Carlos hará dudar a Soledad de sus verdaderos sentimientos.
Es casi una versión muy pasada de vueltas en cuanto al melodrama de Tristana, la novela de Benito Pérez Galdós, que Luis Buñuel adaptaría apenas dos años después con Catherine Deneuve en el papel principal y, en algunos aspectos, casi como una parodia de este tipo de cine español del momento. Esa mujer no tiene tantos reparos en abrazar los modos del culebrón más desaforado, aunque es delicadamente elíptica en los momentos más dramáticos (como el del giro con el secreto tras toda la trama, que no desvelaremos, o el último plano, que sugiere un final feliz para Soledad).
El propio Camus confesó en entrevistas, muchos años después, que la idea de Sara Montiel era rodar un drama al estilo de las novelas de Galdós o Juan Valera. Contó con el director y Antonio Gala al guión por gustarle su trabajo en otra cinta a mayor gloria de un cantante famoso, Digan lo que digan (1968), protagonizada por Raphael. De manera que, a media búsqueda, Saritísima opinó que funcionaría mejor con un argumento propio al que añadirle canciones, convirtiéndolo en musical. No les fue mal, y solo en España rozaron el millón y medio de espectadores, una cifra apreciable para 1969.
Por otra parte, el rodaje de Esa mujer todavía se recuerda en Pontevedra, donde la llegada de Sara Montiel fue todo un acontecimiento. Además de hartarse de percebes —confesión propia—, la diva tuvo tiempo de ejercer de meiga y le vaticinó a uno de los productores que se acabaría enamorando de una gallega, el cual durante esas semanas conoció a la que, efectivamente, más tarde se convertiría en su mujer.
Saritísima: el poder de Sara Montiel

Un detalle que se olvida de esta etapa de la filmografía de la diva es que Montiel era productora de casi todos los filmes que protagonizaba. Poco antes de embarcarse en Esa mujer había conseguido que despidieran a Jorge Grau de la dirección de Tuset Street a medio rodaje por diferencias sobre el enfoque de la película, en un filme escrito nada menos que por Rafael Azcona. Camus se encontraba en los inicios de su carrera y aún no era un autor consagrado, aunque sí un profesional respetado. Pero es que poco después Saritísima rodaría Varietés (1971), dirigida por Juan Antonio Bardem, director de prestigio innegable, aunque en horas bajas para el público.
Hay que tener en cuenta que la ascendencia sobre el público de Sara Montiel era total entre finales de los 50 y principios de los 70, tanto en nuestro país como a nivel internacional. Si conocida es la anécdota de que el estreno de El Imperio Contraataca se retrasó en España para que no coincidiese en cartel con Yo hice a Roque III, de Mariano Ozores y con Pajares y Esteso, igual de espectacular es que en 1958 la premiere parisina de El puente sobre el río Kwai tuviese que esperar una semana debido al éxito de El último cuplé, que estaba reventando la taquilla.
Hay elementos en Esa mujer que es inevitable que choquen al ojo actual. La acción está deslocalizada temporal y geográficamente —ni se aclara dónde se celebra el juicio ni dónde vivía anteriormente la protagonista, y la isla a la que va de misiones cuando es religiosa es ficticia—, la trayectoria desde monja a estrella de la canción del personaje principal es insostenible y las decisiones narrativas para sortear a la censura —más laxa por aquellos años, pero sin pasarse— o la moral de la época son entre cursis y ridículas.
Y sin embargo, el carisma de Montiel y una dirección que sabe aprovechar muy bien sus puntos fuertes y disimular los débiles sostienen el entramado, que va saltando de género en género —arranca como un musical amable, pasa al drama histórico, se pasea por el producto cuasi erótico más descarado para aquellos años— y tiene la duración justa para mantener el interés del espectador. Los exteriores gallegos ayudan al dramatismo de las escenas del convento, y la falta de concreción temporal permite que cualquier tropiezo en la ambientación se pueda ignorar.
No queremos destripar más detalles de la trama que los necesarios, pero diremos que la imagen pública de la Sara Montiel de entonces y su personaje se funden para dar lugar a un personaje que, con los diálogos justos —y las canciones necesarias—, ofrece una alternativa de protagonista femenina menos sermoneante que las de otras películas de los 60 y un final a la altura. Esa mujer, una Fortunata con musical, que explica el triunfo de la diva total.
La puedes ver online en
Puedes ver la colección completa de Sara Montiel en FlixOlé.
