El cineasta maravilla con un trabajo de años, entre ficción y realidad, dedicado al sentir de un grupo de jóvenes
Jonás Trueba va a por la Concha de Oro con la generacional ‘Quién lo impide’

En 2016, Jonás Trueba estrenó La reconquista, una película en la que una antigua pareja volvía a encontrarse quince años después. Uno de los bloques de la película presentaba precisamente el tiempo en el que estas dos personas, por entonces adolescentes, habían vivido su primer amor. El director se quedó con las ganas de seguir explorando esa etapa juvenil y siguió rodando con algunos de los actores jóvenes que aparecieron en la película. Este es el gérmen del que nació Quién lo impide, una monumental película sobre los jóvenes que suspende la percepción de que es ficción o realidad.
Construida sobre varios segmentos también, Quién lo impide -título de una canción del recientemente fallecido Rafael Berrio, que participó también en La reconquista– despliega durante sus 225 minutos diferentes formas de acercarse al sentir de los jóvenes españoles, mezclando las vidas reales de los que aparecen en la película con algunas secuencias más cercanas a la ficción que Trueba ha conseguido poner en conjunto durante cinco años.
La película se construye de forma libre, con diferentes formatos, en torno a la cara que los jóvenes quieren enseñar de ellos mismos. Trueba combina y ordena temas como la educación, la soledad, el amor o política que los chicos tratan desde su punto de vista y los mezcla con algunas experiencias individuales de algunos de ellos. Emerge especialmente el relato vehicular de los mismos dos adolescentes de La reconquista: Candela Recio y Pablo Hoyos, a los que vemos crecer a lo largo de los años junto al resto.
Todos somos ficcion y realidad en Quién lo impide

En una zona deliberadamente gris entre la ficción y la no ficción, Trueba y los jóvenes protagonistas de la película han intentado explicar cuál fue el proceso creativo del filme en la presentación de la película en San Sebastián. En Quién lo impide todos se interpretan a sí mismos, siendo almenos una parte de ellos durante todo el metraje. Una situación ambigüa con la que el propio director ha bromeado en rueda de prensa, asegurando que «había confusiones entre lo que pasaba y lo que no pasaba» durante el rodaje.
Trueba ha asegurado que ha buscado también con actores profesionales en otros proyectos a que «se vean a sí mismos como personajes de ficción». Esta búsqueda ha continuado y se ha potenciado en Quién lo impide, donde esta mezcla entre película y realidad es más fuerte que nunca. Sobre este mismo asunto, Candela Recio ha explicado que para los jóvenes «nunca había una pretensión de ser nosotros o no serlo».
Todos ellos eran y seguían sus intuiciones, a veces a partir de algunas pautas que Trueba les daba, pero siempre a partir de su realidad. El director ha explicado también que nadie en el equipo de Quién lo impide había hecho cálculos o sobrepensado demasiado el filme: «Ha sido la película menos teórica y que menos hemos intelectualizado», ha dicho el cineasta sobre el proceso creativo. Al contrario, «ha sido la película más bruta e impulsiva», ha explicado.
Un Boyhood sobre quiénes eramos y quiénes son

La complicada definición de qué es Quién lo impide es quizá lo que mejor habla de ella. Es una película abierta, que mezcla distintos tonos y conceptos (entrevistas, secuencias construidas, conversaciones, situaciones, sonidos...) para intentar acercarse a quiénes y cómo son nuestros jóvenes sin pretender tampoco dar un «estado de la cuestión» o una respuesta final, sino dejando que sean algunos de ellos los que respondan a las preguntas que sí va planteando Trueba.
De haber seguido durante años a estos chicos emergen, claro, ideas valiosas sobre qué problemas tienen los jóvenes y qué expectativas tienen en la vida. Pero lo que aparece realmente con fuerza en Quién lo impide es algo similar a lo que también se intuía en ese fragmento adolescente de La reconquista: una emoción compartida. Trueba recoge, construye y monta para que sientas la inocencia, la inseguridad, la excitación y la rebeldía de entonces, cuando el mundo parecía sencillo pero también resultaba muy complicado. Un sentimiento nostálgico para algunos y, quizá, vivido para otros.
Un gran fresco de vida, siempre incompleto, parcial y en creación, que está entre lo mejor del cine español en San Sebastián 2021. Una película que quiere experimentar, pensar en conjunto y, sobre todo, quiere sentir. Aunque su último tercio sea quizá el más superfluo, pandemia mediante, Quién lo impide es la mejor película de Jonás Trueba hasta la fecha. Su particular Boyhood. Esperemos que tenga opciones de llevarse un gran reconocimiento en Donostia. Se estrena el 22 de octubre.
