Después de la ganadora del Goya ‘Las niñas’, Pilar Palomero presenta su segunda película: ‘La Maternal’, su acercamiento a un grupo de madres que dieron a luz en su adolescencia
«Ser madre cuando eres adolescente contrapone dos momentos completamente contrarios»

Para los tiempos habituales del cine, Pilar Palomero (Zaragoza, 1980) ha vuelto rápido: poco más de dos años después del éxito de Las niñas, presenta La Maternal, película en la que se acerca a la vida de una chica de 14 años que, de un día para otro, se queda embarazada y tiene que mudarse a un centro de madres adolescentes. Un tema, el de la maternidad adolescente, que le propuso a Palomero la productora Valérie Delpierre y que finalmente la aragonesa ha hecho suyo en un angustioso drama de madres que no saben serlo.
Después de «la vorágine» de presentar con entusiasmo la película por primera vez en el Festival de San Sebastián, Palomero contesta, ya más tranquila, a las preguntas de Cine con Ñ desde Barcelona. La directora explica cómo ha sido el proceso de encontrar su evolución como cineasta y su punto de vista en esta historia de madres jóvenes, que nació a partir de las visitas a un centro de Barcelona (Residencia Maternal Antaviana) y que incorpora actrices no profesionales que han vivido la experiencia.
Siendo un proyecto que no nació directamente de ti en un inicio, ¿qué te empujó a hacerlo?
Después de que me lo propusiera Valérie (Delpierre), fue determinante el momento que conocí a mujeres que habían sido madres en su adolescencia. Escuché sus historias y noté el entusiasmo que tenían de que se hablara sobre lo que habían vivido. Luego también ocurrió una cosa peculiar: cuando empecé a escribir el guion, la gente me preguntaba qué estaba escribiendo y yo les decía: «Una historia que tiene que ver con la maternidad en la adolescencia». Notaba un poco de reparo al escucharlo, como «qué duro» o «qué difícil».
Después de haber escuchado las experiencias de estas mujeres, me daba rabia esa reacción. Pensé que había que hacer la película, siento que es una realidad que no queremos mirar y que igual me podría haber pasado a mí también. Y luego está el nivel humano y emocional, de ver cómo ser madre cuando eres adolescente contrapone dos momentos vitales completamente contrarios.
A la hora de escribir, que fue proceso de documentación largo e incorporando las experiencias de las jóvenes, ¿cómo fue el proceso de encontrar los temas que querías explorar en La Maternal?
Yo hablaba siempre con mujeres que ya eran mayores de edad, que tenían ya 18 0 19, pero que habían sido madres con 13, 14 o 15. Quedábamos para tomar un café, para tener una charla larga y fuimos viendo que había muchos temas que se repetían. Muchos patrones que coincidían. Hay que tener en cuenta también que yo las conozco por estar en ese centro, porque venían de situaciones de vulnerabilidad que las habían llevado a este lugar. Esos puntos en común me hizo ver que era importante que estuvieran en la película: la exclusión social, la injusticia, la culpabilidad… todo temas que sobrevolaban sus historias.

¿Cómo se llegó al personaje de la protagonista, Carla, y cómo fue luego el trabajo con Carla (Quílez) actriz?
Para construir el personaje de Carla me basé mucho en una chica que conocí y me contó su historia. Ella por x motivos no ha podido estar en la película, pero gran parte de esta chica está en Carla porque me habló mucho de la relación que mantenía con su madre y había sido madre a los 14. De hecho, fue la primera chica con la que hablé, y quizá fue ese hecho hizo que se me quedara más dentro su historia.
En el trabajo con la actriz fue, sobre todo, el casting. Le dedicamos mucho tiempo y mucho esfuerzo al proceso, porque tenía claro que era un papel muy difícil que la que lo hiciera tenía que trabajar estados emocionales complejísimos y muy duros. Nos teníamos que asegurar ya en casting de encontrar a alguien que fuera capaz de llegar a esos lugares. Ahí apareció Carla Quílez. Ya en la primera prueba me dejó alucinada, luego en rodaje no ha hecho más que crecer y crecer.
Incluso ha incorporado cosas suyas al personajes, como el asunto del baile.
Sí, nosotras la conocimos a través de Instagram. Irene Roqué (directora de casting) encontró su cuenta, en la que sale bailando habitualmente. Baila reggaetón y música urbana. Ella se transforma mucho cuando baila, tiene una energía muy de mujer. El personaje de Carla no bailaba, pero cuando conoces alguien que baila así y además utiliza el baile para expresarse, cómo no usarlo. Era muy tentador.
«En Las niñas me di cuenta de lo mucho que disfrutaba trabajando con las actrices»
En las dinámicas internas con el resto de mujeres del centro de la película, destaca una larga secuencia en la que cada una de ellas va relatando su experiencia. ¿De qué forma se incorporaron a la película?
El guion está muy basado en las historias que me han contado, pero es una ficción al final. Parte de esos testimonios son vivencias, otras que no… la idea era hacer una mezcla de que contaran lo que ellas quisieran y luego había otra parte que yo había escuchado de otras mujeres.
Sabía que era un riesgo hacer esa escena, pero para mí era el alma de la película. El explicar que esto sucede, que nos puede doler al verlo pero es que está pasando. Es nuestra responsabilidad como sociedad. Había muchas cosas que quería que estuvieran, como cuando una de las mujeres dice: “Quiero tener este hijo, así no estaré sola”. Me parece terrible que una chica de 16 años se sienta así. Fue una mezcla entre conversación y rodaje.
Esa secuencia en la que cada una de ellas relata su experiencia como si fuera un testimonio está rodada como si fuera no ficción.
Sí, había una intención de hacer ver que esto no es mentira. Es una película y no se corresponde con sus experiencias concretas, pero sí que hay chicas de 14, 15 o 16 años que están viviendo esas situaciones.
¿Qué experiencias sacaste de Las niñas y que has podido aplicar en La Maternal?
En Las niñas me di cuenta de lo mucho que disfrutaba trabajando con las actrices. Ese momento de crear la escena juntas es muy emocionante. Es verdad que venía de trabajos en corto y en otras películas, pero es verdad que hasta que no estás haciéndolo tú no lo sientes de esa forma tan intensa. Lo que he intentado en La Maternal es volcarme mucho en eso, en estar con ellas, en cómo llegar a esos momentos e intentar que tuvieran cierta verdad.

En la puesta en escena también se nota, con respecto a Las niñas, un estilo más sobrio, desnudo.
Puede ser, no me lo había planteado tanto. Las niñas, al ser una película de época, en los 90, la aproximación ya era desde otro lugar. Creo que en general el acercamiento se tiene que hacer en función de los personajes, y en La Maternal son muy austeros: de personalidad, de forma de ser, de entender la vida. Todo en la escena quería que fuera en consonacia con ello.
Coincide que este año se estrenan dos segundos largometrajes de directoras que habían tenido éxito con la primera. El caso de Alcarràs y ahora La Maternal. ¿Crees que está aumentado la confianza de la industria en las mujeres cineastas?
Después de lo bien que funcionaron tanto Verano 1993 como Las niñas creo que habría sido muy raro si no hubiéramos podido hacer la segunda. Obviamente, lo hablamos con Carla (Simón) y otras compañeras, todas hemos peleado mucho por consolidarnos en el oficio y estamos en el camino. En mi caso, es la segunda y ahora espero poder hacer una tercera, cuarta, quinta… quiero consolidarme en mi profesión.
Sí que es verdad que se siente que hay un cambio, que algo está cambiando, pero ojalá no sea un espejismo. Esto lo podremos comprobar dentro de 10 años cuando esperemos que cada una de nosotras pueda decir: “Mira, esta es mi octava película”, y que ya tengamos una trayectoria muy consolidada detrás que nos permita verlo con perspectiva.
