La principal asociación de periodistas cinematográficos de España, la AICE, cumple una década. María Guerra, su presidenta, habla de los Premios Feroz, la precariedad en el sector o la apertura de las temáticas en los relatos audiovisuales
«No puedes decir que una película de Almodóvar o Segura no es buena y aspirar a una entrevista con ellos»

María Guerra repite mandato como presidenta de la Asociación de Informadores Cinematográficos de España (AICE), la organización que nació para dar vida a los Premios Feroz y que cumple 10 años junto a estos. El aniversario se celebra en Zaragoza, con una serie de eventos asociados a la X Edición de los galardones, y donde As bestas, de Rodrigo Sorogoyen, y la serie La Ruta parten como favoritas en sus respectivas categorías, como las más nominadas.
La periodista, responsable del programa La Script, con más de 20 años de experiencia a sus espaldas en la Cadena SER y ahora al frente de su propio proyecto difundido a través de podcast y YouTube, responde a las preguntas de Cine con Ñ. En la entrevista aparecen temas como la importancia de los premios como promoción, la precariedad en el periodismo en particular y en el sector audiovisual en general o los cambios de criterio tanto del público como de la crítica que han permitido ampliar qué historias pueden contarse y premiarse en nuestro cine.
¿Para qué sirven los premios?
Bueno, todos los premios sirven como apuesta por un criterio de excelencia. Los Goya son unos premios que se da a sí misma la industria, con sus propios criterios. Cuando nacimos, desde la AICE queríamos influir en la temporada de premios en España con unos galardones más punkis, que miraran a las películas recién llegadas, los temas más heterodoxos, los nuevos creadores, el cine más independiente. Creo que los Feroz han servido estos años para destacar películas que no iban a estar en el escaparate. En este momento del audiovisual, con multitud de productos que se olvidan unos por otros, nuestra intención es pararnos y rescatar algunos.
¿Esa función prescriptiva, de dar visibilidad a lo que no va a tener una gran campaña publicitaria detrás, no deberíamos cumplirla en la prensa especializada en el día a día?
Sí, desde luego, lo que pasa es que también está sometida a la tensión del bombardeo informativo. Ya no estamos en la época en la que los cinéfilos solo tenían para leer Caimán, Fotogramas o Imágenes de actualidad. Ahora hay tal cantidad de medios que la prensa especializada también padece la irrelevancia de la saturación.
Una gala es un evento que atrae más, sirve como hito. Además es una gala golfa, a la imagen de los Globos de Oro, que incluye comedia o a las series desde su cuarta edición. La AICE nació con la arrogancia un poco ingenua de querer ser influyente, ingenua porque la mayoría de nosotros no trabajamos en grandes medios. Los Feroz atraen la atención, son transgresores al romper esos relatos.

¿Y no vivimos una crisis de influencia o legitimidad de los premios, con los Globos de Oro como el ejemplo más extremo?
Los Globos de Oro tienen esa crisis de legitimidad por unas acusaciones de corrupción, racismo y machismo que nosotros no tenemos, para empezar porque somos una asociación abierta pero en la que solo se acepta a periodistas que vivan de informar sobre el audiovisual. ¿Cómo puede afectar al éxito de una película ganar un Goya o un Feroz? Pues muy poco, los premios premios hoy arrastran poca gente a la sala, o la plataforma… pero algo hacen.
Entre los eventos paralelos a la gala en Zaragoza hemos dedicado alguno a carreras de cineastas en las que los Feroz han influido, como la de Los Javis, que luego han marcado tendencias. Este año creo que nos distinguimos por haber nominado en la categoría de Dirección a cuatro mujeres… y a Rodrigo Sorogoyen. Se ha roto esa inercia de que los directores clásicos siempre estén nominados, tipo Alberto Rodríguez, que es un magnífico realizador, pero nuestros votantes han decidido poner a ahí a Carlota Pereda por una película tan transgresora como Cerdita.
¿Y las críticas, que se dan todo los años, de que se vota por el nombre o sin ver las películas, y que han recibido todos los premios?
Completamente, es algo que ocurre. El voto es libre y secreto, pero a mí como presidenta me pueden acusar de presionar para que la gente se vea tal o cual película, cuantas más mejor. Y me parece fundamental que existan comités para seleccionar los documentales y las películas de lo que llamamos «el aquelarre de ficción», las que son más independientes, fuera del canon. Hacemos reuniones en las que hablamos de películas o series y hacemos recomendaciones. Luego cada uno vota, pero hay que darle una oportunidad a todo, porque también es muy difícil ver 300 películas y series todos los años. A veces nos ha pasado que hemos hecho unos premios iguales que los Goya, y para eso no estamos.
«Denunciamos la precariedad, pero no somos un sindicato»
Siendo AICE una asociación profesional en un sector tan desmovilizado como el periodismo, ¿por qué no denunciar las circunstancias precarias en las que se informa sobre el audiovisual?
Es una de las cosas que denunciamos, pero no somos un sindicato. Lo hemos hecho muchas veces, lo haremos de nuevo en el discurso de este año: señalar la precariedad… y los peligros de esa precariedad. Que no haya gente que esté pagada de manera digna provoca el predominio del ‘periodismo fan’, que consiste en que yo te alabo la película o la serie con tal de que tu me invites a Londres al estreno o al junket… Periodistas menos libres y menos independientes son peores periodistas. No queremos ser los publicistas de las películas. Las condiciones son pésimas y queremos que lo sepa todo el sector audiovisual. Otra cosa es que nos personemos en casos laborales, como los de falsos autónomos, que existen a cascoporro, porque no somos un sindicato. Es un papel que no nos corresponde.
Sin llegar al caso extremo de ese «periodismo fan», ¿falta distancia a veces con el sector, al ser tan pequeño, para un mayor sentido crítico?
Totalmente. Falta distancia porque falta independencia. La mayoría de los periodistas están en una situación muy precaria y probablemente muy vigilada por parte de las majors o la gente que decide quién va a tal evento o tal entrevista. Y está ese factor tan destructivo de las campañas de promoción con regalos, viajes… No hemos dejado claro que nosotros no somos parte de la maquinaria de promoción.
Es un mundo muy pequeño y todos nos conocemos. Quizás gente en los grandes medios tenga más independencia, pero si tienes que hacer crítica y entrevistas a la vez, se merma. No puedes decir que una película de Almodóvar o Santiago Segura no es buena y aspirar a una entrevista con uno de ellos, por poner dos ejemplos. Porque o ellos o las empresas que los rodean, vigilan quién dice qué.
¿Cómo se combate? Por ejemplo, en la presunta edad de oro del audiovisual español, no estamos hablando de la precariedad dentro de la industria.
A mi me parece que, aunque sea poco, decir las cosas claramente ya es un paso. Que estemos tú y yo hablando ahora de esto ya es importante. La AICE es una asociación muy modesta, con 250 miembros, no representa a los medios más potentes, somos muchos compañeros y compañeras de medios pequeños. Tener un altavoz en la ceremonia, hablar en esta entrevista de presiones, precariedad… o precariedad dentro la industria, porque están llegando nuevas productoras que pagan bien a las estrellas, pero los técnicos se quejan de malas condiciones… ya es algo. El periodismo, solamente por ponerle nombre, ya contribuye.
Yo en concreto me siento totalmente libre en ese sentido, y he trabajado en medios grandes y ahora trabajo en un medio pequeño que prácticamente soy yo misma, que es La Script. Estamos en una profesión muy precarizada, hablando de una industria muy precarizada y pequeña, de tal manera que vemos a mucha gente rendir pleitesía a otros. La AICE tiene esa aspiración periodística de mencionar la realidad… y ya, porque somos realistas. Ahora mismo estamos encantados con que Almodóvar haya aceptado, ¡a la décima!, el Premio Feroz de Honor.
«En la normatividad está la mirada del hombre heterosexual, pero también la de la clase social»
Podemos decir que, como mencionaba antes, el abanico de quién y qué tipos de historias son premiables se ha abierto mucho, pero, ¿estamos corriendo el riesgo de lo que se ha llamado «la cancelación positiva», que se valore más un producto por sus supuestas buenas intenciones o sus cuotas, que por el resultado artístico o profesional, cayendo sin pretenderlo en la caricatura que desde fuera se hace del sector?
Hasta hace muy poco el audiovisual solo representaba una sensibilidad y unos protagonistas determinados. Ha habido un giro, en el que es verdad que puede haber una sensibilidad de mirar más las obras hechas, por ejemplo, por mujeres… pero siguen siendo solo el 32% de las películas y series hechas en España. Esas miradas son tan bienvenidas porque son nuevas. Como Cerdita, que comentaba antes, que aporta una mirada sobre el cuerpo, lo rural o el acoso totalmente novedosa. Hay más reparto en qué discursos reciben atención, y es buena noticia.
En el mundo audiovisual o la literatura los autores eran todos hombres heterosexuales, ya hemos visto muchas veces lo que cuentan. Mira Cinco lobitos, que habla sobre la maternidad, el vacío que provoca, como se oculta la identidad de los padres… otra propuesta totalmente novedosa. Entiendo que haya hombres que puedan sentir que están siendo desplazados, pero llegan a una industria en que sus historias con protagonistas clásicos están siendo superadas. Pero bueno, este año también hay películas maravillosas dirigidas por hombres nominadas, como Mantícora.
Es verdad que, por ejemplo, Modelo 77 puede ser la típica película que paga el pato de ser una historia que se entiende como más convencional. Una que hace 10 años habría arrasado, pero ahora, aunque está maravillosamente dirigida, como centra su atención en un grupo de hombres y desde ellos extrapola todo lo que fue la Dictadura y la Transición, hay una parte de la crítica y el público que siente que le están contando otra vez la misma historia.
¿La única barrera de acceso a la que no le hacemos caso es a la de la clase social? Poco a poco se ha empezado a señalar que la mayoría de historias que se cuentan, premian o reciben buenas críticas se cuentan desde y para una misma burbuja social…
Totalmente. Fíjate en Chavalas, la película de las hermanas Rodríguez Colás. Cuentan que ellas venían de Hospitalet, de vivir en casas de 60 metros cuadrados, y cuando llegaron a la escuela de cine, que por supuesto no era la ESCAC ni ninguna de las privadas, se dieron cuenta de que la mayoría de sus compañeros venían de la burguesía porque tenían casas mucho más grandes que la suya. Y se dijeron «claro, como no va a haber solo películas burguesas, si todos los que trabajan en el cine vienen de ahí».
Es otra parte de la normatividad, está la mirada del hombre heterosexual, pero también la de la clase social, y muchas directoras tienen esa mirada burguesa. Lo que pasa que nosotros no podemos aspirar a cambiarlo, solamente a reconocerlo y ponerle nombre. Y el periodismo cultural ya implica un confort, nos sitúa en cierto privilegio. Somos un sector con una mirada burguesa y es interesante planteárselo.
Fotos: María Guerra en el Festival Lo Que Viene, organizado por la AICE – AICE
