La actriz Laura Galán se enfrenta a los Premios Goya 2023 con su nominación a Mejor Actriz Revelación gracias a su papel protagonista en ‘Cerdita’
«Fantaseo con que me lleguen también papeles que no hagan alusión a mi cuerpo»

Laura Galán (1986, Guadalajara) se estrenó en 2022 como protagonista en cine. Tras el éxito del corto Cerdita, ganador del Goya a Mejor Cortometraje de Ficción en 2019, la actriz, pese a bromear con que Carlota Pereda buscaría para el largometraje a alguien “más joven y mejor” que ella, se enfrenta ahora a la nominación como Mejor Actriz Revelación por su papel protagonista en la película del mismo nombre.
La artista, curtida principalmente en teatro, se ha abierto un hueco en el cine protagonizando un filme que denuncia el bullying a través de Sara, una adolescente acosada por su físico a la que rodea toda una historia de terror. A la espera de los estrenos de Una noche con Adela, ópera prima de Hugo Ruiz que también encabeza, y Zorras, serie basada en la trilogía de Noemí Casquet donde participa, la guadalajareña habla con Cine con Ñ sobre su experiencia en la película nominada y sobre las dificultades en la industria audiovisual, con el valor añadido de ser mujer con cuerpo no normativo.
Lo primero de todo, enhorabuena por la nominación al Goya. ¿Cómo te sientes ante la posibilidad de ganar este galardón?
¡Muchas gracias! Yo estoy feliz, encantada, agradecida y emocionada, como Lina Morgan, que es como un tótem en mi vida. Suelo decir que no, pero me estoy poniendo nerviosa a medida que se va acercando el día [ríe]. Estoy muy contenta, la verdad, y pensando en todo lo que hay que organizar, porque parece que no, pero hay que organizar un montón de cosas, pero es muy divertido. Y me siento muy afortunada.
¿Cómo fue el momento de recibir la noticia de tu nominación?
Estaba tomando un café por ahí, porque luego tenía un ensayo de teatro y demás. Dijimos de ver desde el móvil lo que pasaba con un ejercicio de supervivencia, que es lo que intento hacer ahora. Un “bueno, no va a pasar”. Lo sano es pensar que no va a pasar. Ahora el ejercicio es que no lo voy a ganar [ríe]. Para ir yo tranquila y no volverme loca. Y nada, de repente lo vimos y fue… ¡Madre mía! Y la sensación que digo siempre es que fue como cuando yo veo en las noticias a gente que había ganado la lotería y va a la puerta de la administración de Loterías a celebrarlo. Así se me sentía yo, porque fuimos a la Academia después. Fue como la mañana de Reyes, muy bonito.
En total, Cerdita tiene seis nominaciones, entre las que está también la de mejor guion adaptado, por el trabajo de Carlota Pereda. ¿Cómo fue el proceso personal y profesional de volver a protagonizar la historia con el paso del cortometraje al largometraje, con el valor añadido de que el corto ganó el Goya?
El proceso te puedo decir que, artísticamente, el paso del corto al largo en mi caso ha sido muy tranquilo porque Carlota Pereda es tan genia que yo solamente le preguntaba cómo iba. Ella escribió el guion y al principio no me dejaba leerlo cuando ya lo tenía. Me decía que no lo iba a leer todavía porque, si no, empezaba a trabajar, y ella no quería. Sentí mucha alegría por la confianza que estaba depositando a través de mí. Siempre bromeaba diciéndole que cuando hiciera el largometraje cogería a una actriz más joven y mejor que yo [ríe]. Pero no, siguió confiando en mí y nada, feliz.
Cuando hicimos el cortometraje no pensamos que eso se iba a convertir en un largo, lo que pasa es que, cuando Carlota ya terminó el corto, pensó en qué pasaría después con esa muchacha, con el personaje de Sara. Y luego se encontraron Merry Colomer, que es la productora de Morena Films, y Carlota y se dieron la mano y crearon la película. ¡Qué suerte!

Cerdita tiene un poco de terror, thriller, crítica social… ¿Cuál consideras que impacta más?
Yo creo que la parte de terror, pero es curioso porque la parte que más miedo da es la primera: lo que puede ser real, el bullying. Cuando pasas a la sangre, al slasher tradicional fue muy divertido grabarlo, y también es muy angustioso ver a un señor con un cuchillo en un pueblo [ríe]. Pero sobre todo esa primera parte de terror, cuando ves a una chica indefensa y vulnerable. Y luego me quedo con los puntos de comedia. Esas secuencias con Carmen, que para mí son oro y lo pasé genial. Es Carmen Machi, no hay más que decir. Me quedo con esa mescolanza que ha hecho Carlota, que es la vida: la risa y las situaciones más extrañas y dolorosas.
¿Cómo ha sido trabajar junto a Carmen Machi?
Carmen y yo somos amigas desde hace años porque hemos trabajado en teatro juntas. Por un lado, pensé que qué bien, que éramos amigas, nos conocíamos y, además, cuando recibió la propuesta de ser mi madre estábamos trabajando juntas y fue muy bonito, porque había una conexión casi familiar. Pero cuando yo me paré a pensar en que tenía que darle la réplica a Doña Carmen Machi delante de una cámara, por muy amiga que sea, impone.
Aunque sea una amiga, impone mucho, al menos el primer medio minuto, pero ella te lo pone muy fácil y me ha intentado acompañar en este camino casi de una manera maternal. Siempre es generosa, pero me ha acompañado de forma muy bonita y con una generosidad extraordinaria para que yo estuviese cómoda en Cerdita. Es una gran amiga y evidentemente, su personaje, el de Asun, es maravilloso y ella lo hace flipante. Pero por querer acompañarme en el camino estoy muy agradecida. Cada vez que se trabaja con Carmen es hacer un máster. Igual que con Pilar Castro. Es que el elenco de Cerdita es muy bueno.
Probablemente de las cosas que más has repetido en entrevistas es que tú no has sufrido bullyng, pero ¿cómo fue enfrentarse al papel de Sara entendiendo la dura realidad que se muestra, pero sin haberla vivido?
Todo el mundo, sea como sea, ha sufrido lo que yo llamo un bullying «estándar». A todos nos han creado justo esa inseguridad que tenemos. Todo el mundo, por la sociedad en la que vivimos, nos hemos tenido que enfrentar a cosas que no deberían ser. Es cierto que yo no he sufrido el bulliyng que se ve en la película, o parecido, o como el que viven tantas personas, chicos y chicas jóvenes en colegios e institutos, pero también adultos en el trabajo. No lo he vivido tan fuerte, pero sí me puedo hacer una idea.
Y luego también fui a ser leal, a ir a la esencia de las cosas. Es una mujer que está siendo maltratada por las chicas y chicos del pueblo, en un entorno muy hostil, entonces me metí en eso. Es fuerte también reconocerlo, aunque sea en ese minuto que da la acción. Es doloroso, pero, a la vez, cuando estaba ahí, pensé que eso había que contarlo a corazón abierto. Y así presté el cuerpo a Sara.
Interpretas a una adolescente y estás en un punto vital totalmente distinto. En otras entrevistas has dicho que intentabas no recrear tu actitud de cuando estabas en esa etapa. ¿En qué cosas te basaste para interpretar a alguien de esa edad?
A mí lo que me daba miedo es que fuera yo haciendo de adolescente. Que el público no viera a una chica adolescente, sino a una actriz que se hace la joven. Lo que no quería hacer, o creo que no hubiese sido acertado porque no me habría salido bien, es un trabajo de imitación. Yo pensaba en cómo era yo de adolescente, pero más para las cosas internas que para lo físico y externo, porque una imitación no hubiese salido. Creo que ahí es por donde la gente empatiza más con Sara, porque se basa en las emociones. Yo tampoco lo había sufrido de adolescente, y somos dos personas muy diferentes Sara y Laura, aunque sean las dos del momento de la adolescencia. Cogí cositas mías, pero no más, porque creo que hubiese quedado una señora haciendo de joven [ríe].
Has hablado del bullying estándar. ¿Qué impacto crees que pueden llegar a tener este tipo de representaciones en ficción en este tema?
De lo que no se habla no existe, sobre todo en esta sociedad en la que vivimos, en la que todo es para fuera y exposiciones. Si no hablamos de las cosas que nos preocupan, siguen ahí soterradas. Antes cuando se hacía bullyng en el colegio se decía que era cosas de chicos, y se quedaba ahí. Ahora se está hablando del problema, por ejemplo. Ya sabemos que tenemos que poner herramientas para combatir eso. Pasa un poco con la gordofobia: los gordos y gordas siempre hemos sido una diana muy fácil para las burlas. Porque tampoco podemos escondernos, somos así, se nos ve [ríe]. Muchas veces lo que queremos cuando se meten con nosotros es no ser perseguidos, no quieres que te vean. Y a los gordos se nos ve.
Es muy importante este tipo de papeles y que sea protagonista y que sea mujer me parece hacer el doble salto con tirabuzón. Es muy importante mostrar realidades a través de una obra de ficción. No podemos sentar cátedra ni escribir un manual sobre bullying, pero nosotros queremos hacer una película que es entretenimiento a partir de una premisa muy dura, como es el bullying, pero ahí dejamos nuestra herramienta como creadoras para denunciar las cosas que nos preocupan. Ahí van esas píldoras envenenadas, como dice Carlota.
«Hay unos avances, pero me da cosa que esta apertura sea una moda»
Has reivindicado que tu físico te permitió interpretar el personaje de Sara. ¿Como ves el panorama en la ficción audiovisual en cuanto a la normalización de personajes con cuerpos no normativos?
Pues estamos ahí, luchando. Se están abriendo poco a poco las puertas. Estamos dando espacio a cosas que antes hubiesen sido impensables. Se me viene a la cabeza que, a lo mejor, si hubiese sido hace unos años, el personaje habría sido una persona llegada con la botarga como en tantas películas, donde un actor delgado hace de gordo [ríe]. Ahora, bueno, se pone ahí y creo que están cambiando también los intereses de los y las cineastas y del público, que es importante. Hay unos avances, pero lo que me da cosa es que esta apertura sea una moda.
Queda muy guay esa diversidad pero, aunque no creo que Carlota lo haga por ello, me da miedo que toda esa exposición de cuerpos, edades y personajes diferentes sea solo porque se lleva. Espero que no, que esto sea para quedarse y que se trate. Yo cuando decidí ser actriz pensé en lo que necesitaba: los actores y las actrices mostramos la vida, y la vida somos todos, por lo tanto, todos tenemos cabida en una película, en una obra de teatro… Siempre puede haber una posibilidad para mí. Espero que esto empiece a ser lo normal.
Cerdita contiene un mensaje que muestra una realidad muy asentada para las personas con cuerpos no normativos. ¿Te gustaría continuar trabajando en este tipo de historias, o preferirías, al menos ahora mismo, enfrentarte a otro tipo de personajes?
Yo ahí tengo una dicotomía [ríe]. Además, soy consciente de que yo pude hacer de Sara por mi cuerpo [ríe]. Por un lado, todo personaje interesante como es Sara, que denuncia una cosa, no me importaría seguir haciéndolo, por supuestísimo. Pero, por otro lado, deseo y fantaseo con que me lleguen también papeles que no hagan alusión a mi cuerpo [ríe]. Entonces, es una dualidad. Hasta que esto no esté “normalizado”, entre comillas porque normal no hay nada, habrá que presentarse a papeles que denuncien estas situaciones u otras diferentes. Si se hacen serían maravillosos, con un poco de reivindicación. Pero ojalá llegue un papel un día en el que solo soy la abogada [ríe]. Ahí estamos. Como ser humano, tengo muchas contradicciones.
En tu caso, pasaste de protagonizar un corto a una película basada en el mismo guion cuatro años después, pero ¿cómo consideras que es de difícil conseguir un papel como protagonista en la ficción española siendo mujer, teniendo cuerpo no normativo…?
Es difícil. Para mí lo sigue siendo, porque yo ahora estoy viviendo todo el proceso de Cerdita, tanto el rodaje, el estreno, ahora la promoción… Estoy viviendo esto, pero poco más trabajo me llega. Es curioso, pero no es solo una realidad mía, también de muchos actores y actrices, pues la tasa de paro sigue siendo inmensa, pero encima para cuerpos que no entran en los cánones sí que es más difícil.
Después de Cerdita he hecho otra película, y no llega mucho más. Espero que llegue, seguiremos sobreviviendo, pero sigue siendo difícil acceder a papeles. Yo no soy muy experta en lo audiovisual, no he podido acceder mucho a televisión y a cine, porque no ha habido muchos papeles, o que no se me dan bien los castings… No lo sé. Pero no he tenido mucho acceso. En teatro sí que he tenido más la oportunidad de hacer personajes diferentes, sin alusión a mi cuerpo… El teatro siempre está más a mano, pero el cine para mí todavía es un mundo por explorar.

Ya has comentado que has hecho otra película. ¿Podrías adelantar los detalles? ¿Tienes otros proyectos entre manos?
Pues la otra película que hice aún está pendiente de estreno y espero poderos contar pronto más. Es otro protagonista que también fue un reto y una alegría. Intento siempre aprender muchísimo de todos los trabajos, porque no sé nunca cuándo se van a repetir, entonces… Fue muy interesante rodar esa película. Y de trabajo también tengo pendiente el estreno de una serie que se llama Zorras, donde tengo una participación. Y actualmente me quedan todavía dos bolos de teatro de Lectura fácil, de Alberto San Juan y ya está. Y luego iré buscando, como el resto de compañeros y compañeras o pidiendo en el metro, nunca se sabe [ríe].
¿Cómo es tener fama casi de la noche a la mañana?
Pues mira, curioso. No me siento famosa en absoluto. Entiendo que soy un poco reconocible o que me ubica la gente por la película. Me hace ilusión que mi vecino esté orgulloso y que mi vecina me haya visto en un cartel y haya ido a ver una película. Pero son cosas internas, no me siento famosa y al final estoy ahora mismo haciendo entrevistas con mi hijo de nueve meses en brazos para que no haga ruido [ríe].
La realidad es que tengo más seguidores. Ahora tengo la sensación de haber pasado de mi Instagram familiar a que haya mucha gente que no conozco. Qué ha pasado aquí, es como si hubiesen entrado a tu casa muchas personas [ríe]. Pero bueno, me hace mucha gracia y entiendo que todo esto es porque a la gente le ha gustado el trabajo o me ha visto en algún sitio y le he interesado por algo. A veces he pensado que a ver si ahora con esta exposición es cuando me empiezan a hacer bullying de repente, por las redes, pues estoy muy expuesta y estoy en bikini por todo el mundo. No esta pasando, siempre hay algún comentario desafortunado, pero muy pocos.
¿Quiénes han sido tus referentes en el mundo de la actuación?
Yo reivindico muchísimo a Lina Morgan. Es Dios, es un hecho y lo sabemos. Pero yo recuerdo de pequeña viendo los videos del Lina Morgan, eran obras de teatro que grababan, y yo pensaba lo difícil que era o que hacía y lo feliz que hacía a la gente. Yo creo que, además, es una actriz que, si hubiese tenido la posibilidad de hacer drama, habría hecho lo que hubiese querido, porque es extraordinaria. Esas películas con Lina Morgan, con José Sacristán… Él sigue siendo otro totem de la interpretación en este país, en teatro y en cine. Si me voy a referentes actuales, por supuesto Carmen Machi, aunque sea familia y amiga. Ojalá llegar a ser una mínima parte de lo que es ella. Hay muchos referentes, y sobre todo admiración absoluta.
¿Has sentido falta de referentes en papeles de relevancia con cuerpos no normativos?
Si, de eso además me di cuenta porque me lo preguntaron hace poco y es verdad que ahora tenemos gente como Melissa McCarthy, porque cuando yo estudiaba o cuando yo era pequeña más allá de Florinda Chico no había. Además, yo nací en el año 1986, que también es una época negra en cuanto a la cosificación de la mujer. Era una época en la que todos veíamos las Mama Chicho. Actrices con otro tipo de cuerpos no recuerdo. Rafaela Aparicio pude ser también, pero son otra generación de actrices. No recuerdo a muchas.
Fotos: La actriz Laura Galán – cedidas por la entrevistada.
