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La cruzada de Juana la Lorca y el lorquismo provocador

Valeriano López dirige una divertida sátira lorquiana desmontando el conservadurismo alrededor del poeta granadino

Juana la Lorca

Juana la Lorca es una gitana transformista del Sacromonte de Granada que un día se obsesiona con la figura de Federico García Lorca. Una aparición fantasmal se lo comunica tras una noche de juerga: llega el momento de predicar. Bautizada junto a la tumba de los Reyes Católicos y en el arroyo de Víznar, Juana la Lorca debe fundar sus propias Misiones Pedagógicas y hacer pedagogía por los clubs gay de España: fuera el lorquismo conservador, viva el lorquismo provocador.

Juana la Lorca, la película, se exhibe este domingo 6 de junio en la Sección ZonaZine del Festival de Málaga, justo un día después del cumpleaños de Lorca, como por dejar claro que la película no se ajusta a ninguna ortodoxia ni tradición lorquista. Llega de puntillas, como una película pequeña, que ni siquiera tiene previsto su estreno comercial en salas, pero que ya tuvo un preestreno en el Teatro Isabel la Católica de su Granada natal arrancando carcajadas y ovaciones. Algo que con la tradicional malafollá granaína no es tan fácil como parece.

Lorca, el autor imposible

La cruzada de Juana la Lorca y el lorquismo provocador 1

Valeriano López, su director, conocido videocreador y artista plástico granadino, explica a Cine con Ñ que el proyecto surge de su preocupación «por esta tendencia a fabricar las identidades de las ciudades como si fuesen marcas comerciales, que en el caso de Granada ha consistido en manosear la figura de Lorca y mercantilizarlo». Es una película «para perder el miedo a Lorca, quitarse la pena negra y jugar con él».

López aclara: «que haya querido hacer un Lorca divertido no quiere decir que no lo haya tomado en serio». Se ha rodado en Víznar, en la zona donde el poeta fue fusilado, o en el Museo de la Huerta de San Vicente, la casa donde creció en Granada capital. También en la conocida estatua de la Avenida de la Constitución de Granada, donde Juana y sus acólitas le hacen la permanente a un Federico de bronce. El largometraje, hasta cierto punto, es casi una tesis sobre Lorca en la que se exponen todos sus temas: el amor, la muerte, lo gitano… Incluso el director se permite aparecer él mismo como personaje, jugando al falso documental, y exponer él mismo algunas de las críticas hacia el poeta.

También se despliega toda la panoplia de recursos escénicos del Lorca autor de teatro, incluido el teatro de guiñol. Juana llegará a acudir al Centro Cultural Federico García Lorca de Granada para no ser recibida y representará con marionetas el Retablillo de don Cristóbal y la señá Rosita. En las performance callejeras de Juana el público es el que pasa en el momento de rodar, donde la cinta juega a veces a ser falso documental.

El rosto de Juana la Lorca

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Juana la Lorca es Juan Moreno, transformista granadino verdadero protagonista de la película, que se convierte, en palabras de su director «en un Quijote de Lorca y que quiere defenderlo del lorquismo encorsetado y celebrar su homosexualidad. La sexualidad del propio Lorca siempre ha sido presentada como algo etéreo y angelical. Parte de combatir eso, de recordar que Lorca, para su época, también fue un provocador, es la misión que se autoimpone Juana».

Nadie es profeta en su tierra y ahí estarán las dificultades para Juana: en su primera misión pedagógica en un club gay recibirá el rechazo de parte del público -«marica facha, marica del mal agüero», critica una juanista-. «Quería señalar también como el colectivo ha abandonado lo cultural y, por qué no, lo progresista que tuvieron en otra época», lamenta López. «Sobre todo porque lo que le pasa a Juana la Lorca en la película lo hemos vivido en la realidad: mientras es una transformista divertida y convencional no pasa nada, pero cuando se politiza, es rechazada por la propia comunidad LGTBI».

Por el momento las pocas reacciones adversas «son de gente que no la ha visto». En Granada, de donde sale la película por primera vez para el Festival de Málaga, el director cree que «había ganas de un Lorca divertido y juguetón. Hemos hecho esto también para perderle el miedo, salirnos del lorquismo encorsetado y ver que su obra va mucho más allá, que fue un provocador y debemos leerlo como tal».

López nos admite que él mismo es productor y distribuidor, y el proyecto tan independiente que de momento solo lo moverá por festivales. Cuando, para desearle suerte, lo hacemos al estilo teatral -«mucha mierda»-, nos responde citando la película, con las mismas palabras que Juana cuando una de sus amigas le desea lo mismo antes de una performance: «Pa tu boca».

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