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Irati: Paul Urkijo pone nombre a la ambición del fantástico en España

Una fantasía medieval que estimula la imaginación con una historia apegada a la fuerza de la naturaleza

Irati: Paul Urkijo pone nombre a la ambición del fantástico en España 1

Irati hoy es un bosque, nuestra selva pirineaica, pero un día fue una mujer (Edurne Azkarate) que vivió en esa zona del País Vasco durante el siglo VIII. Ella es una de los paganos de la zona, reducidos a la marginalidad por los señores cristianos que dominan el territorio e imponen la nueva fe. Su camino acaba por cruzarse con el heredero cristiano de las tierras del Valle, Eneko (Eneko Sagardoy), que vuelve a casa con el objetivo de recuperar el poder, ahora amenazado por un implacable líder local. Para lograrlo, Irati se une a Eneko en la misión de recuperar los restos perdidos de su padre, muerto en extrañas circunstancias tras vencer a las tropas invasoras de Carlomagno.

El entregado Paul Urkijo (Errementari) propone una fantasía medieval que no se ha puesto más límites que los de los recursos que tenía a su disposición. Basándose libremente en los personajes de un cómic (El ciclo de Irati, de Jon Muñoz Otaegi y Juan Luis Landa), Urkijo insiste en las posibilidades de la mitología vasca y le sale una película de monstruos y deidades olvidadas, que es en realidad una historia de amor que va desde los personajes hasta una naturaleza amenazada. Después de ganar los premios del público en Sitges y la Semana de Cine Fantástico y de Terror de Donostia, la película se presentó en el Festival Fancine de la Universidad de Málaga.

Sin llegar a la gran aventura épica y de batalla de sables que quizá el hype festivalero ha hecho parecer, Irati sí es capaz de abrir una ventana a la imaginación. Que no es poco. Urkijo ha ideado un País Vasco alternativo y de parábola, entre la historia y el mito, en el que apetece sumergirse, sin distancias irónicas para cubrirse las espaldas. Seria y melancólica, a ratos algo deslavazada, esta fábula de orígenes sabe cómo llevarnos a espacios tan imposibles como, en realidad, reales en el mapa. Una fantasía auténtica y a la vuelta de la esquina.

Irati: la humanidad y la tierra

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La base histórica y el conflicto social de Irati está en el choque entre la tradición pagana, identificada como la auténticamente vasca, con un cristianismo ya pujante. Si en Akelarre (Pablo Agüero, 2020), ambientada ya en el inicio del siglo XVII, las estructuras y rodillos de la Iglesia católica estaban ya más que asentadas, en Irati nos encontramos en una fase previa, en la que ambas creencias entraban en contacto y se entremezclaban pese a las tensiones. Los cristianos poderosos no pueden renunciar aún a los secretos y fuerzas naturales de un paganismo en peligro de extinción por las religiones monoteistas (en la Península Ibérica también a través del Islam).

El atinado conflicto que plantea la película está entre la vida de los hombres y la vida de la tierra. La mitología vasca las considera inseparables, mientras que la visión católica subordina la naturaleza al poder de la humanidad («llenen la tierra y sométanla»). Con la diosa de la tierra Mari de referencia, Urkijo vincula todo lo sobrenatural con el paganismo y su sistema de protección de todos los seres vivos, adhieréndose a un fantástico de alma ecologista. Y no es —solo— un mensaje medioambiental genérico y lanzado al aire, sino uno que se dirige a la protección de nuestro medioambiente, de nuestra casa. Del siglo VIII al XXI.

Camino a la fantasía

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Es ese ambiente natural, filmado con un preciosismo de cuento, lo que rodea y da un sentido uniforme a todo lo que propone Urkijo en Irati, que es mucho: encuentro medieval y vikingo, hierro y fuego, brujería y religión, dioses y criaturas. Más es simplemente más gracias también a un gran trabajo artístico en diferentes departamentos (arte, música, vestuario, efectos…) que da una gran sensación de profundidad a este viaje alternativo al pasado. La trampa y el cartón, más artesanal que digital, se nota tan poco que parece que estamos viendo una producción de decenas de millones de euros. Y no llega a 10.

Aunque es cierto que a la película le falta un punto extra de dramuturgia, grandes personajes y unidad narrativa para terminar de apabullar y acompasarlo todo, Irati es una buena película que pasará a la historia del cine español por haber estirado las posibilidades de nuestro fantástico a un nivel reservado solo a películas de élite como El laberinto del fauno (Guillermo del Toro, 2006), teniendo la mitad de los recursos que aquella.

Irati aprovecha el poder estimular la imaginación a un nivel micro al que grandes producciones no pueden llegar. El empeño de Urkijo en contar una historia de orígenes desde las leyendas de su tierra, de seguir pasando la antorcha para que no se olviden, acerca un cine fantástico a veces empeñado en hacerse valioso solo por la vía del escapismo lejano. Esta película, sin perder esa sensación de viaje, demuestra que también puede rodearnos y tener que ver con nosotros.
La puedes ver online en

Imágenes: Irati – Filmax
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