Iker Elorrieta estrena en Donosti su debut en la ficción, una historia tan sensible como tierna y dura sobre un joven con autismo que ha perdido a su madre
‘El radioaficionado’ aborda sin tabúes las dificultades para las personas autistas

El radioaficionado cuenta la historia de Niko, un joven con un trastorno del espectro autista que acaba de perder a su madre. Desde Vallecas, donde vive y trabaja, se traslada a su pueblo natal, una localidad costera de Euskadi desde la que pretende alquiler un barco que lo lleve a alta mar y allí poder lanzar las cenizas de la fallecida. Por el camino retoma la amista con Ane, una antigua compañera del colegio cuando eran niños. Pero los problemas para relacionarse de Niko y la hostilidad de algún vecino complicarán las cosas.
Iker Elorrieta (Días de reparto, I Forgot Myself Somewhere) ha presentado en la Sección Zinemira del Festival de San Sebastián el que es su debut en la ficción. Un proyecto que comenzó a preparar hace más de cinco años, el cuál confesó que no está basado en hechos reales pero si bebe de la experiencia de una familia cercana.
El resultado es un filme sensible pero sin concesiones con sus personajes o el público, que busca la empatía con ellos a veces desde técnicas del documental y crea la ternura o la incomodidad desde una cierta frialdad formal. Se evidencia un guión y un casting acorde muy trabajados en el que el reparto ha buscado, según ellos mismos apuntaron durante la presentación en los cines Príncipe donostiarras, mimetizarse con los personajes y construirlos desde la omisión.
El radioaficionado y sus personajes

A destacar el trabajo de Falco Cabo en el papel de Niko, personaje central de El radioaficionado, para el cual el actor ha realizado un trabajo de composición impresionante en el que expresión corporal, mirada y tono de voz consiguen verosimilitud absoluta desde el respeto. Elorrieta, , valoró el control del cuerpo del actor debido a su formación en el teatro musical. Esta película es, de hecho, el debut de Cabo en el audiovisual, fruto de casi cinco años de trabajo junto al director.
Usúe Álvarez (Ane, la otra protagonista) y Jaime Adalid (Lupo, más secundario) también hacen un gran trabajo con sus personajes, obviamente por cuestión de minutos y exigencia de las escenas mucho más destacado el de ella. Ambos intérpretes vienen de papeles pequeños en producciones televisivas y se revelan, igual que su compañero Cabo, como los grandes aciertos de la película, que junto a la evidente voluntad de Elorrieta de construir un discurso respetuoso y sensible, no tendría el alcance emocional que tiene si no fuese por ellos.
Álvarez explicó durante el coloquio a la proyección de El radioaficionado que su personaje, en última instancia, nos representa a todos nosotros, a la sociedad cuando no sabe cómo reaccionar ante las necesidades de una persona como Niko. Dos escenas, una especialmente incómoda y que queda sin explicación y otra, en las últimas secuencias de la película, de especial intensidad emocional, pueden servirnos para identificarnos con ella y su por momentos absoluta falta de capacidad de tratar a su amigo, a pesar de toda la buena voluntad que le pone.
El radioaficionado y lo que no se dice

Como decíamos antes, los protagonistas se acaban construyendo desde lo que no dicen o no hacen. Hay mucho que no se nos llega a contar, ni falta que hace, de las carencias emocionales de Ane o de la hostilidad de otras personas hacia Niko. Tampoco de la vida de este último en Madrid, pues apenas dos interacciones con su escaso entorno valen para definirla. Lo mismo para los personajes, alguno sin nombre, que son amables con el protagonista y saben ver más allá de su neurodivergencia, los cuales reciben apenas diálogos o trasfondo.
Finalmente destacar el mérito de la relativa artesanía de El radioaficionado, con el director llevando también la fotografía y el montaje, además del guión, y un rodaje que él mismo confesaba corto y dilatado en el tiempo. Probablemente también porque la película no necesitaba más, ya que dice lo que quiere decir y nos deja una de las escenas dramáticas que más impotencia pueden provocar en el público conocedor de los problemas que refleja y concienciar al que no.
Una película, en fin, modesta en sus medios pero no en sus aspiraciones que ofrece un resultado más que notable, recomendable por la ternura que subyace bajo la dureza reflejada, que esperamos que encuentre el público que se merece y también que tanto Elorrieta como su elenco sigan trabajando en el largometraje de ficción.
Imágenes: Fotogramas de El radioaficionado – Begin Again Films
