¿El fin de la fórmula ‘Ocho apellidos vascos’?

En 2013, el cine español tocó fondo comercial. Nuestras películas tuvieron uno de los peores resultados de siempre aquel año, con un pobre botín de 71 millones de euros y un 13% de cuota de pantalla. Pero el desasosiego de ese duro balance duró pocos meses: el 14 de marzo de 2014 llegó a las salas Ocho apellidos vascos. Y todo cambió. La película de Emilio Martínez-Lázaro batió todos los récords y se convirtió en la película más taquillera de nuestra historia, acumulando más de 55 millones de euros y 9,5 de espectadores. Un éxito sin precedentes.
Aquel 2014, a lomos de la comedia de Dani Rovira y Clara Lago, el cine español galopó con alegría hasta los 130 millones. Casi el doble que el curso anterior. Visto el ingente récord de la película, los dos grandes grupos mediáticos españoles (Mediaset y A3Media) decidieron que su modelo de humor era un caballo ganador para conectar con el público. Simplemente, pensarían en las casas televisivas, había que copiar lo que había funcionado y repetirlo.
La creación y agotamiento de un modelo
La fórmula consiste en hacer reír a través de los diferentes estereotipos y tópicos nacionales, explotando las diferencias entre lugares y territorios, jugando con situaciones locales identificables o planteando contrastes entre costumbres nacionales y extranjeras. Una forma de hacer comedia que ya tenía su tradición, y que en Francia había tenido una trayectoria cinematográfica anterior desde el boom de Bienvenidos al norte en 2009. Aquí, los guionistas de los Ocho apellidos, Diego San José y Borja Cobeaga, la definieron incluso antes en clave vasca para el programa Vaya semanita de EITB.
Imagen del programa ‘Vaya semanita’
En los últimos cinco años, el molde se ha venido repitiendo periódicamente, sin saturar el mercado pero sin parar: Ocho apellidos catalanes (2015); Perdiendo el norte (2015); El pregón (2016); Cuerpo de élite (2016); Villaviciosa de al lado (2016) Señor, dame paciencia (2017); Thi Mai, rumbo a Vietnam (2018); Los Japón (2019); Taxi a Gibraltar (2019); La pequeña Suiza (2019); Perdiendo el este (2019); o las series Allí abajo (2015), Buscando el norte (2016) y Cuerpo de élite (2018). Con sus variaciones y particularidades en cada proyecto, las televisiones privadas se empeñan en apostar por esas constantes.
Como se puede comprobar, este año se han estrenado ya al menos 4 producciones en este sentido, a las que se podrían sumar Lo nunca visto y Antes de la quema, estas dos sin apoyo de los dos grandes grupos mediáticos. Ninguna de ellas ha funcionado en taquilla. A la que mejor le ha ido, Perdiendo el este, no ha alcanzado los 3 millones de recaudación al final. Un tibio resultado, y más si se tiene en cuenta que su predecesora, Perdiendo el norte, sumó más de 10 millones.
El triunfo del remake, ¿el principio del fin?
A estos datos hay que sumarles otra realidad: las dos películas más taquilleras con diferencia de este 2019 son dos comedias que tratan temas muy alejados de la fórmula Ocho apellidos. Tanto Lo dejo cuando quiera como Padre no hay más que uno han superado los 10 millones alejados del marco territorial. Dos remakes que parecen asentar otro camino para el éxito de toda la vida en la industria: si algo funciona en algún sitio, hay que traducirlo “a la española”. Algo parecido pasó a finales de 2017 con los buenos datos de Perfectos desconocidos (como Lo dejo cuando quiera, un remake italiano) y los de Sin rodeos (la original es chilena).
Fotograma de ‘Lo dejo cuando quiera’
En un 2019 en el que el tradicional objetivo de los 100 millones en taquilla está lejos, ¿será el año en el que los dos grandes grupos mediáticos españoles enterrarán la fórmula que da claros síntomas de agotamiento? Uno de sus creadores, el director y guionista Borja Cobeaga, dijo en una entrevista en ‘e-cartelera’ que tenía “la sensación de haber creado un monstruo” con Ocho apellidos y que esperaba que la falta de éxito de estas última propuestas de comedia regionalista “amplíe las miras y se prueben otras cosas”.
Por el momento, lo que está confirmado es que habrá una tercera parte de los Ocho apellidos, aún en una fase inicial de preparación. Por lo menos cinco años después de la segunda entrega, Telecinco Cinema pone encima de la mesa una nueva idea para hacer la tercera. Si funciona, puede alargar sus coordenadas en otras películas; si no conecta con el público, puede enterrarla definitivamente. Quizá el fin de la fórmula tenga que estar en manos de quienes la crearon.
Arturo Tena (@artena_) [sibwp_form id=2]
