La asociación de directores ACCIÓN respalda desde San Sebastián el manifiesto leído en Cannes y Venecia que exige a la UE vigilar que las plataformas cumplan la legislación europea y prevenir abusos de la inteligencia artificial
España se une a la ‘Declaración de Cineastas’ europeos que pide reforzar los derechos de autor y regular la IA

Los cineastas europeos piden proteger los Derechos de Autor aplicando las leyes de los países de la UE frente a los abusos de las plataformas y la regulación de la Inteligencia Artificial. En un acto celebrado en el marco del Festival de San Sebastián, la asociación de directoras y directores ACCIÓN se ha unido a la Declaración de Cineastas leída ya en Cannes y Venecia y que encabeza la Federation of European Screen Directors (FERA), en la que se exige respetar el papel y los derechos de los autores audiovisuales y una aplicación de la IA considerada como herramienta y no como sustituta de los autores humanos.
Leyó el manifiesto y encabezó la charla celebrada en el Kursaal Pilar Pérez Solano, presidenta de ACCION, quien estuvo secundada por Judith Colell, presidenta de la Acadèmia del Cinema Català; Antonio Hens, vocal de la junta directiva de la Academia de Cine de Andalucía y miembro de SGAE; Carlo D’Ursi, presidente de la Asociación Madrileña del Audiovisual (AMA) y miembro de la Junta Directiva de la Academia de Cine, y Kepa Sojo, profesor titular de Historia del Cine en la Universidad del País Vasco, todo ellos directores. El público, en gran parte, se componía de estudiantes de diferentes ramas del audiovisual, además de algún productor o profesor.
La declaración nacida en Cannes por iniciativa de los cineastas de Francia y que luego pasó por el Festival de Venecia, en el que se buscó reproducir el debate a nivel internacional, insta a las autoridades de los diferentes países europeos y de la propia UE a defender tanto los derechos de autor como el derecho moral sobre las obras. Sobre todo frente al algoritmo y a las prácticas de las plataformas internacionales de streaming, que se rigen por legislaciones contrarias a la protección que la mayoría de estados en Europa reconocen a los creadores. Pérez Solano destacó la importancia de traer esta exigencia a España durante su presidencia de turno del Consejo Europeo.
La Declaración de Cineastas, que puede leerse y firmarse desde la web de ACCIÓN y se encuentra en inglés, español, italiano y francés, exige, en su parte principal, que “No deben agregarse, eliminarse ni modificarse sin el acuerdo explícito del cineasta: la versión final del guión, el título de la película y la edición final de la película, incluyendo los créditos iniciales y finales de la película”. En la misma línea, “el nombre de los autores y las autoras debe aparecer en: los créditos de la película, cualquier material promocional físico o digital y cualquier canal y medio de difusión, en la página de presentación de la película si corresponde (canales de televisión, plataformas en línea de video bajo demanda de pago por visión o suscripción, etc.)”.
Sostienen las organizaciones de cineastas europeos que “cualquier incumplimiento de los puntos mencionados anteriormente y/o cualquier presión ejercida podría considerarse como subordinación de derechos, lo que abriría el camino a una reevaluación del contrato de cesión de derechos como contrato de trabajo. Esto podría implicar la pérdida de los derechos de explotación de la obra. A solicitud del cineasta, cualquier infracción de estos puntos, desde la escritura del guión hasta la edición final, se registrará y sancionará”.

La IA como herramienta o como excusa
Hens, Colell, D’Ursi y Sojo debatieron sobre el actual momento de los derechos de autor y en particular las presentes y futuras aplicaciones de la IA, cuestiones de actualidad en general y en el audiovisual en particular por las huelgas de guionistas e intérpretes que continúan paralizando parte del sector industrial en Hollywood. Hens, como miembro de Sociedad General de Autores y Editores (SGAE), explicó la excepción que suponen España y otro pequeño puñado de países en cuanto a reconocer y respetar el derecho de remuneración equitativa en el audiovisual, y como estos no son aplicados sistemáticamente por las plataformas situadas en EEUU.
En parte, y como aclaró por su parte la presidente de ACCIÓN, Pilar Pérez, lo que se está pidiendo a las autoridades europeas es que apliquen las normativas ya existentes y fiscalicen la actuación de dichos operadores internacionales. Hens añadió a este respecto la polémica suscitada por la posibilidad, abierta por la discusión de la futura y de momento en pausa Ley del Cine, de que dichas plataformas recibiesen ayudas públicas para sus producciones, ya que gran parte del sector consideró problemática que lo hagan si no se someten a las regulaciones del propio Estado que las estaría financiando.
Al respecto de la IA, el debate giró en torno a los términos ya habituales sobre si será capaz de sustituir a la capacidad creativa de los autores humanos o acelerará los procesos, sustituyendo o minimizando el trabajo humano en la producción industrial audiovisual (o, como se expresó en una de las aportaciones a la charla desde el público asistente: “lo que la gente se pregunta es si se va a quedar sin trabajo”). Algo a lo que afecta el dato repetido en varias ocasiones de que, con la legislación europea en la mano, un autor de una obra solo puede ser un ser humano, por lo cual una IA nunca cobraría derechos de autor, solo la persona que la operase.
Aunque D’Ursi, que ha trabajado en análisis de audiencias a partir de la IA y se está formando en su uso, insistió en que se trata de “una herramienta de cálculo”, una base de datos muy veloz y con gran capacidad de comparar elementos, que debe estar al servicio de la creatividad humana, y no sustituirla, sí se barajó la posibilidad de que así sea entendido por determinados agentes del sector.
Como resumió también Colell en otra intervención, citando al guionista estadounidense , “el riesgo no esta tanto en que la pueda reemplazarnos, no lo hará, pero la fantasía de la tecnología se empleará como excusa para devaluarnos y pagarnos menos”. Por eso opinó que “ahora que estamos a tiempo” de negociar y de “poner límites” es un buen momento para este tipo de declaraciones.
Un debate que aún tiene un largo recorrido y que en parte marcará el desarrollo de la tecnología, pero que los autores quieren circunscribir al de la consideración como una herramienta más, idéntica en su uso a cualquier otro programa que facilita el trabajo de los cineastas. La futura acción en ese sentido también dependerá, se apuntó en la charla, de la convergencia de los diferentes actores del sector, incluyendo productores, distribuidores y demás. Independientes, como subrayó en alguna ocasión D’Ursi.