La nueva Ley Audiovisual y certámenes como el Festival de Huelva han incorporado la accesibilidad en sus prioridades, pero las expertas advierten de las carencias de muchas salas y la falta de representación en las propias ficciones
El reto de un cine accesible dentro y fuera de la pantalla

«La accesibilidad en el cine son todas las pequeñas acciones que permiten que todos podamos estar en la sala juntos y podamos disfrutar de las películas», explica Carlos Loureda, periodista, crítico y responsable de la sección de Cine y Valores del Festival de Cine Iberoamericano de Huelva. «Es una asignatura pendiente que teníamos en la red de certámenes de España. Integrar en la programación que lo que hace accesible a una película es que se pueda disfrutar en su integridad por cualquier persona».
El cine accesible sigue siendo, a criterio de muchas expertas, una asignatura pendiente en España. Es algo que va más allá de las salas, aunque ese fuese otro de los efectos negativos de la pandemia sobre ellas que aún se arrastran: en 2020 la oferta de proyecciones de cine, especialmente la de películas con servicios adaptados a personas ciegas o sordas, ha tenido el mayor desplome de los últimos seis años, pasando de 89.627 en 2019 a 10.114 sesiones de cine adaptado en 2020, según un informe de la Universidad Carlos III de Madrid.
El Festival Iberoamericano de Cine de Huelva celebrado el pasado mes de noviembre ha intentado ir hacia una definición amplia de accesibilidad que además se integre en la programación. Así, su sección de Cine y Valores ha proyectado Si Talía fuera ciega, de Antonio Gil, película coral que integra 11 relatos protagonizados por más de 100 actores ciegos a través de una conversación entre Lucius, un romano ciego del siglo l que quiere ser actor, y Talía la musa del Teatro.
Accesibilidad en el cine, ayudas y leyes

Curiosamente esta respuesta responde a la principal crítica de Begoña Ballester-Olmos, de la firma BBO Cine Accesible, empresa especializada en la adaptación de filmes para público con diferentes tipos de discapacidad. «El problema mayor para personas sordas o ciegas es que no se les tiene en cuenta como espectadores», resume. «Los propios creadores no contemplan que estas personas puede que quieran consumir su producto pero no puedan acceder a él porque no está adaptado a ellos». Lamenta que a veces «haya que explicar que la accesibilidad no sirve solo para conseguir una subvención del ICAA, también para que mucha más gente pueda ver y disfrutar de su película».
BBO Cine Accesible se especializa en adaptar películas mediante subtítulos, didascalias o audiodescripción. La definición que manejan de cine accesible es «que todo el mundo tiene acceso a él. O sea, un producto audiovisual tiene audio y tiene vídeo. Una persona sorda no va a poder oír el audio y una persona ciega no va a poder ver el vídeo, por lo que se tiene que adaptar». Celebra, eso sí, que la nueva Ley General del Audiovisual ha incluido las obligaciones de accesibilidad para plataformas, ya que antes se limitaban solo a las televisiones en abierto.
Begoña Goméz Nieto, responsable de Gestión Técnica y Programas de la Confederación Española de Familias de Personas Sordas (FIAPAS) y experta en accesibilidad, apoya este movimiento aunque considera que se queda corto. Actualmente la norma obliga a las televisiones públicas a un 90% de programas subtitulados. «Pedimos el 100%, en las privadas se ha subido del 75% al 80% y queremos el 90%. La lengua de signos sigue abandonada, se obliga a solo 10 horas a la semana. Aunque la mayoría de las personas sordas comunican en lengua oral, una parte necesita lengua de signos…».
Gómez Nieto añade que «la accesibilidad ya sea un requisito para acceder a ayudas al cine ha sido un gran avance, pero queda una laguna importante en las salas, en la exhibición. El bucle magnético [sistema de comunicación para personas que utilizan audífonos] ya se ha incorporado en espacios escénicos, pero no está en los cines. Serían necesarios también los subtítulos descritos, con colores para diferenciar personajes o descripción del ambiente, algo que las televisiones tienen incorporado desde hace años».
Cine accesible y representación

Finalmente, la misma crítica que Ballester-Olmos o Loureda: ausencia de representación. Cine accesible sería también el que representa a todos los colectivos. «No se visibiliza», dice Gómez,» en España hay más de un millón de personas sordas, más de 13.000 comunica en lengua de signos, pero rara vez los verás en una película. Ni con prótesis, ni con lengua de signos, ni en general ninguna discapacidad. Cuesta ver un personaje, y más un protagonista, que tenga alguna discapacidad. Quizás fuera de España». Aunque señala algunos secundarios en series como Sentimos las molestias, y Bienvenidos a Edén, o recuerda un clásico, el personaje de Gabino Diego en Ay, Carmela.
En ese sentido destacan proyectos como Sorda, el premiado cortometraje de Eva Libertad y Nuria Muñoz que recientemente anunció su adaptación a largometraje. Describe la experiencia de una mujer sorda y su pareja oyente cuando se plantean ser padres, y la protagonista es interpretada por la actriz sorda Miriam Garlo, que además es hermana de la primera de las directoras. El futuro filme es una rara avis en nuestro cine tanto por su temática como por su génesis, que nace de las experiencia de ambas cineastas.
Carlos Loureda, desde Huelva, señala que el Festival ha trabajado con asociaciones del ramo de la provincia. «Queríamos integrarlo en la misma programación, así que ha consistido en juntarnos, sentarnos, hablar y decidir juntos qué quieren ver». La accesibilidad en el cine, opina, es también «que el espectador se convierta en protagonista». Lo que hace el cine accesible» a una película «es que se pueda disfrutar en su integridad, mediada o con alguien que acompaña, con una programación que dé sentido a lo que se está haciendo».
El programador incluye, de hecho, la película chilena La once, de 2014, dirigida por Maite Alberdi y proyectada dentro del ciclo de Cine y Valores, debido a su representación de las mujeres de avanzada edad. «El programa de accesibilidad ha incluido acompañar a los mayores de vuelta al cine, que habían dejado por la pandemia. A veces hay que poner sobre el tapete que el cine tiene que tener más protagonistas de diferentes géneros, comunidades o edades, que no se limite a personas de edad, físico o capacidades muy concretas».
Foto de portada: Si Talía fuera ciega (2021), de Antonio Gil Aparicio
