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Bajo terapia: Mal remate para una reflexión cómica sobre la pareja y sus demonios

El nuevo largometraje de Gerardo Herrero tiene el reparto perfecto pero intenta resolver su apariencia de enésima comedia de matrimonios en crisis con un giro final que no funciona

Bajo terapia: Mal remate para una reflexión cómica sobre la pareja y sus demonios 1

Bajo terapia es la historia de tres parejas en crisis por diferentes motivos a las que su psicóloga en común propone una terapia de grupo poco habitual. Los cita en un local apartado, ella no aparece, pero les deja unos sobres cuyas consignas deben cumplir, a modo de gymkana de diván. De esta manera casi involuntariamente los seis testeados acaban compartiendo secretos que no esperaban y las diferencias entre sí, subrayando las distintas etapas de cada pareja y algún problema que no desean admitir.

Gerardo Herrero regresa al largometraje con esta adaptación de la obra teatral del mismo título del dramaturgo argentino Matías del Federico. La herencia de la obra es evidente en el libreto, aunque no tanto en la forma de llevarlo a la pantalla o en las interpretaciones de su elenco, probablemente el mejor posible para los papeles que aquí se ven. Es una comedia, pero también una tragedia, y aguarda un giro final que, aunque bien sembrado, puede resultar un poco tramposo.

La película llega a cines este 17 de marzo, justo tras pasar a concurso en la Sección Oficial del Festival de Málaga, del cual Herrero es un habitual y ha salido premiado en anteriores ocasiones: Biznaga de Oro por Los aires difíciles en 2006 y Biznaga de Plata a Mejor Dirección por Heroína en 2005. El resultado es notable por el equilibrio entre la comedia superficial y el drama subterráneo que se nos cuenta, pero fallido en un acto final que es herencia directa del teatro.

Matrimoniadas en el diván

Bajo terapia Gerardo Herrero

Bajo terapia es una adaptación teatral de esas de poner a los personajes en situaciones en las que los espectadores se preguntarían qué harían ellos, tirando por cierto humor costumbrista y repartiendo miseria y ternura entre casi todos los presentes para hacerlos aceptables pero risibles. Es muy de manual en eso y a algún compañero periodista le podría dar para criticar duramente a la pareja heterosexual, como pasó con El test. Pero es que esta vez, la verdad, da la impresión de que se lo vayan buscando.

Las tres parejas de Bajo terapia no son exactamente tópicos extremos —excepto una, la más importante, aunque sea así por buenas razones—, pero sí se sienten levemente de cartón piedra, con conflictos o bien previsibles o bien alambicados. Su interacción es más graciosa por momentos gracias a la interpretación de los actores que al texto en sí, sobre todo en los casos de Alterio y Pagudo. Las reflexiones sobre el desgaste de la pareja y los hijos, los modelos más aceptables o menos de relacionarse, la masculinidad o los chistes sobre juguetes sexuales parecen venir del manual de “hacer sentir un poco identificado pero sin perturbarlo mucho al público progre”.

Gerardo Herrero, eso sí, ha toreado en peores plazas y parece sentirse cómodo con la historia que está contando, así que se las apaña para que la puesta en escena y las actuaciones no sean estrictamente teatrales, e incluso desliza el giro final a través de la narración al comienzo, sin necesidad de comentarios velados ni miraditas. El elenco encaja, cada cual en su papel, como si fuese un guante, destacando especialmente Malena Alterio y Juan Carlos Vellido porque sus papeles, en ese sentido, son lo más lucidos, pero en general con el nivel altísimo esperable.

Toque de corneta

Bajo terapia

Porque Bajo terapia viene con giro final, uno que en realidad se ha ido sembrando desde el principio y es, más o menos en parte, fácil de ver venir. La película es honesta con uno de sus conflictos subterráneos, de acuerdo, y es el que acaba sosteniendo gran parte de la tensión final, pero no se sostiene. Y no lo hace porque subraya lo artificioso de la propuesta desde el primer momento, ese juego de contraste entre modelos de pareja y bromas de matrimonios, por mucho barniz trágico que se les pinte por encima. Es demasiado alambicado la razón que lleva a que ese problema se resuelva así, y no de formas mucho más lógicas (y habituales en el mundo real y conocidas por el público).

Es posible que Bajo terapia crea que esconde ahí cierta moraleja. Por ejemplo, que desmonta la manida “comedia de parejas” en la que se perpetúan modelos un poco carcas de relaciones, la ofrecer diferentes alternativas a la más disfuncional de todas ellas. Pero ese mensaje al mismo tiempo metatextual y social no funciona porque no tiene sentido dentro de la propia ficción. Lo que han estado haciendo los personajes de repente carece de sentido, como si el guión quisiese justificarlos con un pegote de relevancia. Esas situaciones no se resolverían nunca así en un mundo tan realista, para mal, como el que está proponiendo la obra.

Así, el resultado es un poco un Frankenstein, con cuerpo de comedia ligera para representar en el Teatro Lara de Madrid sobre ay, qué complicada la vida en pareja, a la que le han insertado la cabeza de una tragedia tochísima y muy tensa sobre, bueno, sobre algo que se adivina rápido cuando nos presentan a las parejas, y encima estigmatiza, por supuesto, a la de menor nivel socioeconómico. En fin, que no está mal, porque, como hemos dicho, Herrero te dirige con pulso profesional lo que se proponga y el reparto es muy solvente y bien elegido, pero se sale de Bajo terapia preguntándose qué narices acaba uno de ver exactamente.

La puedes ver online en

Imágenes: Bajo terapia – Maider Kuadra/Tornasol Media
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