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A todo tren. Destino Asturias: Hay que exigirse más

Santiago Segura se queda a vivir en la comedia familiar con conformismo y sin mucha personalidad

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Santiago Segura vuelve con A todo tren. Destino Asturias, comedia a la carrera en la que un padre (Segura) y un abuelo (Leo Harlem) persiguen al tren donde se han dejado a los niños. Con la necesidad de que los otros padres no se enteren de que han perdido a sus hijos por el camino, los dos adultos empezarán un loco viaje con el objetivo de reunirse con los pequeños, que también vivirán sus propias aventuras. Esta es la bola de nieve de una película familiar que se conforma con demasiado poco.

A todo tren. Destino Asturias y el abrazo del oso

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Remake de una película francesa -que, curiosamente, se estrenará después de esta-, A todo tren. Destino Asturias busca a su público amplio sin complejo alguno. Para hacerlo, plantea una situación que ha pasado por la cabeza de madres, padres e hijos, aunque de forma distinta: perder a tus hijos en algún sitio es una angustia terrorífica para unos, mientras que, para otros, perder de vista a tus padres puede ser una fantasía excitante hecha realidad. Eso es que hay comedia.

La película intenta hacer reír y entretener con este planteamiento identificable y directo, buscando desarmar con honestidad a todo aquel que la vea y esté fuera de esa ecuación familiar. Es un pack sencillo de comedia física y enredo para los pequeños pero sin olvidarse de los mayores, con dos acciones a seguir en paralelo mientras el tren avanza hasta Avilés. Segura tiene esa confianza transparente de estar al servicio de su público y no al de los que nos dedicamos a escribir sobre sus películas. El problema con A todo tren. Destino Asturias es que esto mismo, con algunas variantes, lo ha hecho mejor antes.

Bajarse de la atalaya, dejarse llevar y quitarse prejuicios es un ejercicio que hay que hacer con el cine. Siempre y con cualquiera. Pero el dilema de los egos y las exigencias a la carta no da vía libre para que se cuele lo que no hay. Pese a que se disimula bien con ritmo, esta película podría dar más en las situaciones y en los chistes y mucho más en el alma y personalidad de sus personajes principales. Ganarse la complicidad del espectador, un objetivo hoy casi vintage y que Segura maneja muy bien, no puede ser un abrazo del oso en el que da igual si las cosas se hacen mejor o peor.

Sátira no hay más que una

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Quizá si no existiera la primera parte de Padre no hay más que uno, lo poco que da A todo tren. Destino Asturias no se notaría tanto. Esa película tocó la tecla en bastantes cosas: un desarrollo cómico y toques de crítica a partir del arquetipo del padre «cuñado», una trama donde se mantenía cierta tensión para que no se desvelase el entuerto y unos protagonistas que estaban para hacernos reír, pero también con tiernos detalles de carácter que los hacían cercanos. La familia encajaba en su diferencia, y se percibía ese buen rollo y sentimiento de comunión.

En A todo tren. Destino Asturias todo eso es una vaga sombra, unas pinceladas por aquí y por allá. Como ya empezaba a pasar con la segunda parte de Padre no hay más que uno, la característica sátira social de Segura aquí prácticamente se ha reducido a hacer un par de bromas con los micromachismos o con el lenguaje inclusivo. Y no pasaría nada si se hubiese optado por otro camino claro para hacer reír, pero la película no termina de meterse de lleno en ninguno de los alternativos, quedándose casi sin personalidad.

Segura y Marta González de Vega se contentan con meter acciones, parodias y diálogos de todo tipo en el guión para dar de comer a todos. La mezcla de blanca comedia infantil (los niños, independizados, son aún más protagonistas) con screwball cada vez más esperpéntica -mejora cuanto más loca- no termina de cuajar, con la parte de los pequeños muy desdibujada y la de los mayores sin explotar del todo. Está todo lo que cabría esperar, pero sin mucha decisión ni demasiado interés en elaborarlo del todo por ningún lado. Ni siquiera las «lecciones» finales para los personajes tienen peso.

La sensación general que deja A todo tren. Destino Asturias, más allá de sus innovaciones técnicas, es de punto de llegada y de comodidad autoindulgente. Quizá por su hilo general y sus menos de 90 minutos sin bajones sea mejor que la segunda parte de Padre no hay más que uno 2, que no tenía mucho que contar, pero da la impresión de que Segura está conformándose con demasiado poco para acercarse a su público. Su capacidad para conectar y empaquetar una película popular de año en año sigue estando ahí, por eso se le puede pedir bastante más.


Imágenes A todo tren. Destino Asturias: Relabel Comunicación.
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